Cobra Kai – Tercera Temporada

Por Rodrigo Martín Seijas

Cobra Kai S03
EE.UU., 2021, 10 episodios de 40′
Creada por Josh Heald, Jon Hurwitz & Hayden Schlossberg 
Con William Zabka, Ralph Macchio, Courtney Henggeler, Xolo Maridueña, Martin Kove, Tanner Buchanan, Mary Mouser, Jacob Bertrand, Gianni Decenzo, Nichole Brown, Vanessa Rubio, Rose Bianco, Hannah Kepple, Griffin Santopietro, Diora Baird, Randee Heller, Ed Asner, Dan Ahdoot, Bret Ernst, Joe Seo, Annalisa Cochrane, Kwajalyn Brown, Bo Mitchell, Jonathan Mercedes, Owen Morgan, Ken Davitian, Candace Moon, Vas Sanchez, Peyton List, Paul Walter Hauser, Aedin Mincks, Khalil Everage, Nathaniel Oh, David Shatraw, Kim Fields, Rob Garrison, Ron Thomas, Tony O’Dell, Cameron Markeles

Never dies

La tercera temporada de Cobra Kai se enfrentaba a un desafío ciertamente importante: delinear una trama que estuviera a la altura de las variadas -y siempre altas- expectativas abiertas a partir del desenlace de la temporada previa. Vale recordar que había tenido lugar una masiva pelea en la escuela entre los alumnos de los dojos Cobra Kai y Miyagi, con consecuencias de todo tipo: Miguel herido y en coma; Robby huyendo luego de haberlo lastimado; Kreese arrebatándole el dojo a Johnny; y Daniel viendo que ocurría exactamente lo contrario a lo que buscaba. Y estamos hablando solo de las repercusiones principales.

Lo cierto es que a la tercera temporada le cuesta bastante energía -y tiempo- reacomodarse, o más bien, mostrar a los personajes reajustándose y curando las heridas. Tenemos entonces a Miguel tratando de recuperarse de las heridas de su caída, que lo dejaron casi paralítico; a Robby buscado por propios y extraños; Amanda lidiando con los traumas de la violencia que sufrió, pero también ejerció; y Tory procurando mantener a su familia como puede luego de haber sido expulsada del colegio. Lo enumerado previamente es apenas el puntapié inicial, con Daniel y Johnny haciendo toda clase de malabarismos para reconstruir lo que se ha roto, mientras Kreese hace su propio juego, ejerciendo su poder a fondo. Hay muchas subtramas, incluida una donde Daniel viaja a Japón para salvar su negocio y termina retornando a Okinawa en una especie de trayecto espiritual, que incluye reencuentros con Kumiko (Tamlyn Tomita) y Chozen (Yuji Okumoto), dos personajes claves de Karate Kid Parte II. En esa dispersión de personajes e historias, la serie amenaza con perder su consistencia y le toma prácticamente su primera mitad -unos cinco episodios- encarrilarse apropiadamente. 

Sin embargo, una serie de factores comienzan a jugar a favor para que la serie pueda ir uniendo las líneas narrativas y recuperando solidez a medida que se encamina a las instancias decisivas. En primera instancia, la vuelta de Daniel desde Japón con el equilibrio recuperado, mientras Johnny retoma su rol de sensei para con Miguel, aunque eso implique que pierda una nueva (¿y última?) chance de ser el padre que merece Robby. En segundo lugar, la lucha -discursiva y política- para que no se suspenda el Torneo de All Valley, que ha jugado un rol decisivo en las trayectorias de los campeones Miguel, Daniel y Johnny. Tercero, la reaparición de Ali -perfecta performance de Elisabeth Shue-, el interés romántico de la primera parte de Karate Kid, que en tan solo unos minutos consigue hacer confluir las miradas de Daniel y Johnny. Por último (quizás lo más relevante), una sucesión de flashbacks puntuales y precisos que indagan en el pasado de Kreese: su romance con una chica en su juventud, su reclutamiento para el Ejército y su participación en la Guerra de Vietnam, que sentaron las bases para convertirlo en ese sobreviviente nato y despiadado al que amamos odiar.

Es que quizás el mayor hallazgo de la tercera entrega de Cobra Kai es cómo convierte a Kreese no solo en el villano principal, sino incluso en el protagonista encubierto. Él es el que siempre está moviendo los hilos, incluso cuando no está en la pantalla, todos están hablando de él o actuando en función de lo que él hace. Si el punto de partida de la serie había sido revelar cuán relevante y complejo podía ser un antagonista como Johnny Lawrence, como podía aportar su versión de la historia y ser el héroe a su manera, con Kreese ejecuta un giro similar, aunque un poco más retorcido. Si Johnny y Daniel encuentran por fin un punto de coincidencia en verlo como la representación de todo lo que está mal, él se ve a sí mismo como la encarnación de lo justo, lo lógico, lo real y necesario. El lema “Strike first, strike hard, no mercy” (“golpea primero, golpea fuerte, sin piedad”) marca entonces la pauta de su pensamiento: en un mundo dominado por la pérdida y el dolor, él prefiere marcar las reglas que deben seguirse antes de que los otros lo hagan. En consecuencia, hay un enfrentamiento entre visiones éticas, con un nuevo retorno, otra vuelta al pasado para enhebrar un futuro renovado, en una serie que ha reflexionado constantemente sobre los movimientos narrativos en bucle. El final de la tercera temporada de Cobra Kai deja todo abierto para un choque decisivo en una nueva edición del All Valley, en una cuarta entrega que promete el regreso de otro personaje emblemático de la saga cinematográfica. Podría ser tranquilamente la última temporada, aunque se ha mencionado que hay planes generales para seis temporadas. Posiblemente el movimiento correcto sea cerrar todo en ese enfrentamiento deportivo, ético, moral y afectivo, luego de haber hallado un productivo nuevo camino para los protagonistas. Aunque claro, no debe dejar de tenerse en cuenta que Cobra Kai nunca muere, que luego de décadas ha logrado revitalizar a la franquicia original y que todavía da pelea, sin piedad.

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