Lucky
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Lucky

Harry Dean Stanton no llegó hasta los 100. Falleció el año pasado a los 91, pero por lo menos llegó a ver el estreno de Lucky, una de sus últimas obras que lo tuvo de protagonista absoluto. Un testamento de su talento, de su austeridad, del tiempo encarnado. Según figura en IMDB, el intérprete tiene más de 200 créditos en su haber, una cifra nada desdeñable para para haber sido casi toda la vida un secundón, un actor que no tuvo personajes demasiado memorables o interpretaciones galardonadas. Y no porque no tuviese talento o expresividad, por el contrario.

Todos Lo Saben
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Todos lo saben

La caída en picada de Todos lo saben se va dando porque Farhadi apela a una estructura de whodunit, donde el enigma central parece ser quién está detrás del secuestro y por qué, pero esa solo termina siendo una mera excusa porque lo que le interesa contar es otra cosa. El verdadero foco del film son las tensiones latentes entre la familia de Laura y el resto de los habitantes del pueblo a partir de las disputas que se han dado por la propiedad de las parcelas de tierra que rodean al núcleo urbano, que terminan explotando a partir de la búsqueda de dinero para el rescate y la revelación de un secreto que se venía guardando desde hace largo tiempo. Claro que el propio título de la película traiciona al relato: ese “todos lo saben” habla de un secreto a voces, de algo que no se dice a viva voz pero que es sabido o sospechado por toda una comunidad.

La Quietud
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La Quietud

Hay algo que está pasando con el cine de Trapero y es que parece ir por caminos que uno no sabe hasta que punto son producto de un afán de experimentación o simples decisiones muy erradas. Quizás en algún punto sean las dos cosas. Quizás, en resumidas cuentas, La Quietud no sea otra cosa que una película muy fallida, con vueltas de tuerca innecesarias, trazos gruesos varios y escenas poco creíbles hecha por un realizador que sabe como preparar escenas y planos secuencia atractivos. Después de todo, las dos cosas no tienen porque ser excluyentes, y hay veces en las que ante una situación así simplemente hay que aplicar esa lógica de aquel buen fraile franciscano que propuso que ante un dilema complicado, muchas veces la solución más probable es la más simple.

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