Hard to be a God
Hard to be a God no es un refrito de nada, no es una relectura, no es una parodia, no es un reacomode. Es algo nuevo, es otra cosa completamente. No se le parece a nada, y eso es una gran noticia no sólo en términos cinematográficos, o artísticos si se quiere, sino también de concepción de mundo. La herramienta, el cine, sigue virtualmente inexplorada. Sus posibilidades siguen siendo ilimitadas. Lo que puede decir, o insinuar, u oscurecer, sigue siendo infinito.