American Vandal

Por Andres Cappiello

American Vandal
EE.UU., 2017, 8 capítulos de 30′
Creada por Tony Yacenda y Dan Perrault
Con Tyler Alvarez, Eduardo Franco, Gabriela Fresquez, Camille Hyde, Carla Jeffery, Jessica Juarez, Carlos Luna, Camille Ramsey, Lou Wilson, Lukas Gage, G. Hannelius, Karly Rothenberg, Saxon Sharbino, Calum Worthy, Aylin Bayramoglu, Myles Brewer, Dendrie Taylor, Liam C. Johnson, Matt Miller, Tucker Albrizzi

Me importa un choto

Por Emiliano Andrés Cappiello

Hace unos meses apareció el trailer de American Vandal. El video presentaba una historia paródica de las series y películas de “crimen verdadero”, como Making a Murderer o The Keepers. El formato viene siendo bastante explorado últimamente, particularmente por Netflix. Un mockumentary era inevitable, pero es señal de la inteligencia del servicio de streaming que ellos mismos lo hayan hecho. Desde que empezaron a apostar fuertemente a las producciones originales no paran de explorar nuevos caminos, y esta velocidad creativa les permite incluso reírse de si mismos antes que otros lo hagan. Pero aunque el trailer era divertido, con su planteo completamente serio sobre un acto de vandalismo en el que aparecían dibujadas un montón de pijas en un estacionamiento, era difícil creer que pudiesen mantener la idea durante toda una serie de 8 capítulos y no atorarse en un eterno y constante dick joke.

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Bueno, lo lograron. American Vandal se centra en dos personajes: el acusado del vandalismo, Dylan, y el realizador del documental, Peter. La serie, producida dentro del universo de la narración por los miembros del canal de noticias de la secundaria, reproduce a la perfección el estilo de los documentales sobre crímenes, reutilizando sus recursos para el humor al centrarse en un crimen absurdo (27 graffitis de penes en los autos del staff escolar). Las entrevistas, los momentos in fraganti y las búsquedas de material, todo es utilizado de manera estrictamente profesional, pero el contexto provee el humor. En un momento, el grupo de investigadores busca comprobar la veracidad de un testigo, que dice haber recibido una paja de la mina mas linda de la escuela en un lago. Los documentalistas viajan al lugar del hecho, buscan los mejores ángulos para descifrar si alguien podría atestiguar este hecho, y vemos una simulación en computadora de la paja en cuestión. El documental es construido con el más absoluto rigor por la imitación de sus herramientas y recursos, y no hay un solo aspecto que se olviden de explotar.

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Ese respeto por el género es una de las razones de su efectividad, pero no la más importante. Era algo que ya podía verse en el trailer, que ya funcionaba ahí y no aseguraba el éxito final. Donde aciertan enormemente es en tomarse en serio no solo el formato, sino sus personajes. El universo de Hanover High y todos sus individuos son respetados e integrados a la historia con naturalidad. Al evitar actores conocidos o ubicables en otras obras, la frescura de American Vandal es total. Suena a básico, pero el elenco funciona no solo por sus dotes actorales (que son excelentes en cada instancia) sino por la novedad que todos presentan: no hay una sola cara reconocible. Los personajes son creíbles doblemente: por las capacidades de los actores, y porque efectivamente, nunca los vimos antes en otra cosa. La serie explora estos personajes con tiempo, involucrándolos en la historia de a poco, y sacando el jugo de cada secundario. Dylan Maxwell, el salame jodon, y Peter Maldonado, el nerd con aires de importancia, son los protagonistas, pero cada arquetipo es utilizado sin burla, desde los profesores (el joven que quiere parecer copado es maravilloso) a todo el espectro posible de alumnos, y todos son tratados con el mismo rigor, hasta los más laterales (el chinito que todos quieren, otro gran éxito) . Con el correr de los capítulos, las tramas entre ellos se bifurcan y expanden, contando enamoramientos platonicos, peleas antiguas y un gordito que inexplicablemente estuvo con las mejores minas. Hanover se convierte entonces en un mundo consistente y real, y uno se sorprende al darse cuenta que sigue la serie no solo para reirse: quiere saber quien dibujó esas pijas.

Cuando el capitulo final culmina en un tono más grave que el resto de la serie, con las conclusiones de Peter y el devenir de sus personajes principales, no se siente como una traición o compromiso de los creadores por estas mismas razones. La clave de la comedia es, siempre, tomarsela muy en serio.

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