Dossier Obras maestras desconocidas/secretas (IV)

Por Rodolfo Weisskirch

El dossier sobre obras maestras secretas/desconocidas tiene ese no sé qué de revelar algo oculto, algo prohibido, el gusto por el escondite, el encuentro con algo clandestino. Por eso se trata de un dossier íntimo y público a la vez, en el que jugamos a pensar listas de películas olvidadas, desconocidas o ningunearas al momento de su estreno y en la posteridad. Aquí les dejamos la cuarta parte de este dossier. Esperamos que lo disfruten en su integridad.

Seed (John M. Stahl, 1931)
It’s All true (Orson Welles, EE.UU., 1942)
El protegido (Leopoldo Torre Nilsson, Argentina, 1956)
Hallelujah Trail (John Sturges, EE.UU, 1965)
La leyenda de la Ciudad sin Nombre (Joshua Logan, 1969)
El hermano más listo de Sherlock Holmes (Gene Wilder, 1975)
Radioland Murders (Mel Smith, EE.UU., 1994)
Tigerland (Joel Schumacher, EE.UU., 2000)
Desayuno en Plutón (Neil Jordan, Irlanda-Reino Unido, 2005)
Detroit (Kathryn Bigelow, EE.UU, 2018)

It S All True 1

Clásica: It´s All True (Orson Welles, 1942)
Entre las grandes joyas perdidas que Welles nunca llegó a terminar o estrenar, It´s All True es la más errante y misteriosa de todas, pero también la que anticipaba que el destino de Welles estaba alejado de Hollywood. Maestro del relato cinematográfico, Welles viajó a Brasil y otros sitios de latinoamérica para seguir a personajes autóctonos en sus vidas cotidianas. En una época donde el documental no tenía referentes consolidados, salvo casos como los de Joris Ivens, Robert J. Flaherty y Leni Riefenstahl, Welles agarra este material y construye relatos íntimos y humanos, radiografías alejadas de la denuncia social, retratos realistas, filmados casi completamente con luz natural. Sus protagonistas son carpinteros que desean llevar un bote al mar en Brasil; un niño que traslada su toro por todo un pueblo de México y un típico carnaval también conocido como La historia de la Samba.
Escapando de los estereotipos, y dejando su mirada cínica del mundo fuera de la cámara, Welles admira como un turista, este territorio, que nada se asemeja a como Hollywood solía filmar latinoamérica. Con la cámara en mano, un poco de manipulación en la dirección de actores y casi nada de diálogo (todo es relato en off), Welles diseña su obra más cálida y genuinamente emotiva de este periodo de su filmografía. Deberían pasar más de 20 años, para que Welles vuelva a ejecutar una obra con tanto corazón – pensemos en Campanadas a medianoche o Una historia inmortal –  como It´s All True, una obra maestra incompleta, que demuestra la capacidad y talento que tenía Welles, mucho más allá de su fama de niño maldito del Hollywood clásico. 

Extrait Paint Your Wagon 0 1

Moderna: La leyenda de la Ciudad sin Nombre (Joshua Logan, 1969)
El western satírico es un género en sí mismo que merece reivindicación. Podríamos citar a Locuras en oeste, de Mel Brooks como uno de los títulos más emblemáticos, o Cat Ballaou. Pero entre las grandes obras de este subgénero que no tienen el reconocimiento que se merecen a mí me gustan, particularmente, dos. Una es Hallelujah Trail, de John Sturges. La otra La leyenda de la Ciudad sin Nombre. Y quizás lo que las diferencia, principalmente de la película de Brooks, es que ninguna de las dos fueron protagonizadas y dirigidas por artistas provenientes del universo del humor clásico. Sturges, era un artesano del cine de acción; Logan, del melodrama, Y sin embargo, nadie puede dudar que se trata de dos propuestas absurdas, ridículas, y a la vez realizadas con la soberbia narrativa que caracterizó la filmografía de ambos directores. 
La leyenda… – también recordada por su título original, Paint Your Wagon – exhibe el cenit de la fiebre de oro.  En un pueblo, en medio de la nada, se descubre oro, y decenas de buscadores de todo el país, vagabundos persiguiendo una estrella errante, llegan para asentarse y excavar. Entre ellos están Clint Eastwood y Lee Marvin, dos intérpretes que si bien estaban conectados con el western, rara vez habían incursionado en la comedia. De hecho, los mayores antecedentes también habían sido con westerns. Marvin en su historico doble rol, que le permitió ganar el Oscar, de Cat Ballou; Clint en Dos mulas para la hermana Sara, de Don Siegel.
Pero la diferencia con estos títulos y La leyenda… radica en la humanidad equilibrada por el patetismo de los personajes. A pesar de que toda la película tiene una tono ridículo y satírico, similar a una versión en el lejano oeste de Este mundo está loco, loco, loco; Logan construye dos relatos paralelos de personajes que generan empatía dentro del patetismo. Eastwodd y Marvin, dos de los tipos más duros del cine, cantando desafinadamente, deambulando, siendo humillados por los intereses románticos, generan un completo cariño con el espectador.  El tema “Nací bajo una estrella errante” que entona Marvin, es uno de los himnos más hermosos que se han hecho en la historia del cine. El motivo por el que La leyenda… merece ser reconsiderada como una obra maestra olvidada, radica  en la equilibrada combinación de los géneros. Hay humor, hay romance, hay emoción en las canciones y hay, mucha, mucha aventura clásica, siendo fiel a los tópicos, revalorizando a los héroes sin pistolas y al slapstick del cine mudo. Además, ver pelear en el lodo a Eastwood y Marvin, es un placer culposo.

Tigerland 2

Contemporánea: Tigerland (Joel Schumacher, 2000)
Después de los fracasos estrepitosos de Batman Eternamente y Batman y Robin, el recientemente fallecido Joel Schumacher no gozó de la popularidad y confianza que tenía antes de estas decepcionantes entregas de la saga del hombre murciélago. Sin embargo, entre unos años antes de Enlace mortal, con la que tuvo un poco de redención en el cine mainstream, Schumacher, hizo una pequeña película en forma independiente con intérpretes novatos, relativamente desconocidos. Tigerland tiene a un joven Colin Farrell en una época en la que era un completo desconocido. Básicamente, es la historia de dos soldados en un campo de entrenamiento durante los últimos años de la guerra de Vietnam.
A diferencia de Nacido para matar, el penúltimo film de Stanley Kubrick, Tigerland solamente sitúa la acción en Estados Unidos. Ahí, el film denuncia los abusos de poder de lo entrenadores, la dura disciplina y el entrenamiento, así como la tortura psicológica que sufrían los conscriptos. Schumacher está menos preocupado en exhibir la denuncia formal, que en construir el arco narrativo de una amistad. Hay mucha humanidad y ambigüedad en la relación de sus protagonistas. Y sobre todo humildad, porque el film tiene un perfil bajo, reforzado por una notable fotografía que intenta construir climas realistas, en un tono seudodocumental. 
Tigerland es una obra intimista y confesional. Los personajes se escapan a un hotel, pasan la noche con prostitutas, se drogan y desahogan sus emociones, miedos e incertidumbres mutuamente. La rebeldía deriva al sentimentalismo contenido. Pero con la suficiente frialdad para que no se convierta en un drama melancólico, sino con ese nivel de contemplación de los grandes cineastas, que ha desnudado al machismo conservador, construyendo antihéroes de carne y hueso. Sin duda, de lo mejor que nos ha dejado el estimado, y nunca bien ponderado, Joel Schumacher.

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