Secuestro en directo

Por Sergio Monsalve

On the Line
EE.UU., 2022, 104′
Dirigida por Romuald Boulanger
Con Mel Gibson, Kevin Dillon, Enrique Arce, William Moseley, Nadia Farès, Alia Seror O’Neill, Paul Spera James, Nancy Tate

Cuatro paredes y un conflicto

Mel Gibson vuelve. O nunca se fue. Secuestro en directo ha alcanzado un alto rating en el top de la plataforma de la N mayúscula debido a su manera de contar una historia de suspenso, como las de antes, en apenas hora y media. 

Por lo general, los largometrajes tienden a hinchar su duración, buscando una supuesta mayor profundidad que se les diluye por una obvia incapacidad narrativa de sostener un guion por cinco actos, una nueva frontera que se ha trazado la industria para rentabilizar el negocio de la atención. La idea es que con el presupuesto de una producción pequeña, puedes hacer hasta una serie de varios capítulos. Pero el problema es que no siempre logran sostener la estructura dramática del proyecto, menos su vistosidad estética, sin sufrir algún percance en materia de comunicación social. 

Ante semejante regla no escrita de Hollywood, “Secuestro en directo” opta por replantear aquellos juguetones ejercicios de estilo que le permitieron evolucionar a los maestros del género, cuando pegaba la crisis y no había suficiente dinero para repartir. 

Pienso en los modestos trabajos de terror psicológico de Alfred Hitchcock, en las irónicas conspiraciones que tejió David Fincher como “The Game” y “Panic Room”, en los sugerentes complots de David Mamet y Fabian Bielinsky. 

Filmes como “Nueve Reinas” que exponían el estado de descomposición de una sociedad, donde nada es lo que se aparenta y todos somos víctimas de una realidad simulada, anticipando el régimen del fake digital en el que vivimos. 

Así que la película “Secuestro en directo” refleja nuestra cruel ilusión, nuestra condición de rehenes en un show de posverdades y ficciones, con el look de un programa de bromas macabras como “Punkd” de Ashton Kutcher. 

El caso es que Mel Gibson presta el físico de veterano de guerra, de vuelta de mil roscas y batallas, para encarnar a un locutor cascarrabias de medianoche, en un espacio que va padeciendo los estragos del paso de hora, del vencimiento de su fórmula, de la caducidad de su formato, amén del crepúsculo de su estrella y del ascenso de una generación de relevo, que juzga con argumentos de cancelación al lobo gris delante del micrófono. 

Un clásico veterano del medio, que tenemos miles, que se niega a claudicar, que no quiere que lo retiren, y que prefiere redoblar su apuesta, antes que lo renuncien. 

En el subtexto del libreto, vemos una metáfora de la carrera actual de Mel Gibson, de su relación con un contexto adverso, cuyos colegas lo invitan a tirar la toalla con dignidad, mientras los chicos parecen superarlo en impacto a través de sus influencias de “podcasters”. 

De seguro, la película se inspira en el clásico de Oliver Stone, “Talk Radio” o “Hablando con la muerte”, acerca de un locutor mordaz que recibe amenazas y presiones por su incorrección política. 

El cambio de siglo añade capas de sentido al conflicto, en cuanto elabora las tramas, los dilemas y los temas que afectan al trabajo de los locutores de radio en la actualidad. 

¿Cómo mantenerse vigentes, qué tipo de riesgos y peligros se corren, con quiénes estamos interactuando, cómo sorprender al escucha de hoy en día, cuáles trucos y dinámicas quedan por explorar, la última frontera es la explotación del sensacionalismo y la noticia bomba?

El filme retrata los claroscuros del espectáculo en vivo y directo, por la señal de confianza. 

“Secuestro en directo” merece disfrutarse y discutirse en un cine foro de radio, un día del locutor. 

La película no es necesariamente una obra maestra, tampoco pretende serlo, y sus actores transmiten una genuina camaradería de estarla pasando magníficamente bien, en sus juegos de rol, como los figurantes de un teatro y un circo posmoderno, en el que las máscaras ayudan a sobrellevar la tragedia del medio como una comedia surrealista, perfomática, claustrofóbica y terrorífica.

En la línea de un cine independiente, como de serie B, que ha renacido y que se agradece, para trascender a los parones de la pandemia y a los malos augurios que rodean al cuarto poder.

¿Te gustó lo que leíste? Ayudanos con un Cafecito.

Invitame un café en cafecito.app

Comparte este artículo

Otros ArtÍculos Recientes

Enterate de todo...

Recibí gratis todas las novedades en tu correo a través de nuestro Newsletter