Un pájaro azul
El marido tiene su mirada perdida en la ventana, mientras su mujer está guardando ropa. Se están mudando, pero él le fue infiel. El director mantiene el plano, ella está en segundo término del encuadre, él apenas le contesta, como si no la escuchara. Al final, ella se acerca y le pregunta si pasa algo, él confiesa. De escenas como estas se compone Un Pájaro Azul, de Ariel Rotter, quien al presentar su película en Mar Del Plata, antes de su estreno oficial, dejó hablar a su hija, que describió la película como muy linda. Esa descripción, no solo es tierna, sino que también es exacta. Y quizás la lindura de la película radique, sobre todo, en el tiempo que le da su director a sus personajes para expresarse, a pesar del dolor. Aunque haya momentos puntuales, como, en muchas ocasiones, el enojo expresado por Julieta Zylberberg, en los que ese dolor deviene en un tono entre solemne y meloso, en términos generales la película logra transitar la amplia gama de sentimientos por los que pasan sus personajes de una forma, digamos, cercana.