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The Vow (parte 2)

Por Ludmila Ferreri

The Vow


EE.UU., 2020, 9 episodios de 55′ 
Creada por Karim AmerJehane Noujaim
Con Catherine Oxenberg, Anthony Ames, Sarah Edmondson, Bonnie Piesse, Mark Vicente

La postergación y el entusiasmo

HBO anunció una segunda temporada de The Vow mientras nos distraía con las derivaciones del capitulo a capitulo de la primera. Sea como fuere, ahí donde nos prometió 10 episodios el asunto se detuvo en 9. Y la espera absurda llego a su fin con postergación: “ah, se terminó así? Ya está?”. Por lo pronto debe tratarse de la serie con mayores dilaciones y estiramientos que recuerde haber visto en mi limitada existencia (y acaso poco importe). Pero aunque no lo crean no se trata de un dato menor: toda la segunda mitad de la serie no hace sino jugar con los tiempos y su prolongación. Y lo hace sencillamente por un motivo: cuanto más se acerca al presente (si bien la serie va y vuelve a lo largo de casi 20 años o más), más tiempo precisa para hacernos esperar al cierre, que es previsible y que se da casi en paralelo a nuestro proceso de visionado del material (el final se filma en la última semana de julio y para la primera de agosto comienza a emitirse). En ese juego en el que todo podía salir muy bien o muy mal la serie nos obliga a participar incluso aunque no lo querramos, porque su formato de emisión es uno que refiere a otra época, cuando semana a semana nos enterábamos de los hechos. El tema es que no estamos acostumbrados a ese formato de emisión con un caso real en proceso.

The Vow

Hay que sacarse el chip del formato streaming y adoptar el de finales de siglo XX. Ok. Ahora bien: esa percepción cambia de fondo las limitaciones de la serie en cuestión? La realidad es que no. En todo caso lo único que hace es obligarnos a volver a ella como novia despechada/nostálgica que no puede despegarse. Y mientras nos brinda los capítulos en cuotas (un hallazgo lo de Gustavo Noriega diciendo que ver The Vow es como pagar una hipoteca) en el medio hacemos otras cosas, vemos otras series, más películas y así. Porque la serie decide tratarnos mal. Y no por su formato anticuado, sino porque amén de su modo de emisión cada capítulo elige postergar cosas indefinidamente. O peor aún: elige hacer de las balas de salva balas reales, es decir, sobreactúa (como se decía hace muchos años cuando algunos medios se referían a las atajadas de Hugo Orlando Gatti: estimades centennials, googleen). En esa sobreactuación de nos impone un modo de acompañar los hechos sin entusiasmo: vivimos sin entusiasmo las denuncias, vivimos sin entusiasmo el acceso a información sobre el pasado del líder de la secta, vivimos sin entusiasmo el avance de la causa, vivimos sin entusiasmo la culpa.

Thevow Ceremony

De a poco, casi sin darnos cuenta, ingresamos en el terreno del desinterés. En algún momento me puse a pensar en Wild Wild Country: por qué aquella serie con 6 episodios era adictiva y esta con 9 se vuelve un ascenso a 90 grados? Posiblemente porque aquella se dedicaba a confiar narrativamente en los hechos y los disponía en una literalidad pasmosa, que nos obligaba a descubrir las cosas junto a los protagonistas (incluso habiendo entrevistas en el presente).The Vow, en cambio, precisa de el andamiaje que le provee todo flashforward: algunos personajes escaparon, sobrevivieron y son los responsables de llevar adelante la denuncia. Al mismo tiempo la secta sigue en pie. Al mismo tiempo hay muchas cosas por resolver en el interior de la misma. Al final de cuentas no hay mucho más que descubrir: está todo dicho. Sólo queda la espera de lo inevitable. Por eso la espera y la anticipación son el único par de armas medianamente eficaces que tiene esta serie en su segunda mitad. Y así las cosas (a diferencia de sus primeros capítulos que son bastante más lineales) en algún momento el globo se desinfla porque en el fondo no hay mucho más que contar.

Recién en el último episodio, con la caída, es donde la serie vuelve a entender que debe reconectar con el presente, con su tiempo. De esa forma el capítulo 9 se convierte en un pequeño thriller de caza del ratón. En ese momento The Vow recupera ciertamente la memoria de lo que pudo haber sido pero que decidió extraviar en el camino a cambio de una sucesión indivisa de burocracias narrativas, argumentales y, especialmente, especulaciones de mercado: tenernos atados dos meses y pico a una pequeña gran decepción.

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