Reacher – Segunda temporada

Por Rodrigo Martín Seijas

EE.UU., 2022, 8 episodios de 50′
Creada por Nick Santora
Con Alan Ritchson, Malcolm Goodwin, Serinda Swan, Shaun Sipos, Ferdinand Kingsley, Robert Patrick, Domenick Lombardozzi, Andres Collantes, Edsson Morales, Dean McKenzie, Shannon Kook, Christina Cox 

Cuatro es multitud

La primera temporada de Reacher fue una pequeña y agradable sorpresa, aún a pesar de sus desniveles. Supo recuperar parte del espíritu de la acción de los ochenta, con una violencia sin culpa, a partir de un protagonista capaz de fusionar la habilidad deductiva con la brutalidad física sin vueltas. Y con un Alan Ritchson que calzaba casi perfecto en el papel, con un gigantismo apenas expresivo, pero aún así querible. Eso le alcanzaba para superar algunos defectos, como lagunas narrativas en mitad de temporada y una puesta en escena que fallaba cuando tenía que hacerse cargo de las secuencias de acción de gran escala y definitivas.

La segunda entrega repite, a su modo, virtudes y fallas, confirmando que el piso y el techo de la serie no están muy lejos entre sí, y que eso lleva a que sea un entretenimiento más que aceptable, pero también limitado. Esta vez el material de base es la novela Mala suerte, la onceava de la saga literaria creada por Lee Child. Allí, Reacher debe reunirse con tres ex compañeros del cuerpo de investigadores del Ejército cuando llegan noticias de otros integrantes de la unidad han aparecido asesinados o desaparecieron misteriosamente de sus hogares. Obviamente, la pesquisa los llevará por caminos complejos, en los que deberán enfrentarse a una compañía inescrupulosa, políticos corruptos y hasta intermediarios con terroristas, que no temen cubrir sus huellas con cadáveres.

Quizás la mayor debilidad de la segunda temporada surja a partir del sesgo coral que adquiere: Reacher deja de ser el único protagonista o el referente absoluto que comanda las acciones, ya que pasa a trabajar con sujetos de los que en algún momento fue jefe, pero que no dejan de manejarse en igualdad de condiciones. Eso produce una dispersión en el despliegue de eventos y conflictos, que se ve potenciada además por la voluntad de la trama de otorgarle a ese grupo protagonista un carácter familiar que va más allá de las lealtades profesionales y éticas. Eso no cuadra del todo con un personaje como Reacher, que va por la vida en completa soledad y sin supuestas ataduras institucionales, sociales o afectivas. La serie entonces pareciera forzarse a ser algo que no es por completo, más aún si tenemos en cuenta que ninguno de los nuevos compañeros es precisamente memorable. Tampoco es que ninguno sea insoportable, pero lo cierto es que la más interesante es Neagley (Maria Sten), a partir de la soltura y confianza que transmite; mientras que a O´Donnell (Shaun Sipos) le cuesta salir del rol de comic relief; y Dixon (Serinda Swan) no es mucho más que el interés romántico de Reacher.

Donde esta vez la serie acierta, a diferencia de la temporada previa, es con su villano principal: el Shane Langston que encarna Robert Patrick es un tipo detestable y cruel, alguien que no teme ejercer la violencia y que recurre a justificaciones patrioteras para justificar sus acciones. Lo suyo es la búsqueda de dinero por cualquier vía y si eso implica torturar, asesinar y venderles armas a terroristas, no hay ningún problema con eso. Desde su falta de escrúpulos, establece un diálogo parejo con la brutalidad justiciera de Reacher y sus compañeros, porque en un punto, por más que el odio y desprecio sea mutuo, no dejan de ser caras de una misma moneda. Por eso también el duelo que se construye entre ambas partes está dado más por la fuerza, por los límites dispuestos a quebrar, que por la astucia o inteligencia, aunque eso vaya en detrimento de la potencia del misterio sobre algunos eventos que se investigan.

Precisamente, es la ausencia de culpa y la violencia directa lo que siguen sosteniendo a Reacher como una serie distintiva en el espectro televisivo actual. Eso prevalece a un relato algo disperso, donde la acumulación de personajes nuevos juega algo en contra. Al fin y al cabo, la identidad de su protagonista está asociada, inevitablemente, a la soledad.

¿Te gustó lo que leíste? Ayudanos con un Cafecito.

Invitame un café en cafecito.app

Comparte este artículo

Otros ArtÍculos Recientes

Enterate de todo...

Recibí gratis todas las novedades en tu correo a través de nuestro Newsletter