Matthias et Maxime

Por Amilcar Boetto

Matthias et Maxime 
Canada, 2019, 120′
Dirigida por Xavier Dolan
Con Xavier Dolan, Anne Dorval, Pier-Luc Funk, Catherine Brunet, Gabriel D’Almeida Freitas, Antoine Pilon, Marilyn Castonguay, Adib Alkhalidey, Micheline Bernard, Samuel Gauthier

Correrse

Por Amilcar Boetto

El cine de Xavier Dolan busca constantemente diferenciarse del panorama indie norteamericano, con el cual, al mismo tiempo, coquetea. No obstante siempre que puede orienta su mirada hacia el cine francés como referencia. Es virtuoso? Está su cine dotado de apariencias? Agita pero no aprieta? Todo eso y mas, pero siempre deslizándose sobre la superficie (en el peor sentido).  

Matthias et Maxime, ya desde su título, parece estar pensando en Jules et Jim. No hay que preguntarse demasiado. Como toda  relectura, la que propone la película nos da la posibilidad de localizar la atención en algo que podría estar oculto, o por lo menos expuesto de manera discreta en la obra original: Dolan toma una decisión y elige sacar a la chica del medio; el resultado supone pensar a Jules et Jim como un melodrama homosexual, una idea que estaba levemente sugerida en la película de Truffaut. La  idea en sí misma no está mal (incluso sin ser muy original). Me recuerda bastante a la que Fogwill llevó a cabo en Help a Él como reletura de El Aleph de Jorge Luis Borges: al final de cuentas no se trataba de otra cosa que explotar una variante narrativa que el autor original jamás habría explotado. Pero la operación no se queda en la intertextualidad. Ni siquiera se asoma a la parodia, justamente porque la película de Dolan abandona al instante cualquier potencial influencia de Truffaut (al menos luego de un comienzo en una cabaña que  formalmente -sobre todo en relación al montaje- trataba de hacer notar la influencia).  

A 57

Hablábamos del juego de montaje fragmentado. Y en esos momentos, en ocasiones  simpáticos, en ocasiones indiferentes de las anécdotas de adolescencia del grupo de amigos, la película toma un camino interesante que tiene sus puntos altos. Pero lo cierto es que de alguna manera, a partir de abandonar estas formas, la película parece que se libera de  cierto peso, deja de vivir en ese intento-de-ser y arriesga, elige una narración más pausada. Curiosamente esa estructura de desencuentros comienza a funcionar. 
Leí muchas críticas al respecto que mencionaban que esta película era el mejor Dolan, el más  maduro y otros epítetos. Pero creo que estas observaciones se deben principalmente a que es su película más interesada por la narración y menos interesada por las apariencias. Esto no es necesariamente bueno: hay una larga y fructífera tradición de cine sostenido en las apariencias y en el artificio mas evidente. Pero en el caso de Dolan esa apariencia es su pose. Sus imágenes no nos llevaban al  cine, sino a otros lugares. Si bien en Matthias et Maxime eso sucede un poco en el mencionado principio (el plano de Matthias nadando no tarda en convertirse en una publicidad), logra desentenderse de este problema que su cine padecía al concentrarse de forma más detenida en  sus protagonistas.  

Matthias Maxime 566653117 Large 1

La búsqueda de Dolan, no obstante, que no trata de disimular ni un poco sus obsesiones personales (fíjense ese plano donde Maxime  observa una publicidad de una familia feliz devolviéndole una mirada despreciativa). Están presentes todas las tensiones homoeróticas en el núcleo más duro de la masculinidad (los grupos de  amigos) pero también la oposición a la normativa familiar heteronormativa, que es un eje traumático constante. En esta búsqueda, que tiene mucho de retorno, Dolan parecería caer en ciertas torpezas narrativas en relación al propio ímpetu de querer comunicar (el ya mencionado momento de la publicidad, el momento de Matthias en su trabajo) y ahí es donde por momentos se nota su propia desconfianza en ciertas potencialidades que la película desarrolla -como la tensión melodramática entre los protagonistas- que cuando aparecen,  retoman un camino mas narrativo y menos comunicativo.  

Al final de cuentas creo que el romance de Matthias et Maxime -y sus mejores momentos- son  bastante mas importantes que lo que Dolan quiera comunicarnos sobre la familia (acaso una de sus marcas autorales por excelencia). Hay algo desconcertante en todo esto? En parte. Y esto se debe a que la película funciona mejor cuando Dolan resiente su costado autoral, sus propios guiños. Corriéndose del centro parece acercarse más a películas como Eight Grade o Lady Bird. O incluso a las últimas películas de Phillippe Garrel. Correrse, por lo tanto, supone un riego: búsqueda narrativa antes que performance virtuosa.

Curiosa experiencia la del abandono del autorismo, el último límite para la identidad, si. Pero también un paso para la libertad. Al menos como idea.

¿Te gustó lo que leíste? Ayudanos con un Cafecito.

Invitame un café en cafecito.app

Comparte este artículo

Otros ArtÍculos Recientes

Enterate de todo...

Recibí gratis todas las novedades en tu correo a través de nuestro Newsletter