After Life S03
Reino Unido, 2021, 6 episodios de 30′
Creada por Ricky Gervais
Con Ricky Gervais, Jo Hartley, Tony Way, Ashley Jensen, Tom Basden, David Bradley, Roisin Conaty, Mandeep Dhillon, Kerry Godliman, Paul Kaye, Diane Morgan, Joe Wilkinson, Penelope Wilton, Tim Plester, Tommy Finnegan, Laura Patch, David Earl, Ethan Lawrence, Simon North, Ty Hurley
Bondad y generosidad
La tercer temporada de After Life, debo decir, me tomó de sorpresa. Me esperaba más (o peor aún, menos) de los mismo de lo que ya había entregado la segunda: condescendencia, una baja considerable en la calidad del humor, algo de melancolía impostada y pérdida del olfato humano, algo que para un extraordinario comediante como Ricky Gervais no podía ser más que un pecado. La sorpresa sobrevino, entonces, porque en After Life vemos, como casi nunca en las dos temporadas anteriores, a un creador/autor/director correrse del medio.
En cierta medida, esta tercer temporada funciona como contracara de la segunda, lo que permite evitar algunas repeticiones (los personajes secundarios evolucionan) y confirmar algunos lugares comunes (el personaje que interpreta Gervais por primera vez no es central, por eso su arco dramático se ameseta, como si deliveradamente quisiera correrse del centro dramático). Profundiza, si, la diversificación que prometía la segunda temporada, pero al mismo tiempo problematiza y lleva al extremo el humor escatológico hasta límites de una incomodidad que no habíamos detectado en las temporadas precedentes.
En After Life S03 el humor negro preanuncia un horizonte misantrópico sin salvación. Pero extrañamente ese salvajismo permite que sobrellevemos la tristeza de la soledad, del abandono, de duelos irresueltos, con una resiliencia propia de aquel se ríe de las desgracias propias. De esa manera se abre el juego hacia las formas más complejas del humanismo en la serie: nadie parece estar en condiciones de salvarse y todos parecen estar destinados a una caída irrefrenable en cámara lenta. Y asi las cosas ese pesimismo y ese poder de destrucción no nos afecta. Pero no porque hayamos decidido despreciar a los personajes, ya que el mundo de Gervais no es el del entomólogo que observa con desprecio el sufrimiento de sus creaciones.
Lo que propone After Life S03 es un acompañamiento crítico, que no se conforma con la imposible bondad irrestricta del mundo pero tampoco con el desprecio. El de Gervais es un pesimismo humanista, que en el fondo confía en las posibilidades surgidas de la interacción y del encuentro entre personas. Pero que también es conciente de que el mundo que nos rodea también está plagado de maldad y espanto (la presencia de pedofilia, de abusos de poder, de violencia marital, de perversiones varias es apenas la punta de un iceberg que hace difícil la escucha y la existencia de estos personajes desgraciados)
Interesante, a su vez, resulta el ejercicio de autoboicot a su personaje: el viudo incapacitado de rearmar su vida que compone Gervais resulta casi intolerable en este esquema, porque se siente más como una transición entre las historias paralelas de los demás personajes que como una historia de peso. Por eso resulta imposible no pensar en la figura angelical, que en este caso tiene una versión secularizada y atea. Y como consecuencia evaluar la influencia de Frank Capra, un falso optimista, que mediando milagros, expresaba su descreimiento del mundo. El personaje de Gervais, en este caso, funciona al revés: por su pesimismo ateo, por su fe en los lazos humanos en medio de las desgracias es que se revela como un optimista solapado. De ahí que el final de la temporada sea luminoso y salvador, porque atravesamos un camino espinado y difícil. Con herramientas desesperadas, Gervais muestra que el mundo sigue siendo un lugar posible para existir, incluso en medio de las peores mierdas, en la mayor de las oscuridades.
