Expend4bles
EE.UU., 2023, 103′
Dirigida por Scott Waugh
Con Sylvester Stallone, Jason Statham, Dolph Lundgren, Randy Couture, Curtis ’50 Cent’ Jackson, Megan Fox, Tony Jaa, Iko Uwais, Andy García, Levy Tran
El Pasado
Alguna vez Sylvester Stallone fue un auteur de retorno. O un autor grasa, pero autor al fin, esos de la estirpe quiroguiana hechos a fuerza de presencia actoral y, en todo caso, luego marcas como guionista y como director, eventualmente productor. Pero centralmentre un actor-autor, que mientras preparaba los regresos con mas o menos gloria de sus sagas canónicas (las Rocky post 2000, las Rambo post 2000), encontró en el rizo híper rizado de la autoconciencia de Los indestructibles un vehículo perfecto para volver (otra vez, cuando no) sobre sí.
El problema es que ese regreso con esta nueva saga llena de viejos vinagres (Sly, Harrison Ford, Mel Gibson, Jean-Claude Van Damme, Chuck Norris, Dolph Lundgren, Mickey Rourke, Eric Roberts, Bruce Willis, Arnold Schwarzenegger) sucedió hace mas de una década y tercio, cuando el retorno a los 80’s/90s se había legitimado, incluso con cierto grado de sofisticación, entregando, de paso, el relevo a una nueva generación de héroes de acción que habían comenzado a forjarse en los primeros dosmiles. Si en la segunda (sin dudas la mejor de la tetralogía) y la tercera (un poco gastada, pero placentera) creaban un caldo de cultivo que no debía dejarse avanzar, la cuarta película demuestra un timming absolutamente incomprensible, como si realmente no se hubiera tomado en cuenta la propia saga y su evolución sino los cambios en los espectadores del último lustro y medio.
El mayor problema de Los indestructibles 4 no es la simple ausencia de mirada autoral que podía hacer de las primeras un material empático y una confesión en clave de Sly sobre su propia carrera. El problema mayor recae, acaso, en el intento despatarrado de hacer una película de acción de los 80s/90s, no una película sobre el cine de acción de esos años. En el recorrido de las malas decisiones se suma que el nuevo grupo ya no está integrado por los muchachos de ayer, sino por una lista de celebridades más o menos conocidas de las últimas dos décadas, que son las principales encargadas de romper el embrujo empático que nos unía a los viejitos y nos llevaba al pasado. Aquí no hay mirada autoral, no hay íconos a los que querramos cuidar, apenas queda un gesto de inercia sobre un vacío que ni siquiera puede llenar la nostalgia o la melancolía. Una pena.
