Thor: Amor y Trueno

Por Varios Autores

Thor: Love and Thunder
EE.UU., 2022, 119′
Dirigida por Taika Waititi
Con Chris Hemsworth, Natalie Portman, Christian Bale, Tessa Thompson, Chris Pratt, Jaimie Alexander, Karen Gillan, Dave Bautista, Pom Klementieff, Russell Crowe, Sean Gunn, Akosia Sabet, Simon Russell Beale, Sam Neill, Matt Damon, Luke Hemsworth, Melissa McCarthy, Ben Falcone, Clariza Vicente, Chayla Korewha, Sean Rohani, Mark Casimir Dyniewicz, Jason Jago, Aiden Mckenzie. 

Decepciones

Por Federico Karstulovich & Rodrigo Martín Seijas

FK: Primera cuestión: una feliz decepción. Desde hace más o menos tres o cuatro películas Marvel viene entregando corrección política y previsibilidad en cómodas cuotas con interés (ampliar su propio mercado woke). No obstante, Thor: Love and Thunder no es Thor y Thora o Thor y la mujer empoderada o Thor y Thorta contra los vínculos hetetonormativos dominantes. No: es una aventura hecha y derecha, con su natural anclaje en la comedia, pero antes que nada es una amable decepción porque no va en la dirección de la excepcional Thor: Ragnarok (aunque tiene 4 o 5 momentos maravillosos), es decir, se arriesga a no hacer lo mismo y mezcla los registros. Por eso el resultado no se siente como Thor: Ragnarok con esteroides, sino como un antídoto contra las mismas estupideces de Marvel. Me hizo acordar a Las locuras del emperador de Disney: la dieron dinero y libertad. Y mientras miraba para otro lado un tipo se dedicó a jugar

RMS: En un punto creo que es Thor: Ragnarok recargado, y en otro punto no. En verdad, es Waititi (y, por qué no, Hemsworth) recargado, jugando con el personaje de Thor y los diferentes géneros en los que pueden inscribirse. Ese juego a veces encuentra un cierto límite, que nos hace pensar si el dios nórdico tiene mucho más para dar, no solo en relación a Marvel, sino incluso con su propia historia y desarrollo como personaje. Para mí es un film inferior a su antecesor, pero no deja de exhibir unos cuantos riesgos, en buena medida porque, en el fondo, no deja de ser un drama romántico, incluso trágico. Y que termina de consolidar, precisamente, la tragedia que rodea al recorrido de Thor, un tipo cuyo humor es una especie de disfraz casi psiquiátrico para lidiar con las pérdidas que acumula.

FK: En cierta medida también es bueno lo que decís: el personaje empieza a expresar un agotamiento pero no porque se lo llevó al límite de echar a perder lo previo (hemos visto miles de casos asi con secuelas), sino por su propia autoconciencia (ay, hasta mi abuela es autoconciente, hay que cortarla un poco con el rulo), en cierta medida en el camino de lo que le había pasado a Downey Jr con Iron Man (con la diferencia que ya en Iron Man 3 estaba esa autocinciencia y lo que vino con Avengers: Endgame fue la despedida épica). Quizás Thor se retire con la próxima de Los guardianes de la Galaxia o con algún mega evento al estilo Avengers 5. EN efecto creo que el riesgo tiene que ver con el cambio de registros, que maneja con holgura (de hecho la película permite recapitular con humor algo que vos mencionás: Thor debe ser el personaje más trágico del MCU, con mil pêrdidas y tragedias en su haber, por lo que debe construir una coraza y un personaje narcisista y payasesco para no atender al horror que lo rodea y no verse afectado por él), no como la vergonzosa Eternals, que vive en el continente de la solemnidad y cuando tiene momentos de humor se sienten como injertos que no tienen lugar de ser. Pero hablaba de que estábamos frente a una saludable decepción en el orden de las expectativas porque elige no contar un corrimiento del centro y un ascenso para Jane Foster como Migthy Thor, sino que promueve un trabajo de conjunto entre hombres y mujeres (hasta con un pequeño guiño LGTB con la familia homosexual del hombre de roca, cuyo nombre no recuerdo, pero también con el deseo lésbico de Valkiria), desterrando la tentación de la agenda del medio. De ese modo la película se libera de cualquier peso circunstancial del presente, algo que la vuelve saludablemente atemporal, como el mejor cine de aventuras (de hecho está mas cerca de ese código que del cine de superhéroes). Asi las cosas, es cierto que hay algunas cosas que se extienden mas de la cuenta, como si se quisiera contar el mismo chiste muchas veces.

RMS: Concuerdo con que el uso de la agenda LGBT no es forzado, sino parte de los personajes, sus circunstancias y conflictos personales. Por eso está lejos de ser el centro discursivo, como ese embole narrativo y temático que era Eternals. También con lo que decís respecto al cine de aventuras: hay, de hecho, todo un juego respecto a lo que implica montar un cuento e interpelar a un lector/espectador posible que es tan simple como inteligente. Y, en esa mixtura de géneros y tonalidades, hasta se permite reconfigurar al personaje de Jane Foster no para bajar línea ideológica, sino para delinear un drama romántico de tonalidades trágicas, para así completar el recorrido de pérdidas de Thor y su trayecto identitario. Sí creo que, más que extensión excesiva, hay una repetición de la estructura de choque con el villano que termina resintiendo un poco a la película, que por eso mismo se siente un poco estirada.

FK: Bueno, es que ahí es donde insisto con el elogio de la decepción, que es doble: decepciona porque no trae lo esperado (la agenda de correcciones políticas varias), pero también al decepcionar porque no trae lo esperado ( Thor: Ragnarok al cubo), gana en volumen. A ver: es un poco el problema de toda sorpresa, que deriva del contraste. En tanto hay contraste posible, la sorpresa activa. Sin contraste a la vista, lo que queda es continuidad de lo mismo. Yo creo, en este punto, que lo bueno de Waititi es que pudo haber seguido en la misma exacta línea. Pero ya no habría sido sorpresa en lo más mínimo. Y creo que en la perspectiva como director (sin decir que es una marca autoral, ojo), la sorpresa en el cambio de registro es determinante en su cine. A veces puede pifiarla feo, pero no hay mayores niveles de especulación, algo que permite que entendamos a su cine como algo vivo. Esa persistencia, en medio de la major mas grandota y concentrada que tiene el cine actual, que es Disney, no deja de recordarme a las saludables tensiones de los autores de los estudios del Hollywood clásico, que lograban surfear las expectativas del público con los leves giros personales. Yo sé que Waititi no es Ford, ni Hawks, ni Walsh ni Lang, pero hay un giro interesante en volverse imprevisible, incluso atentando contra los propios resultados. Con esto no digo que el tipo haya elegido estirar la película para no repetirse, pero creo que hay algo que se le escapa dentro del sistema narrativo que propone y es la persistencia en decepcionar, como estallidos sobre el camino a la vez que se lo pavimenta. No sé si se entiende lo que digo, pero ese andar errático me parece que funciona muy bien en este experimento, que como alguna vez mencioné, me hizo acordar a Las locuras del emperador, otro error-decepción-juego con expectativas de Disney, que también parece haber sido concebida mientras se prestaba atención a otra cosa y cuando la película salió a escena ya era muy tarde para arrepentirse.

RMS: Está buena la comparación con Las locuras del emperador, porque algo de la decepción en base a lo que se esperaba está: ahí tenemos la reacción de la crítica norteamericana, que ha sido bastante tibia. También tenemos otra vertiente de críticos (que incluye a varios argentinos) empeñados en ubicar a la película en la agenda woke, como si todo tuviera que ver con esa agenda, que siempre debe ser el centro. Yo no sé si hay persistencia por ser impredecible, pero sí por experimentar, por acercarse a géneros que a priori no son los esperados. Por eso Amor y trueno, a diferencia de Ragnarok, es en el fondo un drama romántico, y esa experimentación que hace Waititi, donde no resigna la comedia y la pone a dialogar con las capas dramáticas, por momentos hace ruido. Creo que, a su manera, Waititi es posiblemente el último o único autor dentro del universo Marvel: el resto de los directores se ponen mayormente al servicio de lo que pide la franquicia (los Russo, Watts) o pretenden ser autores, pero desde la remarcación contenidista antes que desde la construcción narrativa o estética (Zhao).

FK: Ya desde hace rato me viene pasando que reivindico las películas más por sus errores que por sus aciertos. En beneficio de la imperfección y la ausencia de cálculo, Thor: Love and Thunder es experimental pero no en un sentido rupturista, sino en un sentido inverso: es la ruptura de la recuperación de matrices clásicas, es la ruptura por la búsqueda de la mesura y lo multigenérico no tanto en la vía de entrada pop ni en la cinefilia multicapas de los eventos multiversales recientes sino lisa y llanamente en el llamado a la aventura. Ya ese solo giro, esa sola consideración (que también habla de la relación que estableció Waititi con la saga Star Wars vía The Mandalorian y otros) habla bien de un tipo que, saludablemente, es autor en su eclecticismo. Y en esos hiatos de no reconocimiento autoral es donde está el cine más estimulante, no en las certezas. No puedo sino celebrarlo

RMS: Coincido. La ruptura está por el lado no tanto de la acumulación de elementos ya conocidos, sino por la búsqueda de nuevos rumbos. En eso Waititi no es perezoso, quiere contar conflictos nuevos y con herramientas que antes no había desplegado. Eso no quiere decir que no haya elementos reconocibles, pero sí una exploración que coloca a Thor: amor y trueno en un lugar casi incómodo, donde está lejos de apostar a lo seguro. Y eso, más aún en los tiempos actuales (tan pre-digeridos, tan predecibles), es más que saludable.

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