12 horas para sobrevivir: El inicio (The First Purge)
Estados Unidos, 2018, 97′
Dirigida por Gerard McMurray.
Con Lex Scott Davis, Y’lan Noel, Joivan Wade, Marisa Tomei, Rotimi Paul, Mugga, Patch Darragh, Luna Lauren Velez y Mo McRae.
El retorno a los 80s
Por Sergio Monsalve
Con mis amigos libertarianos de Caracas, compartiría un pesar: el Hollywood progre no logra salir de la casilla de un marxismo cultural potable para las generaciones de relevo, las viudas de Obama y los esquemas binarios del pensamiento militante en modo de Malcom X.
En Venezuela ver 12 horas para sobrevivir: El inicio (12PS: I de aquí en más) es como consumir un noticiero, es enterarse de un periódico de ayer. Pasa que en nuestro país es la izquierda y los comunistas quienes purgan a todos, como en The Act of Killing,(Joshua Oppenheimer, 2012) obligándonos a perecer en hospitales que no sirven, a morir de hambre, a caer en manos del hampa desatada e inmisericorde. La inseguridad, se sabe, es nuestra purga autorizada por la dictadura.De modo que sí, nuestra película es real y ocurre ante una gran indiferencia mundial.
En 12PS:I se busca devolver la credibilidad a la franquicia, tras el fallido episodio 3, masacrado por la crítica de distintas partes del mundo. Y es que el puro efecto diluía al eslabón débil de la cadena, solo interesado en sacar réditos de la distopía en fase de porno tortura panfletaria. En alguna medida, el comentario social de la primera se había desdibujado. La cuarta retoma la política para devenir en uno de los largometrajes más antitrumpianos de la historia reciente.
Los padres fundadores de la serie ahora son los voceros metafóricos del nuevo presidente, quien nunca aparece en cuadro, pero cualquiera intuye en las decisiones de los villanos y conspiradores de la trama, descritos sin matices y con brocha gorda, como es costumbre en la saga. Así, los antihéroes del filme comparten el imaginario y la estética de los guerrilleros de las típicas películas de Spike Lee, quienes enfrentan y asesinan a tiros, en su misma ley, a los supremacistas blancos de la cacería brujas. El día de libertad para infringir la ley se utiliza para constituir una limpieza étnica, un holocausto caníbal, un negocio populista de una élite, cuyos circos y coliseos propagan el concepto de la guerra corporativizada de hoy en día.
La película, por lo tanto, explota deliberadamente el pánico y la fobia ante el resurgimiento de las sectas separatistas con capuchas blancas. Los vestigios del KKK aterrorizan a la población negra, víctima del experimento en una isla de Nueva York. La imagen de una Gran Manzana podrida y oscura ofrece el ángulo disidente de la película, al revisar los tópicos posmodernos del cine de John Carpenter, gran referente para las escenas de acción y reacción a través de la perspectiva de personajes rebeldes en contra y al margen del sistema. Sin ir más lejos, en el orden formal, los encuadres vuelven al dispositivo claustrofóbico y western urbano de Asalto al Precinto 13, dotándolos de una óptica digital cercana al video juego. Volviendo a Carpenter, en los protagonistas de la rebelión black power encontramos rastros del Snike Plisken de Fuga de Nueva York, reapropiándose del sello gangsta de 50 Cent con G. UNIT. De hecho, el protagonista es un Rey de Nueva York, como los de Abel Ferrara, encarnado por un actor idéntico al cantante de “In Da Club” y “PIMP”.
12PS:I es una de las fantasías absolutas de los fanáticos del hip hop reseteado por el trap de Atlanta. Una de las secuencias clave hace un montaje intelectual entre una típica figuración sexista de los videos de MIGOS y una clásica fiesta en una casa tomada. Todo termina mal, a cuchilladas y tiros, remarcando el subtexto violento y asesino de las depredaciones carnales del género rap.
No es nueva, por cierto, la vinculación forzada del sexo con la muerte en el pánico anglo. El puritanismo y la censura la implantaron desde tiempos remotos en la industria, como uno de sus códigos de moral. Resulta curiosa, por tanto, la paradoja de 12PS:I, un filme antitrump pero sensacionalista y alarmista con las drogas y los chicos en estado de celo, como mandaban los anacrónicos castigos de los verdugos de los ochenta de la era Reagan. Regresamos, por ende, a las escabechinas de jóvenes calenturientos de Jason en Martes 13, cebado con los chicos y los outsiders, por algún extraño morbo, por alguna extraña y ambigua tendencia, seguramente discutible. El homicida Skeletor representa la fusión de los desechos humanos denunciados en Land of The Dead de George Romero, portando inyectadoras como cuchillas de Freddy Krueger y unas lentillas fosforescentes a la usanza de un capítulo de Black Mirror (en clave de Sobreviven, otra vez Carpenter).
Por fortuna, la última contribución de James de Monaco no deja de ser una sátira, una pesadilla surrealista y desmesurada. Por tanto, sus excesos se encajan de forma menos solemne o dogmática. 12PS:I saquea de manera salvaje en las alcantarillas de youtube, fungiendo de síntesis de un horror normalizado por el mainstream.
Sí es obvio el fin de capitalizar las monedas desgastadas del posfeminismo y el empoderamiento, sacrificando a una suerte de Hillary Clinton disfrazada de científica pragmática. No obstante, algunas otras ideas del guion arrojan diversas lecturas, permitiendo la interacción del espectador para cerrar los baches de la historia. Sacrificar efectividad narrativa por potencia contestataria al espíritu de época pareciera ser la clave.
No hay esperanza para los discriminados y perdedores del relato del éxito y del mito de la abundancia, salvo enfrentar al fuego con el fuego, defendiéndose hasta con las uñas, con las consecuencias ideológicas no previstas que se deriven de esto. Paradoja o no de la denuncia, el uso de armas se justifica y a la vez define la idiosincrasia de una Norteamérica estancada en Bowling For Columbine.
