Triple Frontera

Por Sergio Monsalve

Triple frontera (Triple Frontier) 
EE.UU., 2019, 127′
Dirigida por J.C. Chandor
Con Oscar Isaac,  Ben Affleck,  Charlie Hunnam,  Pedro Pascal,  Garrett Hedlund, Adria Arjona,  Sheila Vand,  Reynaldo Gallegos,  Christine Horn,  Jason Quinn, Mohamed Hakeemshady,  Pedro Lopez,  Chellé Brooks

Fuimos los sacrificados

Por Sergio Monsalve

El arte de la guerra cambió. Los contratistas se confunden con los asesinos a sueldo del narcotráfico. La paleta noir domina la construcción de personajes. Oscar Isaac aporta su madurez performativa. 

Pero en la triple frontera se encuentra la película, al borde de varios precipicios. El primero es el de una narrativa inflada en minutos y secuencias, para cumplir con el estándar de la típica cinta irregular de Netflix, donde todos parecen aprovechar la fiesta dorada del nuevo Hollywood subsidiado por el streaming. La operación billete marcha bien por los momentos, y claro, el filme es consciente de su proyecto de dar un golpe seguro a la piñata del último star system. 

En la economía publicitaria del milenio, las condiciones del high concept se radicalizaron. Por tanto, la cinta cuenta con el título de impacto, con las grandes figuras del reparto, y finalmente con el plot justificador de las millones de suscripciones a la multiplataforma. Puede el crítico definir el longline en función de los típicos juegos de palabras y sentidos vistos en Las reglas del juego (Robert Altman, 1992). 

Triple Frontera Perro Blanco

Como Mark Boal destaca en el crédito de guion, el largometraje sería La noche más oscura en busca del botín de unos personajes salidos de Narcos.  En la decadencia del modelo de los directores de los setenta, Robert Zemeckys impulsó un trabajo similar en “Dos Bribones tras la esmeralda perdida”. Aquella era una comedia romántica respaldada en la imagen de tres actores de peso comercial.  

Triple Frontera incrementa la apuesta, en plan The Expendables, al convocar a cinco intérpretes de enganche, cambiando el humor por la naturaleza física y masculina de un thriller de atraco imperfecto.     

El salario del Miedo (Henri Georges Clouzot, 1942) es un referente inmediato para cualquier analista. Pero la película se parece más a Sorcerer, el remake de William Freidkin de la obra maestra de H. G. Clouzot. En efecto, el viaje al corazón de las tinieblas del tercer mundo se traga al dispositivo argumental de la pieza, sobre todo desde el punto medio del libreto, cuando se notan los principales malabarismos del escritor de la historia. La estructura del bosque, en cinco actos, amaga con concluir la trama para de inmediato retroceder y adelantar, en un espiral de serie agotada en sus giros de tuerca. 

Triple Frontera

El desarrollo tiene dos secciones definas. En una se trata de organizar el robo del fortín de un Pablo Escobar, cuyas paredes guardan millones en cash. Después, al cometerse el hurto, los antihéroes comenzarán otra vez de cero, al intentar huir con los bolsos de dólares. Los cien años de perdón, del dicho, no se cumplirán y los forajidos caerán presa de su ambición. 

Al J. C. Chandor asumir el control de la ejecución, el subtexto revisa las temáticas y los arquetipos de las tres anteriores entregas del autor. De “Margin Call” se toma la crítica a un capitalismo rapaz y darwinista, plagado de daños colaterales. El Caballero Oscuro, Ben Affleck, asesina a sangre fría a un humilde habitante del triste trópico, de la colonia, y el karma se encargará de concretar la venganza. Hay mucho de declaración moralista en el cine de Chandor, suavizado por el aura de gravedad de la escuela de Denis Villeneuve en “Sicario”, una de las fuentes socorridas por el enjambre de citas del conflicto.  

La influencia de Kathryn Bigelow se percibe en el tono trágico y melancólico de la odisea. Sin embargo, ella supera el esquematismo de su pupilo. 

Reformateando las películas de factura propia del director, All is Lost y A Most Violent Year, Triple Frontera cierra una trilogía del fracaso del sueño americano, luego del crack de 2008. Paradójicamente, el dinero, como con el cine Chino, ha hecho que Chandor disuelva su garra, derrochando plata  en propuestas especulativas. 

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