#Diálogos: The Mandalorian

Por Varios Autores

The Mandalorian
EE.UU., 2019, 8 episodios de 40′
Creada por Jon Favreau
Con Pedro Pascal,  Gina Carano,  Giancarlo Esposito,  Emily Swallow,  Carl Weathers, Omid Abtahi,  Werner Herzog,  Nick Nolte,  Kyle Pacek,  Brendan Wayne, Bernard Bullen,  Alexandra Manea,  Luis Richard Gomez,  Jamal Antar,  Tait Fletcher, Tony Taboada,  Mark Boone Junior,  Bill Burr,  Julia Jones,  Dominic Pace, Gary Sievers,  Natalia Tena,  Taika Waititi,  Wen Ming-Na

El peligroso juego de las referencias múltiples

Por Federico Karstulovich, Sergio Monsalve, Ariel Esteban Ramos y Rodolfo Weisskirch

SM: Siento que es la serie de la expansión global de Disney en streaming. En tal sentido construye un artefacto que, como las primeras películas silentes, puede funcionar en todo público, a escala universal, aprovechando el canon de la franquicia. Los tres primeros capítulos establecieron una base, con unos personajes empáticos, que posteriormente fue cediendo a una escritura más plana y redundante en la relación de Mando con el pequeño Yoda. Hay un manejo de un lenguaje mudo que me recordó el primitivismo que catapultó a Lucas con su primera trilogía, jugando con el humor de la pareja dispareja, lo cual sostiene la serie por sus primeros capítulos. Después empiezan a expandir la rutina, para cumplir con los episodios de la temporada, y el chiste se hace predecible, amén de unas tramas perezosas y rutinarias con algunos secundarios realmente prescindibles. El puente de la serie es endeble, reconociendo que la fortaleza argumental radica entre el inicio y el remate. Y Obvio que Jon Favreau ha ido depurando su “estilo” en Disney, tras el fiasco creativo de El Rey León, que fue como el campo de entrenamiento para Mandalorian, que se queda con el hueso del wéstern espacial del jinete pálido que se redime en el encuentro con el baby de diseño.

FK: Creo que tal y como dice Sergio lo de la serie fue de mayor a menor. Creo que se debe a que inicialmente se asentaba en estrategias narrativas probadas y a las que apelaba con bastante elegancia y sutileza (en particular en Western). El problema sobreviene con que la serie, si bien tiene un showrunner, es un producto multicéfalo. Y el resultado, en ese sentido, es muy irregular. Con puntos altisimos cuando confía en personajes y acciones. Con puntos muy bajos cuando depende de las verbalizaciones de turno que todo lo confunden. Y si bien es cierto que los primeros dos y los últimos dos capítulos son los que se acercan a un espíritu más clásico, toque hay en el medio tiende a estandarizar los lugares comunes del universo expandido de Star Wars. Y eso es un problema a la larga porque se preocupa demasiado por construir marketing antes que por desarrollar personajes debidamente

The Mandalorian Vfx Ue4 1

RW: A diferencia de lo que dice Fede, para mí The mandalorian fue de menor a mayor.En primer lugar, porque en vez de buscar una identidad, sentí que durante 6 capítulos se dedicó a “homenajear” más que a desarrollar una historia o personajes. Pero eso lo encuentro desde el primer episodio. Las referencias estaban siempre tan en primer plano que y de manera tan subrayada que sentí mucho mayor preocupación porque quede claro el tono y la cita, que el diseño del micromundo queda reducido a un par de referencias a los Caballeros del Rey Arturo o la mitología japonesa. Además que todo esto, lo desarrollo con menor obviedad, el propio Lucas con sus trilogías. Y por otro lado está el cálculo. Baby Yoda es carismático, divertido, pero es un golpe de efecto, re formulado. Tener a Weathers y Herzog en el elenco es un guiño para los más cinéfilos. No encuentro en los propósitos de la serie, demasiadas diferencias a las de la primera temporada de Stranger Things. Recién en los dos últimos episodios sentí que la serie empezaba a tomar automatía. El resto de los episodios, si bien tampoco son aberrantes, no tienen otro propósito que el de un pasatiempo olvidable y pasajero. No hay lugar para la tensión o algún tipo de construcción intelectual. Todo aquello que le criticas a Episodio IX está presenta y con más huequedad a lo largo de esos 6 episodios iniciales, (a nivel personal me gustó mucho el 6 por la conexión con el cine de Carpenter y el Episodio IV, pero honestamente me pareció un poco vacío también). Los dos últimos episodios, en cambio, empieza a haber una mirada, la narración comienza a tener una coherencia propia, y sin duda, la mano de Waititi en el último capítulo es palpable. El diálogo inicial me hizo recordar a una anécdota que contó Nacho Vigalondo en Mar del Plata, de como le quitaría la solemnidad a la última trilogía. Me parece que para una segunda temporada, a Favreau le vendría bien la asociación con Waititi, ambos como frontrunners. Ese es el camino.

AER: Creo que pese a las críticas que se le puedan hacer a Disney, pese a los altibajos de guión, pese a todos los lógicos sacudones en un producto tan tironeado por la expectativa, la intención seminal de Favreau es exitosa en lo esencial. Hay un rincón de nostalgia estética legítimo, a mi juicio mejor localizado, ligado a una memoria generacional. Una suerte de vuelta al origen más fácil, más básica y por eso quizá más productiva. El Far West ya estaba sugerido en el paisaje desértico de Tatooine y aquel Saloon en donde Harrison Ford se carga a Greedo. Este escenario de frontera, de limbo en donde y desde donde los poderes del Imperio y la República buscan rearmar su influencia, me parece narrativamente mucho más fértil. Quizá porque toma distancia de la narrativa grande, la gran lucha rojo/azul de la fuerza que en la última trilogía viene con gusto a repetido, y ahora elige instalarse en una zona muy periférica, casi una side story digna de una serie de animación o de librito para hiperfans. No dudo de que Mandalorian va a terminar inscribiéndose en algún orden moral clarito y Disney, pero se permite partir desde un gris (un violeta, para seguir con la analogía cromática), desde un “es complejo” light, manejable, donde el imperio claramente es el mal pero la República todavía no aparece del todo como el bien: varios de “los buenos” dicen temer al engranaje de la Nueva República. Esta ambigüedad era territorio casi exclusivo de Han Solo, un personaje excepcional que, en retrospectiva, se polarizó hacia el bien de forma tan rápida y predecible (¡y además lo mataron!) que se quedó sin nafta y hubo que inventarle una historia de origen para mostrarlo en su arrabal de juventud, para complicar un poquito su psicología de chanta de buen corazón. Ojalá que el universo de Mando no rinda tan rápido la ciudadela de las contradicciones, por livianas que puedan ser.

Por Qué Los Mandalorian No Pueden Quitarse El Casco

SM: Otro tropo que podemos discutir es el del progresismo buen salvaje de la serie. En algún momento vira hacia la metáfora postvietnam que tanto se subrayó en El Retorno Jedi, cuando la fuerza colectiva organiza el desplome de las invasiones clónicas y robóticas en la versión Disney de los tristes trópicos. Me resultó uno de los argumentos forzados de la saga, claramente implícito en la recuperación del nuevo mesías. Baby Yoda personifica la ideología populista de Mandalorian, su visión esperanzadora de un humanismo que se esconde en la decadencia industrial. Presiento que Disney sigue afectada por su complejo de culpa y que busca expiarlo por vía de un clásico entramado demagógico.

Finalmente coincido en que la serie se asienta en un espíritu Fordiano de encanto y desencanto épico que revitaliza la esencia de la franquicia, llevándola por un terreno seguro de nostalgia por unos géneros que ya no consiguen enganche en el último Hollywood. Cruzar aventura con algunos giros de buddy movie, favorece el armado de los episodios, que se integran a la lógica minimalista del showrunner, cuyo mérito radica en depurar y agregar solo lo necesario en tramas y secundarios.

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FK: Concuerdo con el càlculo cinéfilo.que menciona Rodo, pero a su vez creo que la potencia mitopoetica de lo narrado termina por imponerse. Por eso lo mejor de la serie es casi mudo, como si trabajara sobre una superficie lisa, pulida, sobre la cual busca abrir, deaesperadamente, una nueva vía narrativa. No hay (excepto por Yoda) mayor progresión sobre ninguno de los grandes ejes de la trilogía original ni la pre cuela ni las secuelas. Si, naturalmente, hay un diálogo con el universo expandido. Pero me parece que en los primeros capítulos hay mas contención, algo que narrativamente le da mayor autonomía a lo que vemos. También acuerdo que el Tandem Waititi-Favreau es el camino a seguir para oscilar entre lo clásico y la auto conciencia, que es un rasgo elegante y elíptico en la serie. A su vez es cierto lo que dice Ariel sobre la periferia. Me atrevería a decir que es lo que mas defiendo de SW: los laterales, las historias con una lógica inacabada de serial antes que el melodrama familiar insufrible. Ahi es donde películas como Rogue One son el camino por el cual entiendo debe ir The Mabdalorian. Y creo también que es muy acertado pensar en estos personajes sarmientinos de frontera, que desdibujan de manera productiva esa moral puritanoide de Lucas. Es el mejor camino el del arrabal. Por eso me lamento cuando Mando tiene pasado. Merece tener menos historia que Adán. Es cierto que detràs de baby Yoda hay un potencial intento de humanizar y pacificar lo que sabemos que siempre ha sido violencia. Lamentablemente no creo que Disney renuncie a ese costado demagogico y un tanto populista que le impregna a sus productos. Esa necesidad de aplicar una marca que dialogue con su tiempo y que haga que la incorrección politica no se imponga. En este caso, como en la trilogía última, la violencia es redimida por aspectos personales, pero no está el cuestionamiento de proyectos laterales como Rogue One. Quizàs esa depuración retro que tanto disfrutamos sea también el producto mas claro del cálculo al publico para el cual está pensada la serie: El que va de los 20 y tantos a los 40 y tantos. Para los niños y adolescentes sin cinismo queda la superficie narrativa

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RW: A Disney le encanta darnos huérfanos. Jin huérfana, Mando huérfano, Han, huérfano, Rey huérfano. Baby Yoda… Por ahora huérfano. Por qué todos los antihéroes de Star Wars tienen exactamente el mismo origen, especialmente los de la generación Disney. La demagogia pasa por repetir siempre la misma fórmula. Nadie es verdaderamente recio si no se crío en las calles luchando por un pedazo de pan. Pero Luke y Leía tuvieron hogares adoptivos con familias tradicionales. Incluso Anakin. Lucas apelaba mucho menos a eso. Pero en este universo amplificado. Ya sea a cargo de Edwards, Abrams, Howard, Johnson o Favreau, los orígenes se mimetizan. Y ahí es donde Disney también impone un sello similar con Marvel. Tony Stark pierde a sus padres, Peter Quill también. El parricidio y matricidio son fundamentales para atravesar el abusado camino del héroe. Y The Mandalorian no le escapa a eso. Sí, el protagonista odia los droids hasta que uno le salva la vida y llora por su perdida (me recuerda a la relación de Valiant con dibujos, en Quién engañó a Roger Rabbit?). Todo debe ser explicado. La serie no escapa de las fórmulas clásicas. Las confirma con mucho orgullo de pertenencia. Y aún así es tal el nivel de concientización, que no queda análisis alguno por delante.

AER: Siguiendo con el tema huérfanos, al lado de lo que Disney nos ha hecho con Bambi, esto es una caricia. Pero justamente al poner en primer plano la orfandad, no deja de exprimir toda una galería histórico-mítica de modelos de paternidad (y de sus daddy issues inevitables), y en esto The Mandalorian entronca no sólo con Disney (¡Buscando a Nemo!), sino con el resto de la saga Star Wars: Anakin hijo de la fuerza (padre ausente: Cristo-Dios Padre), Anakin y Obi-Wan (maestro/tutor-discípulo), Baby Yoda y Mando (paternidad-discipulado con alusión a un mesianismo mosaico y tal vez a un José de Nazaret de afectos complicados), y la más famosa, Luke y Darth Vader (misterio revelado y destino, un Edipo que por poco reemplaza madre por hermana).
Cuando Rodo habla de las fórmulas clásicas, diría que tiene razón, pero también que el repertorio es profundo y amplio. Salieris de Campbell, pero con cierto nivel. En cierta forma, todo esto está muy en la línea de lo que simboliza la saga completa como ícono de la cultura pop, un lugar de reunión masculino e intergeneracional (a pesar de la novedad de Miss Jedi en la última trilogía, OK). Como un segundo sentido de la expresión buddy movie en donde cualquier desfasaje de lecturas se sintetiza en una adolescencia nerd compartida que suma capas y capas. Volviendo a papá, en The Mandalorian nada parece indicar que Baby Yoda-Moisés-Mesías vaya a convertirse en un Edipo verde, contra su reluciente figura paterna. Pero no puedo dejar de pensar en este punto en algo que me hace ruido acá, una referencia musical muy fuerte: uno de los leitmotivs musicales más recurrentes en la serie conecta directamente con el Edipo Rey de Igor Stravinsky. Si el compositor (a quien la referencia no puede o no podría serle ajena) lo pensó así, qué simpático. Si no lo pensó, y el link no es consciente, maravilloso. Podemos volver luego sobre la cuestión padre-hijo y las lecturas generacionales desfasadas, pero no quiero dejar de mencionar antes un par de comentarios sobre la banda sonora: es un pastiche sónico maravilloso lleno de iconicidad western, una escritura armónica y rítmica por momentos muy retro, muy serie de los 70’s aunque excluya del orgánico (los instrumentos de que se sirve) justamente las sonoridades más típicas. Alusiones a Blade Runner, a los silbidos del Spaghetti, algún condimento melódico indio… pinceladas de mundo global. Si John Williams era la modernidad, el score es claramente posmo y su funcionamiento argumental es más sencillo: más cerca del noticiero que de la ópera. El pastiche del vestuario y la escenografía, como ya es costumbre en Star Wars con las referencias japonesas, refunde ahora otras latitudes. Particularmente llamativo es el elemento nórdico en la sociedad subterránea de los supervivientes mandalorians, con su sacerdotisa herrera, con piel al hombro y casco ligeramente vikingón, su código oral, su dedicación marcial. Y no puedo no mencionar el escenario del tiroteo del primer rescate: un rancho mexicano extraterrestre que hasta pareciera tener un aljibe. Sincretismo expandido.

SM: Por último, disfruté cada sección de créditos como un reconocimiento al arte de los ilustradores y dibujantes de la compañía, evidenciando las deudas de Mandalorian con la estética de los manga y el animé japonés. Cada capítulo cierra con las principales viñetas de la acción dramática, en el idioma universal de los cómics y las primeras composiciones barrocas para el llamado cine antes del cine. El profesor Román Gubern se daría un enorme gusto descifrando las múltiples relaciones entre el bisonte y la realidad virtual de la serie. Después de todo, el streaming de Disney imprime su leyenda a través de la tradición que se cultivó en la era del 2D.

FK: Concuerdo con Rodo en relación al aspecto Marvel de todo este asunto. Como si hubieran aprendido que detrás de todo este asunto de SW puede haber un relanzamiento aún más poderoso que el que supo tener la saga en toda su historia. Y desde ese punto entiendo que se vuelve a imponer un sistema mucho más planificado (o al menos de forma mas obsesiva) que el de Lucas. No pueden volver a correr el riesgo de armar nuevos nichos dependiendo de voluntades oscilantes. Por eso creo que hay un sistema de repeticiones. Y The Mandalorian no está exento de esto. Quizás sea uno de sus puntos más flojos: todos los hilos quedan en evidencia. Y quizás eso hace que ese componente de orfandad no tenga el mismo efecto emocional. Ahí es donde creo que la serie pierde: se olvida que un arquetipo es un arquetipo, si. Pero si no es llenado con un mínimo de empatía y proceso dramático, también corre el riesgo de que se nos convierta rápidamente en un estereotipo fugaz. Y creo que la serie sufre eso con Mando. Y desesperadamente busca compensar a fuerza de flashbacks cargados de anabólicos narrativos. Al mismo tiempo, en esta dirección abarcativa en múltiples direcciones, entiendo la intuición musical que mencionaba Ariel. Ya sea voluntario o no hay un componente multicultural aquí que busca una suerte de composición narrativa que funcione universalmente. En este aspecto creo que ese pastiche posmoderno que mencionaba Ariel define perfectamente al horizonte de la serie: ser un producto para todos, pero al mismo tiempo para nadie en particular. Hay, en cierta medida, un miedo que esto me genera. Y es el que diferencia al multiculturalismo del cosmopolitismo. Yo creo que TM tiene ambos, pero mi temor es que el primero logre imponerse silenciosamente sobre el segundo (para asegurarse representatividad contra cualquier tentativa de universalidad blanca, anglosajona, de tradiciones culturales dominantes y todo el discurso psicopatón del progresismo contemporáneo que si pudiera te quemaría las tradiciones culturales de occidente por tener a demasiados hombres blancos dando vuelta). Esa señal de alarma se me prende cuando la serie busca ser más abarcativa que narrativa. Y el score, hermoso por cierto, también puede ser un emergente de ese problema (aunque en clave sonora y de modo menos perceptible de lo que pensamos).

AER: Entiendo lo del arquetipo abstracto, pero en este caso es una de las batallas más ruidosamente o vergonzosamente perdidas, por lo populachero y eficaz de la estrategia. Cito a Herzog sobre baby Yoda: “dolorosamente bello”. Klaus Kinski estaría despistado, y yo también. Respecto de los debates de la histeria progresista, Star Wars no está libre de pavadas públicas como para cortarse las venas con el sable láser, como cuando acusaron a la saga de racista porque Darth Vader era negro y malo, pero cuando se redime al final se muestra que es un hombre blanco. De hecho, algo que me gustó de Star Wars desde siempre es esa área entre la indiferencia absoluta que es la contracara de la pica o mala onda generalizada entre las miles de razas que van apareciendo. Por eso para mí fue una llamada de atención aquella cuestión con los gungans, que es pura corrección política. Ese tipo de gestos diseñados son lamentables. The Mandalorian parece plantear la representación del otro en un lugar más seguro con su desconfianza por los droides. No descarto que alguien se ponga a bucear en imdb para ver si la voz del robot cazarrecompensas devenido enfermera pertenece a un blanco, a un negro, a un chino o a un aborigen americano y lo relacione luego con el medio color rusty de su carrocería. Una nota personal: a mi hijo le encantó, cosa que me alegra y me preocupa, porque era hipercrítico con las variables de época de la trilogía original. Ganar un compañero para ver estas cosas me costó la conciencia de que a sus ojos somos fans de algo así como Bonanza.

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