Bill & Ted Face The Music
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Bill & Ted Face the Music

Sin mediar el error, me enteré del rodaje de la tercer entrega de Bill & Ted sabiendo que todas las fallas y todos los aciertos posibles de aquellas dos películas que, de ser personas, a a esta altura ya estarían haciendo aportes jubilatorios. Y el resultado fue peor de lo imaginado por mi. Porque si algo salta a la vista tras el visionado de esta tercer e innecesaria entrega es el extravío mayúsculo al que nos expone. Para empezar vale la pena una pregunta no menor: tiene un público posible esta película? Sin dudas no es una película nostálgica para cuarentones que recuerdan su preadolescencia al iniciar los noventas. Tampoco es una película para chicos de 10 a 13 como las dos primeras, dado que la sensibilidad parece no tener nada que hacer con la generación de los nacidos entre 2007 y 2010. Tampoco tiene intelocución posible en un público adolescente ni como consumo irónico ni como consumo tierno, dado que en buena medida lo que propone solo puede conectar con las entregas anteriores, ciertamente, pero a diferencia de aquellas esta tercer parte no tiene anclaje posible ni en el pasado ni en el presente.

Never Rarely Sometimes Always
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Never Rarely Sometimes Always

Si es la contención funciona como acto política que se refrena ante la tentación de la parafernalia expositiva de películas demagógicas… ¿cómo debe ser aquel momento en el que la contención tambalee, en donde aparezca el riesgo de que la protagonista quiebre? ¿Debe haber un cambio formal, un salto cualitativo que marque una diferencia con respecto al resto del film? Never Rarely Sometimes Always parece decirnos que no, que lo que sucede debe ser un acto de intransigencia total.

Perro Blanco | Número 42 | Septiembre / 20

PERRO BLANCO | NÚMERO 42 | SEPTIEMBRE / 20

En los primeros días de septiembre nos encontramos con una noticia que nos dejó helados. Rodo (Rodolfo Weisskirch para los lectores de la revista y de distintos medios en los que él escribía) falleció de manera súbita, sorpresiva. Integrante de la revista desde 2018, compañero de las reuniones de redacción, amante infatigable del cine, Rodolfo fue, fundamentalmente, un muy buen tipo, al que casi todos queríamos. Con él se podía disentir sobre cine, política o sobre una variedad de cuestiones sin que ese disenso implicara una ruptura. Eso, hoy, en Argentina, es lisa y llanamente una anomalía, una excepción. Por eso, sin haber cultivado una amistad intensa, la relación que nos unía a muchos de los integrantes de la revista con él fue la que Borges bien podría llamar una amistad discreta, que no es otra cosa que esa clase de amistades sostenidas sobre los silencios y las reconexiones sin que el trato se pierda, incluso mediando la distancia espacial y temporal (como la que impuso la pandemia y cuarentena).

Fin del Contenido

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