Flash

Por Rodrigo Martín Seijas

The Flash
EE.UU., 2023, 144′
Dirigida por Andy Muschietti
Con Ezra Miller, Michael Keaton, Sasha Calle, Michael Shannon, Ron Livingston, Maribel Verdú, Kiersey Clemons, Jeremy Irons y Antje Traue.

Viaje a ninguna parte

En Flash hay una multitud de viajes en el tiempo, lo cual a su vez lleva a la presentación de realidades alternas, en un argumento definitivamente enredado, pero que logra sostener cierta coherencia. El problema es que no se termina de entender para qué toda esa serie de enredos alterno-temporales. Y eso que, a priori, la respuesta podría ser doble y en ambos casos sin muchas vueltas. Por un lado, tenemos a un superhéroe que busca evitar el asesinato de su madre y la condena a su padre, que es inculpado injustamente por el crimen. Por otro, DC y Warner necesitan reconfigurar un mundo diseñado inicialmente por Zack Snyder, para ponerlo en la senda ahora planificada por James Gunn y Peter Safran. Sin embargo, esa ejecución es tan correcta como poco renovadora, porque las ideas nuevas prácticamente no aparecen.

Convengamos que el film de Andy Muschietti le pone bastantes ganas para mostrarse como algo diferente y desde ahí repensar tanto al universo de DC como a su propio protagonista, que hasta ahora no era mucho más que una máquina de hacer chistes, la mayoría de ellos bastante esquemáticos. Por eso la exploración de su pasado traumático, marcado por la pérdida, y un presente pautado por la melancolía de lo que no pudo ser y la búsqueda de una identidad propia. Ese es el punto de partida para la decisión de viajar en el tiempo gracias a sus poderes, que conduce a una alteración de la realidad y sus distintas líneas temporales, que comienzan a entrecruzarse, amenazando con destruir todo. Y con eso, el regreso de las encarnaciones de Batman de Ben Affleck y Michael Keaton -este último exhibiendo una sabiduría interpretativa que le permite ser lo mejor de la película-, además de la presentación de Supergirl (Sasha Calle) compensando la ausencia de Superman y el nuevo arribo de Zod (Michael Shannon). Desde ahí es que se va delineando una trama donde se entremezclan el drama personal con los interrogantes morales, más las implicancias que vienen con el poder para tomar decisiones que puedan cambiar (o no) el destino de las personas. 

Sin embargo, ese conjunto de conflictos, personajes y situaciones, aunque no deja de ser en principio pertinente, es ejecutada casi como un trámite administrativo, con más vocación de gigantismo que de conexión con el espectador. En el film se acumulan los eventos de forma relativamente ordenada, pero también desapasionada, con una discursividad un poco obvia, un tratamiento cómico algo superficial y guiños al fandom, que va a encontrar solo lo que esperaba hallar y no mucho más. Para ser una película que quiere sacudir y reacomodar todo lo que se vio previamente, Flash es llamativamente predecible: todo va por los carriles esperables y no hay resoluciones sorpresivas. De hecho, no hay tantos cambios en el punto de vista del protagonista, en un relato que no ofrece algo muy distinto a lo ya visto en otras películas de superhéroes y cuyo diseño audiovisual no puede evitar ser un tanto plano y sin frescura. Por caso, esa dimensión donde se cruzan los universos y sus posibles ramificaciones es tremendamente artificial y sin gran atractivo, evidenciando la incapacidad de Muschietti para crear un imaginario propio.

A tal punto esto ocurre, que Flash no puede escapar de la influencia de Snyder: se impone el ruido antes que la épica; la explicación dramática antes que el drama coherente; y el humor arbitrario antes que una comicidad cimentada desde la puesta en escena. Muschietti quiere hacer confluir todas esas variables con un esfuerzo quizás demasiado visible, con una remarcación que conspira precisamente contra ese propósito. Todo luce muy forzado, en un film, que por más que se pretenda refundacional o de quiebre, es meramente transicional. Flash cierra con la promesa de que algo distinto viene en el futuro, aunque no queda claro qué. Encima, no hay mucho más que esa promesa, luego de un reacomodamiento que, más allá de los conflictos presentados, no deja de ser un tanto arbitrario. Apenas nos queda un film aceptable, pero efímero, sin verdadera potencia, donde lo heroico es apenas un recurso más para mantener con vida una franquicia que sigue con respirador artificial.

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