Sr. y Sra. Smith

Por Rodrigo Martín Seijas

Mr. and Mrs. Smith
EE.UU., 2024, 8 episodios de 50′
Creada por Donald Glover y Francesca Sloane.
Con Donald Glover, Maya Erskine, Paul Dano, Parker Posey , Wagner Moura, Alexander Skarsgård, Ron Perlman, John Turturro, Úrsula Corberó, Michaela Coel y Sarah Paulson.

La guerra de los roces

Es inevitable -y hasta necesario- hablar de Sr. y Sra. Smith teniendo en cuenta lo que hizo previamente Donald Glover con Atlanta, y también lo que había dado el film original protagonizado por Brad Pitt y Angelina Jolie. La película de Doug Liman, por fuera de todo el asunto Brangelina, era esencialmente una comedia de rematrimonio con la acción como telón de fondo, en la que una pareja debía conocerse de nuevo para recomponer su vínculo. Y la serie creada por Glover tomaba la escena del rap apenas como una excusa para toda clase de exploraciones temáticas y formales, hasta ser todo y nada a la vez: por algo el propio creador la definía como “Curb your enthusiasm con raperos”, pero también como “si David Lynch o los Hermanos Coen hubieran hecho un show sobre la cultura del hip-hop”.

Partiendo de estas -por decirlo de algún modo- certezas, podríamos decir que esta nueva Sr. y Sra. Smith es como Curb your enthusiasm con un matrimonio de espías, o como si Lynch o los Coen hubieran hecho un show sobre una pareja dedicada al espionaje. Es que Glover toma el concepto inicial de la película para retorcerlo por completo e indagar en sus huecos, o directamente irse por la tangente para explorar otras variables. Incluso se podría decir que hay un acto de dar vuelta por completo la premisa inicial, porque no tenemos a un matrimonio donde cada integrante no sabe cuál es la profesión del otro, sino lo contrario: en cambio, hay dos individuos que aceptan un matrimonio arreglado, que a la vez funciona como una unidad operativa clandestina, en la que la química afectiva alimenta -para bien o para mal- la química laboral. Desde ahí es que la estructura de la comedia de rematrimonio es apenas un eslabón más de una cadena de sentidos que se reconfiguran a cada capítulo.

En verdad, lo que parece que quiere Glover -y en esto los nombres de los episodios funcionan como pistas- es explorar las etapas y posibilidades de la dinámica matrimonial, y cómo esto a su vez colisiona o potencia la ética profesional. En esa apuesta, las misiones asignadas y las secuencias de acción son como un paisaje donde se mueven los protagonistas, un vehículo para analizar su estado de situación, qué les pasa a ellos mismos y con el otro. Es un conocerse y desconocerse a la vez, un pensarse juntos y a la vez separados, una constante fricción que coquetea con la ruptura definitiva, pero también con la unión eterna. ¿Un retrato de lo que podría ser una típica relación tóxica? Tal vez, pero quizás también de las formas que pueden adquirir el romanticismo o el enamoramiento. En eso, los personajes que se cruzan con John y Jane Smith (desde los vecinos hasta los objetivos en las misiones, pasando por unos particulares colegas) interpelan por distintas vías sus actitudes y formas de ver la vida, casi encarnando el punto de vista de los espectadores, pero también agregando nuevas capas de (sin) sentido.

Si la fascinación y el histeriqueo parecen ser las pautas dominantes en la relación que establecen los protagonistas durante la primera mitad de la temporada, los últimos capítulos introducen una serie de giros narrativos y a la vez sentimentales que la colocan en un rumbo que coquetea con lo lunático y, por qué no, siniestro. Ahí es donde el otro referente que entra en juego es La guerra de los Roses, aquella gran película de Danny DeVito sobre la disolución/estallido de un matrimonio. La serie, entonces, parece hacerse cargo de que los protagonistas son un poco sociópatas, seres perdidos y en busca de una brújula afectiva, y, quizás por eso mismo, también completamente normales en sus neurosis, humanos a más no poder. Es en el tránsito sobre esos bordes psicológicos, siempre al borde del abismo de lo inverosímil, que la Sr. y Sra. Smith encuentra un raro equilibrio entre la empatía y el distanciamiento. Aunque claro, su apuesta es definitivamente a contramano de cualquier expectativa previa. Da para preguntarse si tendrá el éxito esperado de acuerdo a su nivel de producción o si será un fracaso absoluto.

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