1971: El año en que la música cambió todo & Elvis Presley: El rey del rock and roll

Por Agustín Campero

1971: The Year That Music Changed Everything
EE.UU., 2021, 8 episodios de 45′
Creada por Asif Kapadia, Danielle Peck, James Rogan
Con intervenciones de The Rolling Stones, Aretha Franklin, Bob Marley, Marvin Gaye, The Who, Joni Mitchell, Lou Reed

Elvis Presley: The Searcher
EE.UU., 2018, 2 episodios de 105′
Creada por Thom Zimny y Alan Light
Con intervenciones de Elvis Presley, Steve Allen, Ann-Margret, Chet Atkins, Chris Bearde, Chuck Berry, Steve Binder, Hal Blaine, Nik Cohn, James Cotton, Michael Curtiz, Bob Dylan, Aretha Franklin, Emmylou Harris, George Harrison, Cissy Houston, Bones Howe, Robert F. Kennedy, Martin Luther King, Jon Landau, Mario Lanza, John Lennon, Jerry Lee Lewis, Little Richard, Dave Marsh, Dean Martin, Paul McCartney, George McGovern, Bill Monroe, Richard Nixon, Tom Parker, Tom Petty, Sam Phillips, David Porter, Priscilla Presley, Lloyd Price, Boots Randolph, Johnnie Ray, Robbie Robertson, Frank Sinatra, Bruce Springsteen, Mike Stoller, Ed Sullivan, Carla Thomas, Rufus Thomas, Ike Turner, Red West, Howlin’ Wolf, Warren Zanes

Nacer, crecer, reproducirse, morir

Alguna vez el rock metabolizó todo lo que aspiraba con energía inconsciente e intempestiva. Era una cuestión estética, cultural, física, erótica, emocional e intelectual. Pura y brava, a la vez calculada y salvaje. Los elementos centrales eran curiosidad, experimentación, placer, diversión, excelencia, entretenimiento y gloria. 

Hoy tenemos a mano dos documentales para lamentar los cada vez más lejanos años dorados de un estilo que está emitiendo sus últimos pulsos vitales, ya repetitivos, leves, y que probablemente elevó la vida de millones en todo el mundo: el rock. “1971: El año en que la música cambió todo” y “Elvis Presley: El rey del Rock and Roll” reflexionan sobre momentos concretos del rock y la cultura pop, especialmente de Estados Unidos. 

Con su título 1971 ya afirma lo que intenta demostrar: que ese año el rock cambió todo. Un título que da risa, por su solemnidad y por lo falso. El rock nunca cambió el mundo, sí cambió o mejoró mucho la vida o momentos de la vida de millones de personas. O al menos la mía, que mejoró muchísimo gracias al rock. Pero fuera de cada persona y más allá del arte y la cultura (como si fuera poco) no cambió nada, y el año 1971 no fue la excepción, más allá de que fue, como demuestra el documental, un gran año para el rock, dentro de una serie de años superlativos para la cultura pop en el mundo, y un año horrible en Estados Unidos.

Lo mejor de 1971 es el material documental y la calidad de la música que se escucha, que son excelentes. En cada uno de sus ocho capítulos los realizadores se toman su tiempo para demostrar qué cambió gracias a qué canciones, o músicos, o discos. Evidencian también cómo la música fue evolucionando gracias a artistas impulsados por un voraz deseo de avance y de curiosidad, de inteligencia para aprovechar la tecnología disponible, de experimentación y diversión con las drogas y el sexo. Y, muy a su pesar, también muestra que en contacto con la agenda o la urgencia política el rock no se hace mejor a sí mismo, apenas es un instrumento más, muchas veces empobrecido por algo que le resulta ajeno. Si pudiésemos establecer una escala que va de lo peor a lo mejor del documental eso está relacionado con su cercanía con la agenda política de aquel momento en un extremo, con la sociología del entorno en el medio, o por la autonomía del arte en el otro extremo. 

El documental es intenso en su descripción de aquel momento político en Estados Unidos, y algo en Inglaterra también. Se detiene demostración de hechos gravísimos de aquellos días, como la guerra de Vietnam, la masacre en la Universidad Estatal de Kent, el segregacionismo racial o la violencia contra los homosexuales, entre otros. Los realizadores se esfuerzan por demostrar ligazones entre esos hechos y la música, ya sea como causa o como consecuencia. Muestra cómo esos hechos cambiaron a determinados músicos, pero por supuesto es estéril en demostrar que la música haya podido cambiar algo más que a sí misma o influir intensamente en la cultura. Por suerte el documental, a pesar de su título y su intención, no trata sólo de eso. Lo que el documental termina mostrando es cómo, llevado adelante por artistas inquietos, ambiciosos y libres, el rock avanzaba, superándose a sí mismo, ampliando sus propios límites sin prejuicios. Cuando el documental muestra la reflexión de la música sobre sí misma, levanta un vuelo clarividente. 

Si despejamos la bruma de la agenda política, la serie es extraordinaria y paciente en la demostración de la evolución del rock y de la influencia de la situación personal de cada artista en relación a su propio éxito o a su ambición, y sobre todo en relación a las drogas. El documental demuestra, además, la inteligencia de los músicos. 

Vemos la influencia cruzada de distintas manifestaciones de la cultura, el ímpetu de trascendencia y fama de los protagonistas, el hambre de gloria, la importancia del soul y la cultura negra en el rock. Muestra a distintos artistas ya en decadencia, o en una meseta, o en crecimiento o a punto de explotar. 

Lo imperdonable de 1971 es que está pensada con la agenda de la corrección política contemporánea. Es evidente la tensión que hay entre responder a esa agenda política (sobre todo en lo que hace a la igualdad racial, de género y de diversidad), de tratar de bucear en el pasado los orígenes de las causas del presente y el papel del rock en eso, y el dejar al rock liberado de esas ataduras. 

El revés de esta intención es el maravilloso documental sobre Elvis. Con el “Elvis: ’68 Comeback Special” emitido por la NBC como piedra angular, la miniserie de dos capítulos abarca toda la vida de Elvis Presley. Si bien la calidad del material documental es menor, los recursos que utiliza para dialogar con ese material son mejores. El documental se enriquece con la música, reflexiona sobre su evolución, destila, encuentra y exhibe lo esencial de la música de Elvis en cada uno de sus períodos, y explica el fenómeno muy especialmente desde sus influencias y lo que él vivió en su propio cuerpo. Lo que se aprecia es lo que resultaba esencial en el rock, que no sólo era sus influencias musicales principales, la cultura pop de Estados Unidos o los artistas o predicadores a los que Elvis copió arriba del escenario. También era la actitud, y no me refiero a la rebeldía. A la intención de experimentación, de correr fronteras, de perfeccionamiento, de inquietud, de búsqueda. Un apego a la excelencia de su oficio, y Elvis lo concebía no como un inventor sino como un artesano perfeccionista de su profesión que, según él, era el entretenimiento. 

El documental es lo suficientemente generoso para mostrar un Elvis siempre lúcido y muy inteligente, y también es sincero para mencionar sus debilidades y mostrar su decadencia. Todo el documental funciona como un imán: Elvis atractivo, enérgico y elegante. 

Como en 1971, el documental sobre Elvis también establece una relación con la política y está pensado desde el presente. Pero ambos apenas son trazos sutiles y no forzados, que más bien explican aquel momento y contribuyen a argumentar el carácter innovador del artista. El presente se manifiesta al final, con la elección de la última canción que es la última que Elvis elige en el especial televisivo del año 68. Habla del sueño de la unidad y la paz en Estados Unidos. Una canción que seguramente los realizadores del documental incluyeron pensando en el 2018 de Estados Unidos, con la polarización y la intolerancia política interna. 

El documental 1971 parece una tesis de una universidad del nordeste de Estados Unidos, tiene esa aproximación, la pulsión propia de un campus. El de Elvis es más bien la de alguien que contempla con admiración, con una valoración especial sobre una persona que encarna en su cuerpo y su arte el fluir de una cultura y de un momento histórico. 

Ambos documentales demuestran que el arte que va más allá de sí mismo es el del riesgo, la experimentación y la fuga de la complacencia y la comodidad.

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