Tiempo para mi

Por Ludmila Ferreri

Me Time
EE.UU., 2022, 101′
Dirigida por John Hamburg
Con Kevin Hart, Mark Wahlberg, Jimmy O. Yang, Luis Gerardo Méndez, Regina Hall, Tahj Mowry, Melanie Minichino, Alexis Rhee, Michelle DeShon, Allison Bills, Che Tafari, Connie Chen, Shyaam Karra, Amentii Sledge, Diane Delano, Kamilah Michelle Hatcher, Jai Carter, Kavya Thakrar, Andrew Santino, Sharon Gardner, Kieran Roberts

Soltar

Hace una buena cantidad de números le dedicamos un extenso dossier en la revista a las derivaciones de la corrección política y cómo esa agenda estaba afectando al cine en sus distintos ámbitos. En su momento elegí escribir, hacer un descargo que tenía en el pecho, en particular contra aquello en lo que se había convertido eso que llamamos durante años “La nueva comedia americana” (o la NCA, para muchos). En esa nota (que pueden leer por aquí). En aquel momento, hace casi dos años, en pleno proceso de abandono del encierro pandémico, la sensación de angustia era doble: el encierro era literal pero también simbólico, porque la corrección política hacía de las suyas. Bueno, tengo que decir que pasaron los años y sigo sosteniendo ese ataque (contra la PC, political correctness) y esa defensa (la de la comedia salvaje), pero también me di cuenta que no puede ser a cualquier precio y a cualquier costo.

La comedia es uno de los géneros más difíciles sino, explícitamente, el más dificil de todos. Y es muy complicado estar siempre en el centro del canon cómico. A la vez que resulta muy dificil lograr que la risa siempre sea el centro. Algunos pocos logran tener ese don. Algunos pocos logran desmarcarse todo el tiempo de la agenda. Algunos pocos logran señalar con soltura aquello que nos ata y nos constriñe. Por eso cuando encontramos a esos genios (los Judge y los Stone-Parker, los Knoxville, sin dudas los Waters, los Guest, eventualmente los Stoller de este mundo, pero hay varios más) hay que abrazarnos a ellos porque nos hacen mas libres y, acaso, por qué no, también un poco mejores personas, menos aferradas a verdades. “Mejor contradecirse que oxidarse” decía un dicho. Por eso, ante la posibilidad de que se estrenara un nuevo largometraje de uno de mis héroes de la comedia como lo es John Hamburg (quien, a diferencia de los Apatow, McKay, Farrely y varios más, no había capitulado ante la agenda de turno), no pude hacer otra cosa más que pedir, de-ses-pe-ra-da-men-te a la redacción que me guardaran ese puesto para escribir sobre Tiempo para mi, que como en las viejas épocas tenía en su centro a una pareja y a un animalejo. Nada podía salir mal.

Entonces Tiempo para mi (o Me time) llega para acomodarse a la figura de Kevin Hart antes que para utilizarla a su favor. Ya comenzamos con un problema: Hamburg, como director y como guionista, siempre había logrado equilibrar sus comedias en torno a las estrellas que convocaba a la vez que esas estrellas se acomodaban al proyecto. Pero aquí esa relación ingresa sin lubricante: Hart no cuaja, Whalberg no está bien, las situaciones están, pero nada fluye correctamente, como si Hamburg guardara un saber en un cofre cerrado pero ese saber hubiera envejecido. En otras palabras: Tiempo para mi parece fechada, como si la hubiéramos sacado del cofre de los primeros dosmiles. Sus chistes (excepto los de redes sociales y smattphones) no parecen haber mutado más allá del tiempo, sino que su anacronismo, contrario a defender la comedia como salvajada, esa que el mismo Hamburg llevara a cabo hace casi dos décadas, hoy, funcionara a la inversa: como la domesticación del exceso.

Nada, pero nada de lo que vemos en Tiempo para mi nos parece salvaje ni particularmente cómico. Pero no porque intrínsecamente no lo sea (de hecho la película tiene una media docena de gags muy buenos), sino que sentimos que algo se rompió en nosotros con ese humor. Estamos mas viejas y chotas? No se lo asigno a eso. Será que quien envejeció mal es el humor salvaje de la NCA? Es posible. Será que frente a la opción del aggiornamiento (Apatow-McKay-Farrelly) o de la persistencia con variaciones (Judge-Stone/Parker) Hamburg optó por el mantenimiento del statu quo, como si el tiempo no hubiera pasado? Puede ser que haya algo de esto último más que nada. Porque lo que comprobamos en Tiempo para mi, amén de ese extenso y lamentable cuarto acto que no comprendemos qué clase de finalidad didáctica pudo tener y que atenta contra todo lo previo, es que, en definitiva, algo termina de romperse en el sistema cómico que nos educó sentimentalmente en la comedia del último cuarto de siglo. Y que con el paso de los años se sigue rompiendo más y más. Y no sabemos qué hacer con esto. Y sufrimos como condenadas por tanto abandono.

Nos piden Soltar cuando algo nos hace mal. Pero la comedia mala nos intoxica, y como está inoculada en nosotras, nos quedamos a ver si podemos repararla, justificarla, como si se tratara de una relación abusiva que buscamos modificar para recuperarla a su cauce. El problema es que, luego de muchos años, me pregunto, ya no solo por lo que no es, sino por lo que quizás no vuelva a ser más. La comedia nos ha abandonado. O nos va abandonando de a poco. Defendamos la comedia, que es uno de los pocos espacios de libertad que nos queda. Pero no a cualquier precio. John, me dicen que te suelte, que te deje ir. Que quizás alguna vez vuelvas para ser mejor pero que no te espere. Quizás comience a hacerle caso a mis amigos, amigas y conocidos. Y te suelte por completo. A ver si la libertad te devuelve la memoria salvaje de un futuro posible.

¿Te gustó lo que leíste? Ayudanos con un Cafecito.

Invitame un café en cafecito.app

Comparte este artículo

Otros ArtÍculos Recientes

Enterate de todo...

Recibí gratis todas las novedades en tu correo a través de nuestro Newsletter