En Perfectos desconocidos –remake de un pobre film italiano del 2016- no hay ni rastro de Álex de la Iglesia ni de la miseria productiva de sus películas mas interesantes. Cualquier realizador mediocre podría haber hecho esta especie de obra teatral filmada (en el peor sentido posible: las relaciones teatro cine pueden ser fructíferas, no es malo necesariamente, el problema es que el lenguaje teatral aplasta al cinematográfico en esta película perezosa) sobre un grupo de amigos que se reúnen para una cena durante un eclipse lunar y que se proponen como juego/desafío poner los celulares de todos sobre la mesa, permitiendo que se lean y escuchen todos los mensajes y llamadas que lleguen. Obviamente, empiezan a revelarse secretos, mentiras, engaños e hipocresías varias, con dosis considerables de machismo, histeria y homofobia, como para dejar en claro que todos (o casi todos) los personajes son seres bastante repugnantes.