Poder, Propaganda, Crítica: Sobre Una Cierta Tendencia En En El Cine Político Argentino (I)
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Poder, propaganda, crítica: sobre una cierta tendencia en en el cine político argentino (I)

Nos gustaría comenzar a garabatear algunas ideas clave para pensar algunos problemas que se repiten en el cine argentino contemporáneo una y otra vez. Más específicamente en el cine político argentino contemporáneo. O al menos de 1983 a la fecha. El cine político argentino está obsesionado con un pasado selectivo. O con un presente selectivo. Construye discontinuidades históricas en vez de procesos en continuidad. Hace saltos selectivos lo suficientemente graves como para que la historia quede en suspenso y pueda ser fácilmente manipulada. Solo los procesos históricos, con sus idas y vueltas, con sus tiras y aflojes pueden dar cuenta de la situación cabal que una crítica política quiere efectuar. Por eso el cine político solo puede ser político en tanto respete esos parámetros. Si no lo hace y su horizonte está contra aquel que asume algún poder constituido entonces es cine de resistencia. Si por el contrario el discurso es desde el interior del poder constituido, es propaganda lisa y llana.Habría que preguntarse, entonces, frente a estas características, que rol asumió el cine argentino en los 37 años de democracia. Acá podrán leer la primer parte de varias entregas en un intento por responderse esa pregunta: en qué se convirtió en cine político argentino a lo largo de estos casi 40 años?

Atlantique
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Atlantique

En contra de mi primera impresión, y de lo que me gustó del principio de Atlantique, lo que termina por sostener esta película luctuosa y de superficie sensorial es, curiosamente, su costado genérico. La cosa empieza con el más puro y duro realismo documentaloso y el tema retratado (los jóvenes senegaleses que se suben a una barca y desafían todo para perseguir el sueño de llegar a Europa, con abundantes consecuencias trágicas) podía hacer temer lo peor de la mirada tercermundista, de parte de una directora (Mati Diop) que será de ascendencia senegalesa y sobrina de Djibril Diop Mambety (a quien el último Festival de Mar del Plata le dedicó una retrospectiva), pero después de todo nació en París. Y, sin embargo, no. En rigor, desde un principio se percibe en la película una voluntad que va más allá del realismo seco y riguroso para jugar con la forma, en planos largos, en música hipnótica, en la presencia ancha, amplia y absorbente del mar.

Cats
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Cats

Tomando la inspiración de The Rocky Horror Picture Show y de Haispray, Cats plasma una delirante fantasía que recupera la inocencia clown del primer Melies (si, aunque ud no lo crea), al compás de una charada que cuenta con la complicidad de un casting que baila y canta como en los barrocos entretenimientos de Bollywood, sin renunciar al afecto por cierto mal gusto calculado y un kitsch (con su fascinación con las miniaturas las distorsiones en las dimensiones del mundo) de tercer grado al que abraza. La película, que era candidata a el escupitajo fácil y obvio termina en un extraño mitad de camino entre la conciencia y el orgullo por el acabado imperfecto, incluso aunque algunos involucrados ahora quieran negar su participación en el proyecto.

Fin del Contenido

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