M3GAN

Por Mariano Bizzio

EE.UU., 2022, 102′
Dirigida por Gerard Johnstone
Con Allison Williams, Violet McGraw, Ronny Chieng, Brian Jordan Alvarez, Jen Van Epps, Arlo Green, Michael Saccente, Amie Donald, Stephane Garneau-Monten, Kira Josephson, Lori Dungey.

Revolver el tacho

A la usanza de muchos directores-productores, James Wan suele guardarse para si mismo las cartas fuertes y relativamente seguras de la obra que va construyendo mientras que relega en laderos/contratados formas un poco más convencionales o bien más experimentales, según el caso, para prueba y error. En este orden de cosas es en donde ingresa M3GAN, con sus ganas de romper moldes pero al mismo tiempo de repetirlos a rajatabla, como si la originalidad no existiera ni importara.

M3GAN es hija del noble linaje de las películas de niños malditos pero mezcla esa tradición con los mitologemas del doble, del autómata y varias cosas más que ya, para principios de siglo XX, en el naciente modelo del terror-fantástico de los mitos de la Universal, era material instalado como tropo,en particular desde la literatura. El tema es que a los responsables de M3GAN no les interesan esas tierras fértiles de la legitimación, sino las formas bastardas, el cine malo de la clase C, el pop como amalgama y la comedia de terror como código necesario para que nadie se le quiera apropiar y convertirla en un exponente “serio”. No: M3GAN prefiere tomarse en joda a sí misma y a nosotros. Y en todo caso, si queremos jugar, entraremos. Y sino, el que sigue.

M3GAN cuenta una historia repleta de lugares comunes que ni vale la pena mencionar (accidente, niña huérfana, tía incapaz de empatizar, una muñeca que cumple el rol de acompañante terapéutica, inteligencia artificial que reemplaza a las clásicas posesiones, cosas que se salen de control, perros y niños muertos, confrontación final). Porque lo que importa en la película escrita por James Wan es el cómo, con su humor zumbón y zigzagueante (atención al uso dramático de la música, uno de los mejores que vayamos a ver en el cine de este año) y no el qué, dedicado a hurgar en el tacho de basura de las decisiones desechables de los exponentes berretas del género.

M3GAN hace diferencias porque su autoconciencia pop no es canchera y declamativa del estado del género, sino que es pop-trash porque ahí donde la mayoría se ahoga, ella nada (si, como la anécdota de Joyce y su hija). Y porque donde lo que vemos parece una bobada que permita rellenar el cupo de exponentes de terror anual en realidad estamos viendo una comedia negrísima y un ejercicio autoconsciente discreto y elegante. El tema es que casi siempre nos resulta muy difícil reconocer al arte hecho con residuos. Y por eso, si no media una explicación, tendemos a descalificar rápidamente.

Frente a la mirada expeditiva, M3GAN nos pide ver con un poquito más de sensibilidad. Entre las mierdas olorosas del techo no hay pepitas de oro. En todo caso el contenido del tacho es el valor que estamos dejando ir, hasta que se vuelva a llenar con porquerías, curiosamente, como sucede en muchos casos, carentes de valor, pero recordadas como lo mejor del año cinematográfico. Así estamos.

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