Familia sumergida
En Familia sumergida lo fantasmal se hace tangible, lo extraño se vuelve habitual y lo que antes era cotidiano pasa a ser una entidad extraña. Y si el posicionamiento de Alché –que se apoya en buena medida en una actuación sobresaliente de Morán- se da desde lo subjetivo, esa subjetividad difusa (que en momentos puntuales se permite un corrimiento hacia la mirada del otro, como en la escena donde Marcela se larga a llorar frente a uno de sus hijos) habilita también una mirada sobre la institución familiar como una instancia que puede ser un refugio, pero también una prisión o un mecanismo de ocultamiento.