Chavela

Por Sergio Monsalve

Chavela 
EE.UU., 2017, 90′
Dirigida por Catherine Gund & Daresha Kyi
Con Chavela Vargas, Pedro Almodóvar, Elena Benarroch, Miguel Bosé, Jose Alfredo Jimenez Jr., Alicia Elena Pérez Duarte, Liliana Felipe, Martirio, Patria Jiménez Flores, Laura García-Lorca, Mariana Gyalui, Eugenia León, Tania Libertad, Diana Ortega, Diana Ortega, Jesusa Rodríguez, Marcela Rodríguez

El crepúsculo y el panfleto

Por Sergio Monsalve

Una modesta entrevista guía la puesta en escena. Las directoras conversan con la protagonista en la cotidianidad casera. El encuadre siempre registra el primer plano y la voz de la protagonista. Eventualmente, la fotografía comparte el contraplano de las reacciones de las interlocutoras. Pero la base del contenido se construye con un testimonio grabado en video. La austeridad de recursos y materiales de archivo armonizan con el legado minimalista del personaje, Chavela Vargas, la indómita cantante que logra ascender en el mundo musical de México, en un país esencialmente machista, hipócrita y puritano. 

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Salvando las distancias, el documental dialoga con la esencia disidente de La Reina de la Noche, de Arturo Ripstein, al narrar la historia de un mito femenino de la cultura ranchera, que lleva su corona como una maldición. Basado en un guion de Paz Alicia Garcidiego, el filme estelarizado por una impresionante Patricia Reyes Espíndola plasma la tragedia de Lucha Reyes en un antibiopic, como es costumbre de la pareja creadora de Profundo Carmesí.   

El largometraje de 2017, firmado por Catherine Gund y Daresha Kyi, llega ahora a nosotros a través de la plataforma de Netflix, permitiendo que una nueva generación descubra la vida y obra de una artista clave de América Latina. De seguro, el lanzamiento se adapta al contexto de la representación contemporánea y la inclusión de la comunidad LGBTI. Sin embargo, el trabajo audiovisual renuncia a la idea de contar un panfleto moralista, que complazca la visión marxista de los relatos que se reducen a un conflicto de buenos y malos. La protagonista es toda transparencia y lucidez en su incorrección política, en su calle de la amargura, en su relación de amor y odio consigo misma. No es la justificación de una santa lo que se nos expone con un video casero y granuloso, a menudo desprolijo y reporteril. 

Chavela

La estética verité suma volúmenes de urgencia y ruptura a lo que se percibe como una confesión crepuscular y testamentaria, en las antípodas del patrón académico del último streaming, condenado a portar el uniforme y el gorro del HD, cual plancha industrial de cualquier propuesta. Chavela Vargas recuerda su drama infantil, su desarraigo, su primer momento estelar, pero también su progresiva decadencia, a merced del alcohol, la depresión y la soledad. Pudo esfumarse antes de tiempo, y de hecho, los fanáticos la daban por muerta. Pasó años duros en aislamiento, siendo una paria sin redención aparente. 

Las demás voceras de la cinta perfilan los ásperos rasgos de personalidad de la Dama del Poncho,  a quien describen entre sonrisas y lágrimas, virtudes y defectos, romances y despechos. La “señora”, como le dice una de sus queridas, evoca su fugaz idilio con Frida Khalo y otras relaciones tortuosas que condicionaron su devenir. Según ella, unos chamanes la curaron de su adicción a la botella. Lo interesante es que el documental admite una versión muy distinta a la de su protagonista, una cuestión poco usual en los trajes hechos a la medida de la actualidad.  

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Afirma una de sus novias que fue un ultimátum lo que de verdad salvó a Chavela de ahogarse en un mar de tequila. 

Desde entonces, alcanzó para disfrutar de un segundo aire, de una reivindicación tardía, a cargo de amigos, incondicionales y cómplices nobles como Pedro Almodóvar, que le abrieron la puerta a la consagración europea en los templos de España y Francia. 

Así Chavela pudo volver a casa para obtener el reconocimiento que siempre le negó el Palacio de Bellas Artes de DF y la institucionalidad conservadora de la nación azteca. Es un arco feliz y emotivo el que cierra, tras el dolor, la incomprensión y el prejuicio. Recomiendo el documental para que los más chicos entiendan que el auténtico genio se forja con sacrificio, que a Chavela Vargas no le regalaron nada por ser lesbiana y que una identidad propia no se negocia, no se compra en el automercado, no surge todos los días por Tik Tok.  

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