Licorice Pizza
Alana y Gary corren como galgos detrás de una coneja. Todo el tiempo corren, se mueven, se buscan de manera incansable, como si el reducto de Los Ángeles en el que viven girara, literalmente, como un disco (ese que le da el nombre al universo que los contiene) y los desplazara hacia los límites gracias a la fuerza centrífuga. Como si fuera el Samba, esa maravilla que los parques de diversiones construían sobre la base de una estructura circular que se movía sobre su eje vertical (pero también temblaba como un toro que quería librarse de su domador), lo que sucede con Alana y Gary es propio de la magia, una magia alquímica, material, corpóreo como pocas cosas