Los últimos
Pero los problemas de moral pasada por el lavarropas no parecen ser los principales inconvenientes de Los últimos, sino, por el contrario, su manifiesta incapacidad de vincularse con el cine. Su producción es ostentosa, su despliegue escénico tiene una suerte de espectacularidad tercermundista al mejor estilo de “nosotros también podemos hacerlo” que recuerda al cine del fallecido Diego Rafecas.