Un pájaro azul

Por Amilcar Boetto

Argentina-Uruguay, 2023, 97′
Dirigida por Ariel Rotter.
Con Alfonso Tort, Julieta Zylberberg, Norman Briski, Susana Pampín, Romina Paula, Walter Jakob, María Villar, Verónica Hassan, Néstor Guzzini, Julián Larquier Tellarini, Alejandra Flechner y Eugenia Guerty.

Susurros ásperos 

El marido tiene su mirada perdida en la ventana, mientras su mujer está guardando ropa. Se  están mudando, pero él le fue infiel. El director mantiene el plano, ella está en segundo término  del encuadre, él apenas le contesta, como si no la escuchara. Al final, ella se acerca y le pregunta si pasa algo, él confiesa. De escenas como estas se compone Un Pájaro Azul, de Ariel Rotter, quien al presentar su película en Mar Del Plata, antes de su estreno oficial, dejó hablar a su hija, que describió la película como muy linda. Esa descripción, no solo es tierna, sino que también es exacta. Y quizás la lindura de la película radique, sobre todo, en el tiempo que le da su director a sus personajes  para expresarse, a pesar del dolor. Aunque haya momentos puntuales, como, en muchas  ocasiones, el enojo expresado por Julieta Zylberberg, en los que ese dolor deviene en un tono  entre solemne y meloso, en términos generales la película logra transitar la amplia gama de  sentimientos por los que pasan sus personajes de una forma, digamos, cercana. 

Hay otro aspecto que colabora con la cercanía que propone el film de Rotter. Ese aspecto es el tiempo. Que es de y para los personajes, pero también para el espectador. El tiempo para pensar solo, tiempo que tiene el personaje del esposo, el tiempo para procesar aquella terrible noticia del embarazo y el tiempo que Rotter le da al personaje de Zylberberg para perdonar, o al menos para dejar de condenar. El gran hallazgo del director en esta película, por lo tanto, no radica en no permitir que la belleza visual o los gestos de autor (como la presencia misteriosa del pájaro azul en cuestión) coarten la estructura narrativa. Una estructura  que es una respiración constante pero rítmica, de una fluidez que podría haberse extraviado en la presunción simbólica, en la importancia de los temas importantes. Pero no. Rotter logra ese pequeño milagro que es que las escenas parezcan durar lo que deberían durar para que esa angustia pueda madurar y el espectador pueda entender si es momento o no de una  reconciliación. Y si bien, en la mayoría de los casos la respuesta es no, nosotros seguimos a nuestro personaje, con la misma ilusión que él mantiene, con las contradicciones morales que eso puede llevar a suponer. 

En su gestualidad mínima pero poderosa, en su capacidad de susurrar la aspereza, la película de Rotter consigue pequeñas iluminaciones capaces de romper la armonía en mil pedazos y a la vez rearmarla frente a nuestros ojos. De esas contradicciones está hecha Un pájaro azul

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