Wish

Por Ludmila Ferreri

EE.UU., 2023, 95′
Dirigida por Chris Buck, Fawn Veerasunthorn
Con Ariana DeBose, Chris Pine, Alan Tudyk, Angelique Cabral, Victor Garber, Natasha Rothwell, Jennifer Kumiyama, Evan Peters, Harvey Guillén, Ramy Youseff, Niko Vargas, Della Saba, Jon Rudnitsky

Deseo de muerte

En alguna época Disney supo hacer de su tradición más clásica y convencional un perfecto punto de partida para articular su recorrido autoconsciente. El asunto es que eso que alguna vez fue recorrido, en los últimos años no es otra cosa mas que un fin, un objetivo final, como si el gigante del castillo no pudiera (ni quisiera) salir del rizo que le permite, entre otras cosas, contrabandear su pasado pero sin culpa, porque -guiño guiño- al final de cuentas no debe ser tomado muy en serio. El (auto)desprecio vestido de sentido del humor, entonces, vuelve a la autoconciencia más reciente (completamente distinta a la que podíamos encontrar con maravillas como Hércules (1992) o Las aventuras del emperador (2000) en donde la autoconciencia era el motor para seguir narrando, es decir, para confiar en el futuro, no la estrategia para despreciar el pasado), en una suerte de auto-bullying liso y llano, como cuando alguien está siendo denigrado por terceros pero simula divertirse a costa de su propia integridad puesta en peligro.

Aunque no lo parezca (y aunque nos presente un juego autocelebratorio por los festejos del centenario de Disney), Wish es una adecuada hija de su época, pero al mismo tiempo parece querer convencernos de que puede -guiño guiño- recordar su propio pasado, acaso como señal a las generaciones pre 2000s, a las que directa e indirectamente se alude como objeto de una complicidad que no tiene interlocutor visible. En definitivas cuentas, un juego donde el frontón no devuelve la pelota o donde la pared no devuelve el pase.

¿Lo intenta? Si, la intención está, pero el talento no, incluso lamentándose ya que detrás de cámara está Chris Buck, que había dirigido Frozen (en la cual aparecían algunos de estos problemas de autoconciencia, pero a la vez se imaginaban nuevas soluciones). El problema es que ninguna de las limitaciones de Wish se resuelve con oficio. Es preciso algo más: valentía. Ahí es donde vale la pena retornar para preguntarse por el modo en el que Disney ha dispuesto una destrucción-sustitución (que no deconstrucción) sistemática de su sistema de representaciones. Para no ser menos que sus coetáneos, Wish propone a una heroína que cumple con los estándares básicos de la corrección política: es mujer, no tiene interés romántico, es heroica y resistente a la opresión y es redentora, pero fundamentalmente no es portadora de males o contradicciones.

Al mimo tiempo, del lado de enfrente, el mal es ocupado por los hombres, por uno en particular, pero con una cualidad a la que Disney venía renunciando sistemáticamente: la villanía como mal metafísico carente de explicación o psicología. Ese rasgo, que conecta mucho mas con el pasado que con el presente ascéptico es, por lo pronto, una curiosidad que parece haber pasado de largo, que parece coquetear con el pasado, cuando en realidad, fuerza indirectamente la agenda presente. Es simple: en la villanía masculina sin explicación reaparece una figuración abstacta, despolitizada y deshistorizada, el patriarcado como fantasma.

El guiño que se practica al pasado, entonces, en realidad sigue siendo el mismo desprecio al presente pero con cara de autoconciencia. Las mujeres seguirán siendo benefactoras, los hombres portadores de los males del mundo. Y la propia tradición usada, no para creer y crear un futuro, sino para seguir muriendo un poquito más cada día (un verdadero death wish).

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