Algunas ideas pendientes acerca de ESO

Por Rodolfo Weisskirch

Algunos días atrás dimos a conocer un diálogo en la revista en torno a la segunda entrega de IT. No conforme con haber participado en el diálogo en cuestión, uno de los integrantes decidió sentarse a pensar en cinco secuencias en particular de la película en cuestión. El resultado es un análisis pormenorizado de por qué Muschetti pudo haber mejorado audiovisualmente (filmando escenas), pero que todavía le falta para ser un narrador consumado.

Narrar, contar, mostrar

Por Rodolfo Weisskirch

IT – capítulo 2, a mi modo de ver, es una película superior a la primera. En realidad, las diferencias son mínimas, pero se nota que el éxito de la entrega previa permitió que Muschietti tuviese mayores libertades y no tuviese que atarse tanto a la novela, hecho que a priori es positivo, más teniendo en cuenta que el libro de King tiene momentos francamente inadaptables. Especialmente los dos desenlaces (el de los chicos y el de los adultos). Las falencias de la primera película sucedían principalmente por una ausencia absoluta de cohesión. Ya 135 minutos es una duración extrema para un film de terror y Muschietti sacrificó todas las transiciones entre escenas, como momentos de respiración. Y, para ser francos, que una película que rinde homenaje a los 80 carezca de transiciones parece es un pecado. No solo por un tema estilístico sino más que nada porque da la sensación que las escenas pasan una tras otra sin justificación narrativa. Y en un relato clásico esto es imperdonable, porque demuestra una manifiesta incapacidad para narrar. A tal punto esto es tan grave que uno puede desarmar la película de mil modos, sacar y poner escenas en otros lugares, eliminarlas completamente y la película, en esencia, no cambia.
Un montaje perfecto, por tanto, se evidencia cuando cada pieza del rompecabezas está ahí por un único motivo, y si se lo quita el resto se desarma, se desmorona. Caso contrario es puro capricho. En esta dirección de cosas, IC1 e IC2 tienen más de capricho que de justificación. Pero en la segunda al menos hay más coherencia y cohesión que en la primera, ya que su montaje está mejor construido, si, pero fundamentalmente está un poco más justificado. Digamos que Muschietti aprendió de los errores previos. Antes, por dar un solo ejemplo, los chicos pasaban de conocerse a ser íntimos amigos, llevarse como hermanos, sin ningún tipo de transición. Acá, faltan esos procesos, que están elipsados. Pero ese hueco no se nota tanto.

Todo lo anterior me llevo a sentarme y analizar 5 secuencias, cuya incorporación es completamente ridícula. Para esto, voy a citar pasajes de la novela (solamente para poner en perspectiva de por qué creo que Muschietti dejo las escenas, y en la novela funcionan y acá no), alguna que otra escena de la miniserie del 90 y hacer una breve comparación de finales. Aca van 5 secuencias que si bien no ralentizan el relato, si se quitan se optimizaría más la narración. (Aclaro: la novela la leí hace 15 años y de algunas cosas ya me olvidé, así que puede ser que esté errado con alguna que otra comparación). Así que si no viste la película ni leíste la novela, no sigas leyendo porque te voy a spoilear TODO. Estás advertido. De aquí en adelante hay SPOILERS.

It
  • Victoria: Después de la reunión de Los Perdedores, Muschietti nos muestra un partido de Baseball escolar. Ahí vemos una nena de 8-9 años aburrida que se encuentra con Pennywise, que la ataca en forma sangrienta. ¿De donde viene y hacia donde va esta escena? Ningún lado. ¿Por qué está? Mi única hipótesis es porque está muy bien hecha. Funciona el suspenso, la actuación de la nena y Skarsgard. Pero narrativamente, no aporta nada. No hay enganche con nada que ya vimos ni nada que vendrá. Es un corto aislado del resto de la narración e innecesario. Ya sabemos que Pennywise volvió (porque estuvo en la secuencia de apertura con Adrian Mellion) y que come niños (lo vimos en el Capítulo 1, donde esta secuencia tendría más justificación). Aca no. Es solo un acto violento gratuito, atractivo visualmente y ante todo, gore. Me gusta que alguien se anime a mostrar un ataque tan sangriento a un niño (Carpenter sabía de estas cosas: ver sino Ataque al precinto 13). Si, puede ser desafiante para los cánones políticamente correctos de Hollywood, pero carece de justificación narrativa.
  • Henry Bowers: en la novela es uno de los personajes más complejos y atractivos. El típico bully de Stephen King. La maldad de Pennywise llevada a un terreno humano. El capítulo 1 no profundiza demasiado en su carácter, y tampoco es una presencia tan amenazante y peligrosa como en la novela, pero al menos su personaje tiene un arco de principio a fin. Literalmente, aparece desde el principio hasta la pelea final con Pennywise. En este capítulo, su participación no se justifica narrativamente. En la novela, IT le habla simbolizando la luna (y la miniserie lo recrea fielmente) y le pide que mate a los Perdedores. Lo único que consigue Bowers es herir a Mike. Después lo matan. Pero sacando a Mike del ritual de Chud, ya hay un perdedor menos y la trama se complica. Acá, su participación es decorativa. Es correcto por un lado que Muschietti meta un globo rojo en vez de la luna, y que quede a modo subjetivo entender si el globo le habla o no a Henry, ya que no se escucha la voz de Pennywise. Es un cambio sutil y funciona. Ahora bien, cuando Henry se cruza con el grupo, primero, le hace una herida profunda a Eddie en la mejilla, parece una herida casi mortal. Sin embargo, después Eddie aparece solo con una gasa en la mejilla. Ni la miniserie hizo algo tan poco verosímil. Por otro lado, no llega a herir a Mike, porque Richie lo mata antes. Entonces para qué diablos está Bowers ahí. No los retrasa, no los complica en su misión, no pasa nada. Simple relleno. Un buen personaje, si, pero injustamente olvidado.
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  • Silver: es la bicicleta de Bill. Simboliza, para él, los mejores recuerdos de su infancia en Derry. Ahí llevo a Beverly y afianzó con ella su amor preadolescente. Eso está muy bien tanto en la novela como en ambas películas: la versión del 90 y el capítulo 2. Ahora bien, la importancia de Silver en el presente, en la novela, es para reconciliarse con Audra, su esposa. Personaje fundamental en el libro y la miniserie, pero acá completamente dejado de lado, salvo en la presentación de Bill, al comienzo del film. Audra en el libro, si no recuerdo mal, seguía a Bill hasta Derry, sin comprender su obsesión. Bill la salvaba de la araña, y todo esto, un poco ayuda a impulsar el romance entre Beverly y Ben. Acá esa subtrama está presente sin Audra, y su ausencia se nota. Los cambios son más bruscos y forzados porque no emergen orgánicamente lo que vemos. De ahí que el romance del final no fluya genuinamente. Al final, y tras el ataque de la araña, Audra quedaba catatónica, y lo que la despertaba era Bill descendiendo a toda velocidad por una calle. Ambos arriba de Silver. TODO ESO ACA NO EXISTE. Ese epílogo hermoso, no está. Por lo tanto, cual es la justificación del reencuentro entre Bill y Silver, teniendo en cuenta, que además no es el objeto que Bill tiene que quemar para hacer el ritual de Chud. La única justificación caprichosísima es el cameo de Stephen King. Que vale decirlo, es un gesto tribunero para cualquier argentino y más si es hincha de Independiente. Pero agregar a Silver solamente para que se traslade por la ciudad en bicicleta no tiene justificación. Más que un objeto, en la novela, es un personaje más. Si acá no cumple su función, ni debería estar. Y por lo tanto, Stephen King y el mate, tampoco. 
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  • El chico del restaurante: habría que leer bien el guión final de Gary Douberman para entender la incorporación de este personaje y de la escena. Yo no me recuerdo ni una ni otra en la novela. Y en la película promete tener un rol importante… Pero al final, el personaje es una víctima más de Pennywise y Bill se va como si nada. Que quede claro. La secuencia, cinematográficamente es buenísima. El juego de espejos que rememora a La dama de Shangai funciona muy bien, pero cuando termina, Bill vuelve y no modifica absolutamente nada en él. Una lástima: una escena tan buena, aislada e injustificada desde el guion. Hasta tiene algo de absurdo (y no para bien como ese momento insólito cuando el leproso vomita encima de Eddie y suena un tema ochentoso de la nada, sin razón). Bill ve la patineta sangrienta, se acuerda del chico y lo va a buscar, como quién dice, “me olvidé algo en el fuego, ya vuelvo”. Entonces vuelve y dice “uy, que mala suerte, se me quemó la comida. En fin, vamos a pedir una pizza”. No hay en Derry una investigación o estado de pánico porque siguen desapareciendo chicos o los encuentran descuartizados. No hay creación de un verosímil en ese aspecto. Esta nulidad hasta nos permite pensar si se trata de un personaje real. Pero tampoco hay algo que lo contradiga o que se construya para que la ambigüedad gane terreno. Es otra secuencia impecable desde su realización, pero arbitraria e inútil.
  • Los objetos de Ben y Mike: la estructura del guion final del Capítulo 2, se puede dividir en tres claras partes: Presentación y reencuentro de los personajes ya adultos; la Misión que Mike les da a cada uno en forma individual, y la confrontación final con IT. La segunda parte, acaso, la más divertida y entretenida, pero no la mejor, muestra a cuatro de los protagonistas enfrentando sus miedos, tanto en el pasado (flashbacks que no entraron en la primera película) y el presente: Bill contra el fantasma de su hermano (efectivo, nada del otro mundo), Ritchie contra Pennywise en la plaza (mejor la versión infantil que la adulta), Beverly contra su padre y una anciana monstruosa (la mejor secuencia de esta parte), Eddie y su madre contra el leproso (la más humorística, con el aporte del genial Javier Botet). Y después están Mike y Ben. Mike no se enfrenta más que con un recuerdo de una puerta en llamas, y después la pelea contra Henry. La justificación es que, al haberse quedado en Derry, no tiene por qué enfrentarse a Pennywise o reencontrarse con un objeto perdido de la infancia. Un poco forzado, pero justificado. El de Ben no se justifica. Por la novela sé que Ben no olvidó, pero eso no queda muy claro en la película. De hecho, sabemos muy poco de lo que pasó con Ben en el terreno sentimental. El resto hizo su vida, todos casados. Se intuye que nunca pudo olvidar a Bev, y por lo tanto todo lo demás. Como su objeto (el anuario firmado por ella a los 13) lo tuvo siempre con él, en el presente no se enfrenta con Pennywise. No tiene la necesidad. Entonces, ¿por qué esta el flashback? No queda claro tampoco. La persecución es buenísima. No hay duda. Hay mucha tensión y terror. Pero su inclusión está forzada. Con el diálogo con el presente, todas las otras secuencias funcionan bien. Esta no. Queda descolgada y extraña. Aislada. Aún cuando las interpretaciones de los chicos son muy buenas, nada impide que Ben joven, incluso con la justificación de tener el anuario con él, tenga un susto. Lo más lindo de esa secuencia es la tortuga encima del escritorio. No olvidemos que la tortuga es la verdadera némesis de la “araña” Pennywise.
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Comparación de finales: a modo de conclusión, (ya sé que cada película hay que juzgarla individualmente pero esto es un análisis extra) el desenlace de esta parte guarda más reminiscencias con la miniserie de los 90 que con la novela. Muschietti no les encontró del todo la vuelta a los fuegos fatuos. Es más prolija, luce mejor Pennyaraña acá, que, en la miniserie mediocre del 90. Y si: tiene un costado más místico, emparentado a la novela, pero cinematográficamente nos guste o no, remite a la serie. Y eso no es malo, aunque sí un poco decepcionante. No hay tortuga ni viaje lisérgico. Mucho menos carrera. Y obviamente, tampoco está la iniciación sexual del grupo en la secuencia infantil. Quizás se podría haber resuelto mediante un relato oral, pero aun así sería muy fuerte para el conservadurismo general que el proyecto ostenta. Más teniendo en cuenta que la descripción de King de cada órgano sexual es muy gráfica, pero a la vez llena de lirismo. Literariamente es hermosa, pero cinematográficamente se habría convertido en pornografía infantil. En la novela se justifica por el contexto. En la película no se podría justificar. Igualmente, el final me parece complaciente y satisfactorio. Mejor que muchos de los finales de King (lo que le pasa al personaje de Bill es autorreferencial). Cierra bien sin tener el tono épico y mágico de la novela. Al menos, es un poquito más sofisticado que el de la miniserie. El epílogo es correcto. Se deduce que Richie estaba enamorado de Eddie (aunque no queda muy claro porque no se dice literalmente cuando la primera secuencia muestra una relación gay abierta sin prejuicios) y se cierra mejor la subtrama de Mike que en la novela. Pero la ausencia de Silver y Audra es llamativa. También Stan tiene una especie de revancha y su historia cierra mejor que lo que recuerdo de la novela. Lo único que lamento es que Muschietti haya sido tan sutil con su suicidio, cuando la imagen de la miniserie, era realmente mucho más impactante.

Reitero. It – Capítulo 2 demuestra mayor virtuosismo formal por parte de Muschietti a la vez que más solidez narrativa. Es un crecimiento, una mejora. Pero quizás no sea suficiente para lograr una obra con tono e identidad propia (hay influencias que van desde Guillermo Del Toro a James Wan), pero sin dudas, incluso con sus gratuidades, es mejor que el Capítulo 1 (hay que admitir que IT es una novela que funcionaría mejor como serie de 6 u 8 capítulos), ya que logra una obra más concentrada, menos derivativa y más efectiva cinematográficamente (insisto: incluso en su gratuidad). Mamá, el primer film de Muschetti en Hollywood, no estaba nada mal, apuntaba a una dirección más narrativa. Era chica y simple. It construye menos una narración efectiva y si, en cambio, se hace grande escena por escena, construyendo recursos aislados pero no encadenados. Con un punto intermedio entre Mamá e IT, posiblemente el argentino demuestre que es un realizador prometedor. Todo indicaría que por ahora es un niño mimado de Hollywood y su próximo proyecto es la adaptación cinematográfica de Flash. Habrá que ver cuál es la dirección que toma. 

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