Cacería en Venecia

Por Raúl Ortiz Mory

A Haunting In Venice
EE.UU., 2023, 103′
Dirigida por Kenneth Branagh.
Con Kenneth Branagh, Tina Fey, Camille Cottin, Riccardo Scamarcio, Kelly Reilly, Jude Hill, Jamie Dornan, Rowan Robinson, Michelle Yeoh, Emma Laird, Kyle Allen y Ali Khan.

Estrictamente formal

Por tercera vez, Kenneth Branagh adapta una novela de Agatha Christie y a diferencia de las entregas anteriores -Asesinato en el Expreso de Oriente (2017) y Muerte en el Nilo (2022)- el resultado es bastante alentador. Lo que en oportunidades pasadas solo llegaba a un acercamiento somero del género policial, salpicado por momentos de inofensiva ironía -especialmente en Muerte en el Nilo-, ahora se convierte en un producto efectivo que se aparta de sus predecesoras gracias a los riesgos que asume su creador. Como si el todo o nada hubiese sido la ruta a seguir o el último intento para hacerle justicia a la emblemática autora.

En esta ocasión, el detective Hércules Poirot (otra vez interpretado por Branagh) se encuentra en Venecia disfrutando de su retiro voluntario. Sin embargo, la calma le durará poco porque Ariadne Oliver (Tina Fey), afamada escritora que pasa por una mala racha editorial, le propondrá algo sensacional: asistir a una sesión de espiritismo guiada por una poderosa médium (Michelle Yeoh). La incredulidad del investigador será superada por la curiosidad y la leyenda del palazzo donde se concentran diversos personajes que participarán de la velada, entre ellos, la extraña anfitriona, Rowena Drake (Kelly Reilly). Una fiesta de Halloween celebrada la misma noche en el mismo lugar y una serie de muertes misteriosas serán los alicientes para que Poirot abandone sus cuarteles de invierno embarcandose en un caso que le hará dudar de su propia cordura. 

Si bien las libérrimas licencias artísticas de Branagh empujan a una reinvención de la novela original -Las manzanas, escrita en 1969-, esta decisión no hace que la propuesta cinematográfica pierda el suspense clásico que caracteriza a la obra de la litarata británica. Es decir, Branagh respeta la esencia narrativa del libro -básicamente la resolución de un rompecabezas que da complejidad a la trama, donde la alternancia de la sospecha recae en todos los personajes-, pero también incluye otros elementos que elevan y trasladan a Cacería en Venecia hacia un terreno que traspasa las formalidades del cine policial.    

La principal virtud de Branagh consiste en moldear una historia detectivesca hasta convertirla en un competente ejercicio de terror. A partir de la utilización de una serie de tópicos propios del mundo sobrenatural -casas embrujadas, almas en pena, sesiones de espiritismo- se amplían las opciones de tensión pasando de un plano de intrigas a otro de desvaríos psicológicos con aproximaciones al horror físico y explícito. Por ejemplo, la escena en que muere la médium sobrevuela la estética del giallo por lo explícito de su naturaleza sangrienta. O también cuando otro de los personajes es atravesado por un cuchillo mostrando al espectador su aterradora expresión facial. Branagh no se contenta con los giros de su argumento sino que se regocija en el pavor que otorgan los detalles de la violencia que inflige su discurso. Lo más llamativo de este tratamiento es que va acompañado de un diseño de producción siniestro y elegante. El “gore” de Branagh no es un recurso aislado que pretende ser efectista: está en la misma línea de varios elementos que unidos alcanzan una equilibrada identidad visual.   

Cacería en Venecia tiene como telón de fondo a una ciudad fantasmal de arquitectura decadente que está resaltada por la fotografía de Haris Zambarloukos (Belfast, 2021). La densidad visual sintoniza con Don’t Look Now (1973), otra película que comprende cuestiones sobrenaturales, rodada en los tenebrosos pasajes venecianos. El velo imaginario que recrea Zambarloukos va de la mano con el aura tétrica y contradictoria otorgada por la inclusión de niños huérfanos quienes son parte de un universo de perversidad. No siempre los niños son tan inocentes y a todos no deberíamos de creerles. Sobre el final del filme, se reforzará esta idea cuando Poirot desmenuce el caso y encuentre de manera racional una solución al mismo -aquí sobresale el pulso de Michael Green en el guión (escritor de Logan y Blade Runner 2049, ambas de 2017)-.
Si bien Cacería en Venecia va de menos a más, llega a destacar gracias a su consolidación como pieza de terror, lo que le da una relectura a la obra adaptada de Christie y una agradable perspectiva al cine de misterio.

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