The Sinner
EE.UU., 2017, 8 episodios de 60′ aproximadamente
Creada por Derek Simonds
Con Jessica Biel, Bill Pulman, Christopher Abbott, Dohn Norwood, Abby Miller, Danielle Burgess, Enid Graham, C.J. Wilson, Jacob Pitts
El silencio de los corderos
Por Hernán Schell
A esta altura no es muy difícil ver que las series americanas han tomado la posta que el cine mainstream de los últimos años parece haber abandonado casi por completo: la de hacer un producto adulto con aspiraciones masivas. A esto se le suma otra cosa: que ciertos géneros clásicos como el policial, que el cine abandona cada vez más, vuelve a retomarse de formas particularmente creativas en algunas series, como si este formato se estuviera dando cuenta que aún puede decirse algo nuevo tomando como bases esquemas muy clásicos. The Sinner es uno de esos casos.
Su propuesta de policial es en principio rara. Su argumento gira en torno a un asesinato brutal, pero el tema ahí no es quien mató a la persona (sabemos desde el vamos que es una chica llamada Cora Tannetti), sino más bien qué llevó a esa persona a matar brutalmente a otra. A partir de ahí vamos viendo el pasado de Cora: su niñez, su adolescencia, su relación con su hermana y sus padres, sus cambios de vida y un largo etcétera. La serie no es precisamente perfecta. Adolece de un exceso de solemnidad (no recuerdo un solo chiste en sus ocho capítulos) y en algunos momentos puede volverse demasiado sentenciosa y sobreescrita. También The Sinner expone otra cuestión que a primera vista podría parecer un problema pero que en verdad termina siendo una virtud: una lógica casi pavloviana a la hora de explicar las acciones de algunos de sus personajes. Pasa por ejemplo con el (llamémosle) “sistema de ataque” de Cora. Seré más claro CUIDADO QUE LO QUE VIENE ES UN SPOILER: en la serie se muestra que Cora apuñaló a su víctima usando un mismo patrón de movimientos y yendo siempre a las mismas partes del cuerpo. A esto la narración lo explica mostrando que proviene de un trauma oculto en la cabeza de la protagonista. Cuando vi esto por primera vez no pude evitar sentir cierta pereza en el guión de The Sinner, como una mirada psicologista un tanto básica y reduccionista. Pero repensada esa propuesta me di cuenta que había algo de coherente en esa idea. Y es que al fin y al cabo lo de Cora es mucho más un impulso inevitable que un hecho moralmente repudiable. Y teniendo en cuenta esto, sus acciones son ya no sólo difíciles sino imposibles de repudiar. Lo curioso de todo el asunto es que ese impulso motriz parece extenderse a varios crímenes (incluso algunos bastante horribles) que suceden a lo largo de la serie. En The Sinner, los delitos son o accidentes imposibles de ser prevenidos, o, en todo caso, actos que explotan a partir de una necesidad casi instintiva de proteger a un miembro familiar. De ahí también que uno de los grandes aciertos de la dramaturgia de esta serie es que el único personaje sobre el que genuinamente se cargan moralmente las tintas sea la madre de Cora: una fanática religiosa símil madre de Carrie, la hiperreligiosa de la novela de Stephen King (y de la película de De Palma), que cree de manera enceguecida en la existencia de un Bien y de un Mal (en mayúsculas) fácilmente diferenciable. Tal es su grado de fanatismo incluso que no admite que ciertas desgracias puedan venir por el azar y sostiene que todo proviene justamente de acciones que Dios castiga o premia.
Como contraparte de esto está el detective Harry Ambrose (un Bill Pullman en una actuación excelente y contenida), personaje obsesionado con buscar la verdad al mismo tiempo que imbuido en un espíritu de melancolía infinita y que mira todo con la vara de quien está imposibilitado de juzgar. En un momento de la serie, uno de los personajes le insinúa a Harry que la razón por la que se obsesionó con resolver el caso de Cora es porque se siente atraído hacia ella. Uno podría pensar que esto es perfectamente posible, más aún cuando la actriz que interpreta a Cora es Jessica Biel, usualmente despampanante en las películas que participa pero aquí particularmente deserotizada. Pero en verdad en ningún momento podemos sentir la menor tensión sexual entre el detective y la victimaria. Antes que eso, uno especularía -y digo especularía porque la serie tiene la elegancia de nunca mostrar los verdaderos motivos de porque Harry quiere defender a Cora-que lo que sucede es que el detective sabe identificarse con el impulso (auto)destructivo de la propia protagonista. Después de todo, la serie va a mostrarnos cómo, en varios momentos, Harry practica un sexo sadomasoquista y, vinculado a lo anterior, cómo ese sadomasoquismo no sólo lo daña físicamente sino que termina arruinando su matrimonio y poniéndolo en más de una situación al borde de la muerte. Harry, además, no puede más de buen tipo, y ese sadomasoquismo no está visto como un “lado oscuro” o siquiera un secreto terrible, es parte de un impulso tan irrefrenable como el que tuvo Cora, otra chica que al fin y al cabo no es otra cosa que buena gente. Si esta serie desconfía tanto del pecado (de ahí que su título original “el pecador” no pueda ser más irónico) es porque cree sencillamente que hay cosas que no se deciden, acciones malas que surgen porque a uno no le queda otra, porque hay accidentes, porque una crianza lo llevó a eso, por amor a los hijos y un largo etc…Desde este punto de vista, quizás lo más raro de The Sinner (y esto no casualmente la vincula con una gran serie de 2017 como Mindhunter) es que sea un policial negro que no se basa en la idea de un mundo malvado, sino de un mal que viene sin intención, que sale de buenos tipos, con buenas intenciones, buenos amigos, a veces buenas familias y buenas vidas, que simplemente -y como dijera el famoso Norman Bates- tienen como todos la posibilidad de volverse locos a veces y sin ninguna explicación aparente.
