Hemsej 

Por Luciano Salgado

Argentina / Polonia, 2023, 71′
Dirigida por Julieta Lande

Visibilizar y castigar

En la dinámica de documentales autobiográficos (o mejor dicho, en este caso particular, de lo biográfico-familiar) que pueblan cada vez más las pantallas de los cines argentinos casi pareciera no haber estrategias para la alteración o cambios de tono que excedan un cierto grado de condescendencia con lo narrado. Y con esa condescendencia acompañando un cierto grado de nula autocrítica.

Es curioso, en este caso, cómo lo que construye Hemshej pone en evidencia uno de los aspectos mas sádicos de la estrategia interactiva del documental, concentrada en conseguir información con sacacorchos, a cómo dé lugar, un poco haciendo del mismo proceso de la búsqueda del material el verdadero objeto del documental. En este sentido, podríamos pensar en esta película como una de esas en las que el documento se resiste a ser domado: entrevistados que no dan información, o que la dan a regañadientes.

Como si el documental hiciera visible la crueldad de reinstalar el recuerdo ahí donde el olvido pide a gritos que la vida continúe, quizás lo más interesante que logra este documental (voluntaria o involuntariamente) es poner esa tensión incómoda en escena. Porque justamente es en esas tensiones en donde comprende reflexivamente su propio funcionamiento, siendo el proceso creativo el que reabsorbe y supera la proposición expositiva a la que todo el tiempo Hemsej se acerca.

Lamentablemente, a partir de un determinado momento, la película se olvida de su propias contradicciones. O en todo caso las utiliza para exponer un problema acaso mayor: una bajada de línea cruel, que en su necesidad de visibilizar iniquidades propias de los procesos de construcción de los estados nación (en este caso es el estado de Israel), habilita reduccionismos, simplificaciones absurdas que reemplazan un dolor y un trauma (el de la shoah) por otro (el del presunto genocidio palestino que la directora sostiene visibilizar supliendo al primero). En ese movimiento, Hemsej no solo es irrespetuosa con su propia tradición de la memoria y el dolor familiar, sino que en su afán de visibilizar, lo único que logra debidamente, es castigar, erigiéndose en una aplanadora moral sin matices.

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