Reacher 

Por Rodrigo Martín Seijas

EE.UU., 2022, 8 episodios de 50′
Creada por Nick Santora
Con Alan Ritchson, Malcolm Goodwin, Willa Fitzgerald, Kristin Kreuk, Bruce McGill, Chris Webster, Harvey Guillen, Max Jenkins, Currie Graham, Marc Bendavid, Willie Carpenter, Jonathan Koensgen, Leslie Fray, Gavin White, Matthew Marsden, Ava Cheung, Lara Jean Chorostecki, Ali Johnson, Dylan Trowbridge, Christopher Russell, Hugh Thompson, Maria Sten, Brendan Beiser, Tracey Rooney, Jackie Richardson, Rohan Mead, JD Smith, Laurie Murdoch, Jorja Cadence, Drew Moss, Peter Skagen, Tiffany Blom, Kelsey Falconer, Eli Ham, Jim Chad

El largo camino hacia los ochentas

La figura de Jack Reacher ha sido todo un hallazgo literario por parte de su autor, Lee Child: la combinación perfecta entre la capacidad deductiva de un Sherlock Holmes o Hércules Poirot, y la presencia física de un héroe de acción estilo Arnold Schwarzenegger. Eso le permitió desarrollar una extensa serie de libros, cuya adaptación al cine era casi inevitable. Por eso tuvimos las películas protagonizadas por Tom Cruise, quien, a pesar de no ser el típico grandote musculoso, se las arreglaba para transmitir la fisicidad y sagacidad requeridas. Pero si Jack Reacher: bajo la mira contaba con la precisión de Christopher McQuarrie en el guión y la dirección, con una puesta en escena que dialogaba de forma muy inteligente con los policiales de los setenta; Jack Reacher: sin regreso, dirigida por ese desparejo artesano que es Edward Zwick, no pasaba de ser un thriller con aires noventosos bastante mediocre.

En parte, la serie que es Reacher funciona en primera instancia como una corrección a la segunda película, un decir, desde la narración, los tonos utilizados y la construcción de personajes, “el camino era este”. Pero también es, en cierto modo, una reafirmación del rumbo elegido por la primera parte, aunque con algunos ajustes relevantes, con connotaciones tanto positivas como negativas. Uno de esos cambios está dado por la elección del material de origen: si el film de McQuarrie adaptaba Un disparo, la novena entrega del personaje, la serie creada por Nick Santora elige Zona peligrosa, el primero de la saga. Por eso hay una voluntad considerable por desplegar buena parte de los matices de ese policía militar retirado que ha elegido dedicarse a vagar por las rutas, aunque siempre los problemas lo terminen encontrando de algún modo.

Ya los primeros minutos del piloto de Reacher resume a la perfección lo dicho respecto a cómo los problemas parecen buscar al protagonista, cuando lo vemos siendo arrestado por un homicidio que no cometió. En apenas un par de secuencias, nos damos cuenta que ese gigantón, interpretado muy efectivamente por Alan Ritchson, no solo es un experto en combate con armas y mano a mano, sino también un hábil investigador que estaba de paso en el pequeño pueblo de Margrave. Allí, con la ayuda de un par de integrantes de la policía local, terminará destapando una olla de corrupción donde confluyen intereses empresariales, políticos, de otros agentes de seguridad y de una organización criminal. Todo, por supuesto, a los tiros, piñas, cuchillazos y varias acciones más que tensa la cuerda con lo legal.

El otro cambio distintivo está en la diferencia física entre Ritchson y Cruise, aunque no solo se trate de buscar ser más fiel al material original. Si el Jack Reacher de Cruise era un sujeto más parecido a los héroes de acción de los setenta, con un pasado difuso y hasta casi inexistente, y un rostro impenetrable; el encarnado por Ritchson es uno que se conecta con mayor énfasis con el heroísmo de los ochenta, ese donde los sujetos lucen sobrehumanos y hasta graníticos, pero que tienen un pasado detrás que se actualiza particularmente cuando empieza a interpelarlos una figura femenina que desnuda sus fragilidades. De hecho, no puede dejar de pensarse que Reacher podría haber sido una serie protagonizada por Stallone o Schwarzenegger si la era dorada del streaming hubiera comenzado treinta años antes.Claro que esa apuesta por encontrarle capas de humanidad y lazos afectivos a Reacher -en particular desde algunos flashbacks de su juventud, que indagan en la relación con su hermano mayor- no termina de funcionar del todo, ya que lucen un tanto forzadas y no se amoldan del todo con el perfil casi imperturbable de Ritchson. Quizás por eso, luego de un primer capítulo excelente y un segundo bastante potente, la serie, hacia su mitad, entra en una meseta narrativa de la que le cuesta salir. En cambio, cuando aprieta el acelerador a fondo -en especial en los últimos episodios, donde todas las piezas se acomodan-, Reacher recupera el nervio y despliega una violencia seca y brutal, que la colocan en un lugar distintivo dentro de la producción televisiva actual. Por eso es que es como un viaje en el tiempo, una mirada al cine de acción que se hacía casi cuarenta años, pero sin perder el pulso actual, lo cual la convierten en una experiencia disfrutable y casi adictiva. La segunda temporada ya está confirmada, y las ganas de ver al personaje abordando otro caso, también.

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