Plan de retiro

Por Rodrigo Martín Seijas

The Retirement Plan
EE.UU., 2023, 109′
Dirigida por Tim J. Brown
Con Nicolas Cage, Ron Perlman, Ashley Greene, Jackie Earlie Haley y Ernie Hudson

Atisbos de locura

Si bien en los últimos veinte años es cuando profundizó esa tendencia, Nicolas Cage siempre, desde el comienzo de su carrera como actor (y luego como productor) estuvo en un subibaja permanente. Porque convengamos que, en el mismo año, filmó una maravilla como Contracara y otra película que solo nos la podíamos tomar en joda como Con Air. En esos vaivenes, podemos distinguir tres tipos de obras: las realmente interesantes, que le permiten mostrar su ductilidad y vocación por el riesgo; las descartables, donde se nota que puede ser un mercenario del cine; y las que poseen algunas ideas interesantes, no del todo bien concretadas, aunque no por eso son completamente fallidas. Plan de retiro va por la última senda y hasta es, en cierto modo, una continuación estética de El peso del talento: ambas tienen conceptos iniciales atractivos, pero después no cumplen con las expectativas.

La película de Tim Brown arranca de forma dramática, siguiendo a una pareja metida en serios problemas con un grupo mafioso, al que le han robado un dispositivo con información muy valiosa. A él lo atrapan y ella, sabiendo que le queda poco tiempo libre, envía de urgencia a la hija (y al dispositivo) de ambos a las Islas Caimán, donde vive su padre (Cage), con quien no tiene contacto hace una década y al que la nieta no conoce. Enseguida, el abuelo y padre se verá también perseguido, pero los malos se encontrarán con una dificultad inesperada: él supo ser un asesino que trabajaba para el gobierno y, a pesar de la vejez, mantiene sus habilidades intactas. Es entonces que el relato entra en el territorio de la comedia de acción, mientras acumula giros, subtramas y revelaciones varias.

Si la premisa daba para el disparate absoluto a velocidad de vértigo, a Plan de retiro le cuesta dejarse llevar por el absurdo y casi nunca consigue tomar la velocidad necesaria. En cambio, despliega ideas varias de guión y de puesta en escena, que podrían haber resultado muy bien, pero que no son muy bien ejecutadas. Eso se nota particularmente en las escenas de acción, que lucen casi amateurs, como si todo el presupuesto se hubiera gastado en el elenco (que incluye nombres relevantes, como Ron Perlman, Jackie Earle Harley y Ernie Hudson) y el director no tuviera la inventiva necesaria para compensar la escasez de recursos. Y eso conspira contra el dinamismo de la historia, que no puede superar severos problemas en el montaje paralelo y el uso del espacio.

Sin embargo, no es esa la única falla de Plan de retiro, que tampoco es capaz de sostener los buenos aportes de algunos de sus personajes. Por ejemplo, el interpretado por Perlman (un matón con inusuales sensibilidades afectivas e intelectuales), que establece un vínculo interesante -casi de pares y de respeto mutuo- con la nieta de Cage, pero que tiene un desenlace que claramente no está a su altura. O la relación paterno-filial entre Cage y su hija, obligada a un reseteo por las circunstancias extremas que afrontan, que en algunos aspectos sirve para enriquecer a los personajes, pero en otros es una acumulación de griteríos innecesarios. Algo parecido sucede con una antagonista, que pasa de ser temible a un tanto patética sin solución de continuidad y por pura arbitrariedad del guión.

Tantas imperfecciones y desniveles no llegan a ser compensadas por algunos pasajes divertidos y con algo de inventiva, en donde la película amaga con ser mucho más libre y explosiva de lo que realmente termina siendo. Plan de retiro funciona solo de a ratos en su parte cómica y nunca en la de acción. De ahí que sea tan inofensiva como discreta.

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