Blondi

Por Mariano Bizzio

Argentina, 2023, 87′
Dirigida por Dolores Fonzi
Con Dolores Fonzi, Carla Peterson, Rita Cortese, Leonardo Sbaraglia, Toto Rovito

En torno a alguien

Dolores Fonzi debuta como directora con una película capaz de mirar, con un grado no menor de inteligencia y equidistancia, al cine de tradición independiente (específicamente con las marcas que conectan con el Nuevo Cine Argentino) a la vez que a un cine de inscripción industrial. El punto de partida lo hemos visto en distintos casos: padres que la pendejean (o para decirlo de otro modo: que se comportan como si tuvieran mucho menos edad…o incluso padres que no parecen superar haber envejecido). Hay, por un lado, un cine de situaciones, una suerte de costumbrismo medianamente reconocible, donde el tono medio reemplaza al exceso o el tópico resolutivo, que es una jugarreta a la que habitualmente apela el peor costumbrismo. Pero eso no sucede en Blondi, donde por el contrario lo que abunda es el escape a la resolución previsible, incluso teniendo un punto de partida bastante previsible o trillado desde cierta tradición del indie americano de los 90 para acá.

Pero Blondi se afirma también en un cast que, por el grado de popularidad de sus actores, nos alejan invariablemente de ese costumbrismo, justamente a puro golpe de star system, algo que, afortunadamente no molesta pero que habilita la posibilidad de que la película también pueda tener alguna clase de inserción industrial, aunque sea como préstamo, como vida vicaria derivada de esas caras tan conocidas para el púbico, caras que de no haber estado hubieran hecho de Blondi otro ejercicio indie, pero que aquí agregan un extrañamiento adicional al costumbrismo cool. Por suerte Fonzi opera contra nuestros prejuicios y avanza también a golpe de ternura.Y es que en el fondo lo que mas importa aquí no es ella como protagonista ni los secundarios estalares, sino que la historia, como en todo proceso de hacerse padres, es dejar de girar en torno a uno y empezar a girar en torno a alguien.

Hay un punto especialmente melancólico y conmovedor en la película de Fonzi: se narra la historia de una mujer que parece empezar a aprender a ocupar un lugar más adulto como madre. Pero al mismo tiempo que se narra ese ingreso, también se narra el principio de un egreso de la vida infantil, que es el momento en el que el hijo comienza a alejarse de las pendejadas de su madre. Estamos entonces ante una suerte de coming of age invertido, donde cuando la identidad del rol de la nueva etapa a la que se aborda se construye ante nuestros ojos, también, de alguna manera, se destruye. Padres que no terminan de ser padres. Hijos que nunca terminaron de serlo del todo porque sus padres decidieron que ese lugar iba a ser compartido.

En Blondi no necesita muchas herramientas dramatúrgicas: un auto, una plaza, una comida compartida, un par de personajes y un detonante. En ese sentido su aparición como directora no puede ser más que bienvenida (recuerda, incluso, a esa otra pequeña gran película que fue El futuro que viene y que también pasó desapercibida). Hay un cine posible en los intersticios. El problema es si llegamos a verlo.

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