Rotting in the Sun

Por Raúl Ortiz Mory

EE.UU.-México, 2023, 109′
Dirigida por Sebastián Silva.
Con Jordan Firstman, Rob Keller, Vitter Leija, Catalina Saavedra, Gerardo Sierra, Juan Andrés Silva y Sebastián Silva.

Lija fina

El cuerpo masculino y la exhibición de su anatomía desnuda a través de la naturalidad que otorga el movimiento. El sexo como una válvula que solo se activa para no perdurar. La fugacidad de lo inmediato. El desparpajo del humor, ácido, pendenciero, hiriente. La burla que transgrede para hacernos sentir minúsculos, sin opción a réplica. La realidad digital que engulle a la realidad real: la modifica y la moldea a su gusto; establece estereotipos, envases sin líquido. Los zombies de las redes sociales encuentran un halo de esperanza, de vida, en las reacciones. La soledad encubierta desde el móvil. La muerte en el juego de lo impredecible, de lo accidental, de lo trascendente. Y, nuevamente, el humor junto al sexo, y el exhibicionismo, que apalancan el concepto de irreverencia. 

Rotting in the Sun es una lucha de principios. Un grito de independencia punk. Y Sebastián Silva, su director, un melodramático que se autoflagela psicológicamente para llevar al espectador hasta un lugar incómodo. Un realizador que hunde el rostro de los pacatos en la pantalla para no dejarlos mirar hacia otro lado. Silva se ríe, sin elegancia, de la cucufatería porque su premisa está en decir lo que le da la gana, en el momento que se le antoja y de la manera que mejor le parece. Silva es un buen narrador y sabe jugar con los géneros. Los hilvana y los deja respirar -hasta que explotan- desde la particularidad de los conflictos que ofrece la historia de su película.      

Sebastián (el personaje) es un director chileno que vive en México. Pasa por un momento complicado: no tiene dinero ni ideas creativas que alumbren su nueva película; abusa de la cocaína y piensa seriamente en suicidarse. Para desconectar del agobio, acude a una playa nudista gay donde conoce de manera fortuita a Jordan Firstman, popular influencer que desea grabar una película y que ve en Sebastián al director adecuado para consolidar su proyecto. Todo cambiará cuando Firstman llegue a suelo mexicano y no encuentre al cineasta. La desaparición no será una casualidad, pero sí será el inicio de una burda búsqueda detectivesca que dará un giro completo a la trama. Pasar del hedonismo desenfrenado hacia la culpa y el desengaño será una experiencia que Firstman vivirá de forma intensa. Una manera en que Silva explora la comedia y el suspenso con gran efectividad.

Tanto Silva como Firstman se interpretan a sí mismos. Ello les abre posibilidades de naturalidad que coronan con performances trágicas y despreocupadas, aunque todo el tiempo sobrevuele la cuestión de la falta de inspiración, creatividad o audacia respecto al proceso creativo que viven los artistas independientes y los populares. El personaje de Silva vive y muere por volver a sentir la necesidad de reflejar una mirada cinematográfica genuina, mientras que Firstam se contenta con el mundo de la espectacularidad que ofrece el universo digital y las redes sociales. Por más que los dos compartan inquietudes, terminan siendo las dos caras de una moneda y, sin embargo, se necesitan, se atraen, se complementan. Sebastián con temores, Firstman con riesgos. Esa codependencia traza una línea de valor para Rotting in the Sun porque extiende nuevos matices en la forma de sentir que tienen sus dos personajes. 

Si bien Rotting in the Sun tiene secuencias redundantes que marcan la confusión existencial de Sebastián y la ligereza de Firstman -algunas pueden llegar a exasperar, por ejemplo, ciertos momentos en la playa- es el giro, desde la desaparición de Sebastián, lo que pone al descubierto la valía del tercer personaje de la trama: Verónica (Catalina Saavedra), la señora que trabaja haciendo la limpieza en casa del chileno. Hasta cierto punto, ella será quien determine los juicios morales de la historia, precisamente uno de los pocos personajes heterosexuales de la trama. Con sus acciones, profundiza el entendimiento de la sumisión, la culpa y el arrepentimiento.
Rotting in the Sun es áspera, pero también lúdica. No es una película que adopta con solemnidad una mirada del mundo queer cuando pone el foco en la zozobra emocional de sus personajes, sino que reinventa sus juicios para conducirlos hacia terrenos menos inquisidores como el suspenso y sus fórmulas. En suma, una amalgama balanceada de exceso y delicadeza.

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