The fall

Por Marina Locatelli

The Fall
Reino Unido, 2013/14/15, 17 episodios, 60′ por episodio
Creada por Allan Cubitt
Con Gillian Anderson, Jamie Dornan, Séainín Brennan, Michael Colgan, Laura Donnelly, Bronagh Waugh, Ben Peel, Michael McElhatton, Niamh McGrady, John Lynch, Ian McElhinney, Archie Panjabi

Pulsión y repulsión

Por Marina Locatelli

En el artículo “Los antecedentes ideológicos del radiador del Rolls-Royce”, el historiador del arte alemán Erwin Panofsky, para explicar el diseño del radiador del famoso vehículo, que desde su punto de vista “resume, de hecho, doce siglos de preocupaciones y aptitudes anglosajonas”, comienza con una larga disertación acerca de la oposición entre el estilo versallesco de jardín, recargado y ostentoso, y el jardín inglés, más dado a la falta de ornamento y al respeto por lo natural‒aunque la idea de un jardín natural en sí misma implique una paradoja, como bien se lo aclara‒.

Panofsky, no contento solo con esta descripción del jardín inglés, da un paso más y explica cómo evolucionó su estilo hasta convertirse en una antinomia constituida, por un lado, por la idea (romántica, a falta de otra palabra, dice el autor) de un jardín rústico, en el que se respeta el orden genuino de la naturaleza, y por el otro, el clasicismo palladiano, estilo dominante en la arquitectura de la época.

Esta poderosa antinomia ‒definida como “una admirable pieza de ingeniería (oculta) detrás de un templo frontal palladiano, animado con el espíritu de un no mitigado «romanticismo»”‒ que caracteriza lo que podría denominarse como “el estilo inglés”, recorre toda la historia del arte británico. Panofsky encuentra esta contradicción hecha estilo del espíritu anglosajón en sus jardines, pero también en su arquitectura, en su literatura, en las ilustraciones de libros medievales y hasta en el radiador del Rolls-Royce.

Es posible rastrear esta contradicción estilística hasta nuestros días, por ejemplo, en The Fall, la miniserie creada y escrita por Allan Cubitt y protagonizada por Gillian Anderson (la famosa Dana Scully de Los expedientes secretos X) y Jamie Dornan (Cincuenta sombras de Grey). De acuerdo con su formato, The Fall es una típica miniserie británica: de apenas 3 temporadas y 17 episodios, comenzó a emitirse en 2013 y finalizó en 2016. Corto pero conciso, este thriller psicológico hace foco en la dinámica del gato y el ratón. Stella Gibson (Anderson) es una detective que llega a Belfast para hacerse cargo de la búsqueda de un asesino serial de mujeres. Paul Spector (Dornan) es un carilindo padre de familia, que, siendo una suerte de psicólogo amateur, como profesión tiene la responsabilidad de acompañar en el duelo a personas que hayan sufrido la pérdida de algún ser querido o hayan vivido alguna experiencia traumática. Sin embargo, de noche, cuando debería estar cuidando a sus pequeños hijos, recorre las calles de Belfast para seleccionar a su presa. Elige mujeres lindas y jóvenes, las viola, las mata y luego las limpia, las lava y dispone la escena del crimen como si fuera la puesta en escena de una obra de arte. Porque para él, sus atrocidades son arte.

Como lo hacía antes con sus víctimas, Spector comenzará a jugar al gato y al ratón con la detective Gibson. Ambos se disponen a la caza. El asesino serial siente una pulsión irrefrenable por cometer más crímenes una vez que se da cuenta que la detective está a la altura de su inteligencia y que puede comprender, a pesar de la repulsión que siente frente a los hechos, el modo rebuscado, psicópata y perverso en el que funciona su mente. Gibson, por su parte, se obsesiona con la cacería y su frio exterior solo se resquebraja cuando cree perder a su presa.

A lo largo de las tres temporadas (la primera y la segunda muy logradas; la tercera perdió el vigor de las anteriores aunque, sin dudas, es un cierre digno de la historia) al paisaje rústico de una Belfast fría y cerebral se le contrapone una corriente subrepticia de erotismo, de incomodidad. De un salvajismo muchas veces reprimido y otras tantas manifiesto e ingobernable. La corrección política, que en más de una oportunidad lastran las series americanas, aquí no parece tener mayor importancia. Lo femenino y lo masculino, encarnado en los personajes principales, se trastocan con tintes perversos. Gibson acentúa su lado masculino frente Spector y este potencia su mal concebida femineidad cuanto más cercana siente a la detective.

Sin caer en estridencias, golpes bajos y dramatismos de pacotilla, The Fall fue pensada, filmada y actuada con la sobriedad de lo típicamente británico. Su ritmo es el preciso para crear la tensión necesaria de un thriller; sus secuencias tienen la solidez de la narración precisa; no hay moralina que empañe la verosimilitud de los personajes y sus acciones. Y si bien pierde impacto y potencia en su última temporada, mantiene un nivel de calidad que la ubica por sobre la media de los actuales programas televisivos.

Como decía Panovsky sobre el arte anglosajón, la antinomia entre el clasicismo típico de lo británico y cierto primitivismo que como un río subterráneo recorre sus producciones artísticas se hace evidente en The Fall tanto en la construcción de sus personajes y en la temática abordada como en su puesta en escena y en su narración. La distancia, frialdad, corrección y civismo de los personajes y de la puesta en general choca y se funde con las pulsiones, los deseos confesos y ocultos, lo primigenio, lo salvaje, lo aberrante, lo erótico, todo aquello latente que brota cuando la cacería está en juego.

 

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