Tulsa King

Por Pedro Gomes Reis

EE.UU., 2022, 9 episodios de 40′
Creada por Taylor Sheridan y Terence Winter 
Con Sylvester Stallone, Andrea Savage, Martin Starr, Jay Will, Max Casella, Domenick Lombardozzi, Vincent Piazza, Alan C. Peterson, Garrett Hedlund, Dana Delany, Dashiell Connery, Chris Caldovino, McKenna Quigley Harrington, Justin Garcia-Pruneda, Barry Corbin, Hartleigh Buwick, Tatiana Zappardino

Una identidad de frontera

Enfrentado a sus propias limitaciones a lo largo de los años, el joven Sly siempre supo qué hacer ante un callejón sin salida. Y en su movimiento autofágico, vuelve a comerse a sí mismo para regurgitarse y reinventarse, en parte mirando a su pasado y reescribiéndolo (ya lo hizo con Creed respecto de la saga de Rocky, ya lo hizo con la saga de las nuevas Rambo respecto de la trilogía original, ya lo hizo con The Expendables respecto de su propia carrera y la de sus cogeneracionales del cine de acción de los 80s). Pero en este movimiento, como cada tanto suele adoptar como estrategia, elige un corrimiento hacia alguna zona no transitada: en Samaritan ya lo había hecho con el cine de superhéroes y las origin story, en Tulsa King, en cambio, lo hace con el cine de gangsters (digo cine y no series, a propósito, porque lo que vemos aquí es Pre-Sopranos, no hay voluntad de autoconciencia sino clasicismo puro y duro) y en parte con ciertas formas del policial de frontera, ese que mezcla el western con la acción urbana, una forma del policial que rindió una enormidad de frutos durante los 70s y 80s pero que con el tiempo había quedado rezagada en el arcón de los recuerdos de los géneros.

Del otro lado de la cámara, ya no para ponerle el cuerpo pero si para poner las ideas está ese sujeto tocado por una varita mágica, que se ha convertido en una pequeña estrella de los contenidos televisivos en el último lustro. Hablamos de Taylor Sheridan, que desde 2017 no para de expandir su obra, ya no solo para cine sino, fundamentalmente, para televisión. A la saga de Yellowstone (cinco temporadas desde 2018 al presente), sus precuelas con las series 1883 y 1923 se le suma este exponente que se aleja un poco de las tragedias familiares (pero no tanto), a su vez le baja el tono solemne con un sentido del humor zumbón y un clasicismo, tal y como mencioné, que si bien no anula cualquier atisbo de autoconciencia canchera, al menos neutraliza la tentación de llevar el asunto hacia el costado del patetismo del explotation de una figura crepuscular como Stallone a los 75, que como en buena parte de su obra, vuelve a llevar adelante el mismo tropo: el hombre que no termina de irse de su pasado y no puede armar su futuro (en este caso esa imposibilidad está representada también en la tensión/superposición/frontera entre el campo y la ciudad, como bien sintetiza la gran secuencia de crêditos de cada episodio).

Tulsa King es una serie extraordinariamente querible no solo por Sly -que debe esconder su gesticulación en la multiplicidad de intervenciones quirùrjicas que le ha realizado a su rostro a lo largo de su carrera, construyendo una verdadera máscara inamovible-, sino porque en ella prevalece un espíritu de equipo saludablemente lejano a la moral scorseseana-coppoliana asi como a el moralismo habitualmente reservado a las ficciones sobre grupos mafiosos. No, aquí Sheridan elige una equidistancia adecuada como para que el asunto no sea ni tanto ni tan poco. Por eso toda la serie despliega un baile que puede ir de la comedia romántica al salvajismo del cine de gángsters para luego dirigirse a las películas sobre redenciones familiares, luego ir hacia la tragedia, luego hacia la comedia física (pero también verbal, en espacial cuando los labios queman si no se dicen ciertas palabras). En ese recorrido ecléctico es en donde mejor funciona, porque también permite que podamos ver otra cara de la obra de Sheridan, que si bien es un autor muy considerable, también expresa una serie de limitaciones en su tono e imaginario que, en unos años, pueden empezar a traerle problemas de estancamiento. Frente a esa posibilidad, series como Tulsa King son una bocanada de aire fresco (a la vez que una salida de cierta mirada dependiente del prestigio y la legitimación, ya que claramente se trata de un producto con horizonte “bastardo” y “menor”).

Asi las cosas, la abrupta finalización de la temporada (se rumoreaba que iba a tener diez episodios pero fue cortado uno), se nota en el cierre, que pedía, por amor a sus personajes, un poco mas de tiempo en pantalla para respetar todas y cada una de las líneas dramáticas y subtramas que se habían desplegado pero que, desafortunadamente, parecieron algo abandonadas a su suerte en la isla de montaje. Indistintamente habrá segunda temporada. Y seguramente habrá revancha, no solo para los personajes que no tuvieron un cierre correcto, sino para su protagonista (cuando la vean entenderán esto…y si ya la vieron, asientan).

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