EE.UU., 2021, 91′
Dirigida por Nia DaCosta
Con Yahya Abdul-Mateen II, Teyonah Parris, Nathan Stewart-Jarrett, Colman Domingo, Kyle Kaminsky, Vanessa Williams, Rebecca Spence, Carl Clemons-Hopkins, Brian King, Miriam Moss, Cassie Kramer, Mark Montgomery, Genesis Denise Hale, Rodney L Jones III, Pamela Jones, Hannah Love Jones, Tony Todd, Torrey Hanson, Ireon Roach, Deanna Brooks, Mike Geraghty, Nadia Simms<\/p>\n\n\n\n
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Qu\u00e9 dif\u00edcil no molestarse con esta secuela de Candyman <\/em>(Bernard Rose, 1992). Por qu\u00e9? Porque su operaci\u00f3n es una negativa del cine, como sus planos invertidos de la secuencia de cr\u00e9ditos de apertura. La versi\u00f3n 2021 es hom\u00f3nima y como tal borronea lo que la de 1992 constru\u00eda con ideas, potencia e inteligencia. La versi\u00f3n producida y coescrita por Jordan Peele se trata de una pel\u00edcula que impone el discurso pol\u00edtico como condici\u00f3n para que exista el cine. Quiz\u00e1s ese sea uno de los principales motivos por los que resulta incapaz de generar un clima aterrador, -las decisiones de la puesta en escena de la directora son vistosas a la vez que agotadoras, porque todo el tiempo percibimos el aliento de la alegor\u00eda detr\u00e1s de cada fotograma. La mirada que propugna Da Costa-Peele sobre la problem\u00e1tica social\/racial de Estados Unidos no solo es problem\u00e1tica (en el peor de los sentidos) sino que tambi\u00e9n resulta peligrosa por el grado de puerilidad con el que piensa la violencia racial y el resentimiento como sistema de justicia social. <\/p>\n\n\n\n Pero vayamos por partes.<\/p>\n\n\n\n La primera Candyman<\/em> se estrena en una \u00e9poca de transici\u00f3n para el cine de terror: ya hab\u00eda pasado la euforia por el cine slasher<\/em> que hab\u00eda dominado la d\u00e9cada del ochenta, los monstruos que hab\u00edan aterrado aquellos a\u00f1os buscaban reinventarse sin \u00e9xito -tal es el caso de Jason goes to hell <\/em>(Adam Marcus, 1993)- y el \u00e9xito de El silencio de los inocentes <\/em>(Jonathan Demme, 1991) hab\u00eda restituido cierto prestigio al terror psicol\u00f3gico, sino que inst\u00f3 a que el publico buscara otras historias, y por supuesto nuevos iconos m\u00e1s cercanos al presente.\u00a0<\/p>\n\n\n\n De alguna manera, incluso habiendo desarrollado luego una carrera ireegular, Bernard Rose concibi\u00f3 un milagro y entendi\u00f3 la demanda de cambio. Para eso adapto el cuento “<\/em>The Forbidden”, de Clive Barker, a la idiosincrasia de su pa\u00eds, pero sin olvidar dos cosas importantes: la cinefilia como base y el terror como necesidad cat\u00e1rtica para los espectadores.<\/p>\n\n\n\n Candyman<\/em> (1992) se trataba de un puente entre dos mundos. El de la protagonista Helen introduci\u00e9ndose (muy al estilo de los personajes de William Friedkin) en un lugar que le era ajeno -recordemos que se trataba de una mujer blanca de clase alta que entraba en un barrio pobre donde viv\u00eda gente de color-, pero tambi\u00e9n servia de puente entre dos formas de hacer cine de terror. La primera de ellas ubicaba a la pel\u00edcula m\u00e1s cerca del terror psicol\u00f3gico, la segunda, en cambio, la emparentaba con el slasher<\/em> m\u00e1s tradicional. Esto tambi\u00e9n le daba paso para retratar los problemas raciales, econ\u00f3micos entre dos clases que se desprend\u00edan de la historia sin necesidad de remarcarlo.<\/p>\n\n\n\n Candyman <\/em>era tambi\u00e9n, a su manera, una pel\u00edcula hitchcokiana, es decir, profusa en detalles que nos plantean claves indirectas de lectura, regando la narraci\u00f3n de s\u00edmbolos equ\u00edvocos, que adem\u00e1s son portadores de un valor m\u00edtico irreductible: de los cr\u00e9ditos similares a los de Psicosis <\/em>a la estructura de aquella, en donde el vilano aparece promediando la pel\u00edcula, partiendo la historia en dos. De la necrofilia rom\u00e1ntica que viven los dos protagonistas, que rememora a V\u00e9rtigo<\/em> (1958) -hasta hay un corto sutil desplazamiento de la c\u00e1mara cuando ellos se besan, lo que nos lleva a la secuencia de entre Scottie y la resucitada Madeleine- a la obsesi\u00f3n por la mirada, por los espejos, por las simetr\u00edas y la incapacidad de los protagonistas de leer las se\u00f1ales correctamente. Pero nada de eso -ni la cinefilia, ni el mito, ni la confianza en el espectador- est\u00e1 presente en la versi\u00f3n 2021.<\/p>\n\n\n\n Una de las peores escenas de esta nueva Candyman<\/em> explica c\u00f3mo funciona no solo la relectura sino la reescritura que promueven Da Costa-Peele (no casualmente la pel\u00edcula no se llama Candyman 4<\/em> u otra variante, sino que borra el nombre de la original, la reescribe como si no hubiera existido la versi\u00f3n previa<\/em>). En la misma los protagonistas discuten sobre una obra que no da pie a distintos niveles de lectura<\/em>. Se trata por supuesto de un chiste interno en donde los realizadores se hacen cargo de uno de los grandes problemas del pensamiento y la representaci\u00f3n aleg\u00f3rica: lo que ves es lo que hay<\/em>. Uno, incluso, a primera vista, podr\u00eda pensar que por lo menos hay honestidad en esa declaraci\u00f3n. Pero no: se trata m\u00e1s que nada de un posicionamiento c\u00ednico, uno que busca que el espectador no piense, porque no conf\u00eda en su juicio. Esto lamentablemente terminando afectando a toda la pel\u00edcula, en especial a las escenas de terror. En vez de habilitar el principio de ambig\u00fcedad, la pel\u00edcula alterna criterios err\u00e1ticos: mostrar y no mostrar, pero sin un criterio unificador. La arbitrariedad y el cinismo como m\u00f3viles principales.<\/p>\n\n\n\n Al miso tiempo no hay misterio con la figura. Candyman deja de tener peso y presencia porque se lo exhibe sostenidamente, cada dos por tres. A su vez Nia DaCosta demuestra un desconocimiento e impericia notables a la hora de crear una escena de terror: en distintos casos observamos que no sabe cu\u00e1ndo ni c\u00f3mo terminar lo que narra -la secuencia de las adolescentes en el ba\u00f1o, adem\u00e1s de innecesaria demuestra un ostensible sadismo que deriva del resentimiento que origina el proyecto: \u00bfC\u00f3mo es posible que todos los personajes blancos sean malos? \u00bfTodos los polic\u00edas son iguales? \u00bfTodos los personajes de color son buenos? -. Pero esa impericia parece ser el menor de los problemas <\/p>\n\n\n\n Hay tambi\u00e9n algo m\u00e1s peligroso en esta nueva Candyman<\/em>, algo que podr\u00eda decirse tambi\u00e9n del cine de Peele -pero tambi\u00e9n afecta general en el terror actual-: el discurso se antepone a las im\u00e1genes, como si eso fuera m\u00e1s importante que hacer una pel\u00edcula de terror. La mirada de Peele\/DaCosta es una cegada por el odio y de ah\u00ed su reinterpretaci\u00f3n y reescritura del mito (algo que el terror contempor\u00e1neo ya hab\u00eda hecho sobre Halloween<\/em>, sin ir m\u00e1s lejos) una reinterpretaci\u00f3n infantil, pueril, que convierte a una figura tr\u00e1gica en una especie de m\u00e1rtir super-heroico. De un momento para otro la tragedia se convierte en historia del resentimiento, del miedo. Porque los monstruos no existen. Y el pasado tampoco. Tan solo el presente eterno y la agenda con la que hay que cumplir a rajatabla. <\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Qu\u00e9 dif\u00edcil no molestarse con esta secuela de Candyman (Bernard Rose, 1992). Por qu\u00e9? Porque su operaci\u00f3n es una negativa del cine, como sus planos invertidos de la secuencia de cr\u00e9ditos de apertura. La versi\u00f3n 2021 es hom\u00f3nima y como tal borronea lo que la de 1992 constru\u00eda con ideas, potencia e inteligencia. 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