The Holdovers
EE.UU., 2023, 133′
Dirigida por Alexander Payne.
Con Paul Giamatti, Dominic Sessa, Da’Vine Joy Randolph, Brady Hepner, Gillian Vigman, Carrie Preston, Darby Lee-Stack y Michael Provost.
Cuento de Navidad
1970. Fines de diciembre. Los alumnos del internado Barton se preparan para abandonar la institución por dos semanas, lo mismo que los directivos y los profesores. Todos esperan pasar las fiestas con sus familias, salvo Paul Hunham (Paul Giamatti), el profesor de Civilizaciones antiguas al que nadie soporta, y al que le encargan la tarea de custodiar a los pocos estudiantes que se quedan. Y que, tras la inesperada visita de un helicóptero, se reducen a uno: Angus Tully (Dominic Sessa),un adolescente problemático al que su madre y su nuevo marido no pretenden incluir en sus vacaciones. A este improbable dúo se suma Mary (Da’Vine Joy Randolph), la cocinera del colegio; una mujer en pleno duelo por la muerte de su hijo, caído en combate en Vietnam. La convivencia de los tres (más algunos otros) durante esos días de invierno es el puntapié de The Holdovers, la última película de Alexander Payne, quién no estrenaba desde 2017. Y que significa también una nueva colaboración entre el director y Paul Giamatti, cuya asociación en 2004, en la que también estuvo Thomas Haden Church, dio como resultado esa obra maestra llamada Entre copas.
The Holdovers es, como casi todas las de Payne, una película de personajes. El Hunham de Giamatti es un docente que parece no tener vida más allá de los límites de Barton; un tipo mal llevado, estricto, un poco tiránico, algo alcohólico. Como si su carácter no fuera suficiente para alejar a todos, también está su apariencia derrumbada, el ojo desviado por el que todos los alumnos lo señalan, y el mal olor que emana, que se potencia por las noches. También, claro, es un personaje que carga con un gran sufrimiento, producto de un pasado que pocos conocen. Ir develando de a poco sus circunstancias es la operación que Payne realiza con los tres, y que lleva a la película por un recorrido emocional que va de menos a más. Conocemos a Angus como un chico creído y molesto, que ante la perspectiva de pasar esos días encerrado con el profesor más insufrible, se vuelve insoportable y desafiante. Pero, progresivamente, también lo entendemos. El arco narrativo de Mary, por el contrario, no está marcado por las revelaciones y el autodescubrimiento, pero su presencia es fundamental, a la manera de un sostén humano (muchas veces a su pesar) entre dos personas que tienen más en común de lo que pueden ver.
Con clasicismo en las formas, Payne, un autor consolidado, no se preocupa por demostrar su autoría, y el clima de época no parece condicionarlo. La suya es una película atemporal, capaz de entretejer temas sin desbalancear lo que está contando. En el fondo de las historias de Hunham, Angus y Mary asoman cuestiones como la guerra, la injusticia social, los prejuicios de clase, las enfermedades mentales, y la muerte, ese tabú irresoluble de nuestro tiempo.
Apoyada en tres grandes actuaciones, con un Giamatti en estado de gracia, The Holdovers propone un viaje para sus personajes, que por supuesto es más que físico. La relación tirante entre un profesor y un alumno se convierte, de manera orgánica, en una historia sobre padres e hijos. Mary, que una noche en una fiesta cae sin atenuantes en la certeza de que su hijo no va a volver, completa el cuadro para darnos un retrato sobre la familia. Cercada por la nieve, con una fotografía exquisita de Eigil Bryld, la película cambia el milagro de la Nochebuena por una nota pesimista al final, pero certera. De esas que clausuran la vida conocida para dar paso a la posibilidad de algo nuevo. Comedia dramática, film navideño, probable comfort movie para quien suscribe, The Holdovers es todo eso y más. Sin dudas, una de las grandes películas del año.
