Invasión secreta

Por Rodrigo Martín Seijas

Secret Invasion
EE.UU., 2023, 6 episodios de 40′
Creada por Kyle Bradstreet
Con Samuel L. Jackson, Ben Mendelsohn, Kingsley Ben-Adir, Killian Scott, Samuel Adewunmi, Dermot Mulroney, Richard Dormer, Emilia Clarke, Olivia Colman, Don Cheadle, Charlayne Woodard, Christopher McDonald, Katie Finneran

La jubilación del héroe

No deja de ser raro lo que ha pasado con Marvel desde ese cierre a toda orquesta que fue Avengers: Endgame: salvo algunas excepciones -las estupendas Guardianes de la Galaxia Vol. 3 y Spider-Man: sin regreso a casa-, ha ido acumulando producciones mayormente fallidas, no solo desde lo narrativo, sino también desde lo formal. En la esfera televisiva, algunos tropiezos -la despareja WandaVision, la arbitraria Loki, por citar un par de ejemplos- podían atribuirse a una vocación de experimentación con nuevas capas genéricas. Pero también empezaban a verse fallas notorias dentro de estructuras ya familiares para el estudio, como en Falcon and the Winter Soldier o Ms. Marvel. Y ahora llega Invasión secreta, que confirma la tendencia preocupante.

En la miniserie creada por Kyle Bradstreet (que venía de trabajar en producciones interesantes, como Mr. Robot y Berlin Station), Marvel retorna al thriller de espionaje con referencias políticas, que le había dado grandes réditos en Capitán América y el Soldado del Invierno. Y encima con el relato dándole plena centralidad a Nick Fury, un gran personaje que también ha demostrado ser un emblema de lo secreto y oculto, además del profesionalismo innato, a lo largo de todo el recorrido de la franquicia. Esta vez, retornando a la Tierra para enfrentar a una facción de los Skrulls que ha estado invadiendo el planeta en secreto, adoptando las apariencias físicas de humanos en altas posiciones y manipulando los acontecimientos para generar un enfrentamiento entre potencias. Además, regresaba un personaje muy atractivo como era Talos, que estaba entre lo mejor de Capitana Marvel. Es decir, había ahí mucho material potente como para construir una historia apasionante, llena de vigor, tensión y revelaciones inesperadas.

Sin embargo, salvo quizás algunos pasajes del primer episodio, a Invasión secreta le cuesta una enormidad sorprender y capturar la atención del espectador, por más que se esfuerce en desplegar tramas y subtramas que se retroalimentan entre sí. En buena medida, porque hay un déficit llamativo de la puesta en escena, que casi nunca consigue el dinamismo adecuado. Hay, por caso, un tiroteo que pretende jugar con las apariencias y engaños entre bandos para terminar arribando a una muerte decisiva para la historia, que falla por completo al momento de manejar lo espacial y la interacción entre los sujetos. El director Ali Selim, por más que cuenta con inmensos recursos a disposición, pareciera no entender cómo imprimirle energía a lo que está narrando, por lo que hay momentos que deberían ser shockeantes, pero que finalmente no generan mucho más que indiferencia. Lo mismo cuenta para las actuaciones: Samuel L. Jackson y Ben Mendelsohn hacen lo que pueden con un guión que no los ayuda mucho; Emilia Clarke está totalmente inexpresiva; Kingsley Ben-Adir no consigue darle carnadura a su villano; y solo sale bien parada Olivia Colman, que parece divertirse mucho con su rol entre sarcástico y brutal.

Estos problemas estructurales, técnicos y formales terminan repercutiendo en las subtramas de fondo que cimentan el conflicto central. Es que, si Invasión secreta es esencialmente una historia de espionaje, también busca ser un despliegue de historias de amor con diversas motivaciones, repercusiones y consecuencias. No solo el vínculo entre Fury y su esposa, sino también la relación entre Talos y su hija, además del lazo que tienen tanto Fury como Talos con ese antagonista defraudado y rencoroso que es Gravik. Pero esas ambiciones, a priori interesantes, se ven limitadas por una narración más preocupada por enunciar oralmente que por contar lo que pasa desde los gestos, acciones y actitudes. Todo avanza entonces en piloto automático, con el objetivo predecible de sentar las bases para lo que vendrá en el futuro en otras series y películas. Por eso, quizás, en varios momentos, diversos personajes se refieren a Fury como alguien cansado y viejo, ya incapaz de las hazañas que lo hicieron conocido antes, y que, por desgracia, los espectadores sientan algo parecido. Invasión secreta quiere darle un nuevo giro al mundo de Marvel, pero se expone como un relato de ritmo cansino, carente de vitalidad, que coloca, involuntariamente, a su protagonista al borde la peor jubilación posible.

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