Holy Spider

Por Ludmila Ferreri

Dinamarca, 2022, 117′
Dirigida por Ali Abbasi
Con Zar Amir-Ebrahimi, Mehdi Bajestani, Arash Ashtiani, Forouzan Jamshidnejad, Mesbah Taleb, Alice Rahimi, Sara Fazilat, Sina Parvaneh, Nima Akbarpour, Firouz Agheli

Subjetiva de nadie

Hay películas que actúan en base a movimientos espasmódicos, como si en su interés por conciliar la posibilidad de un sistema algo se les trabara en el proceso. De ese modo, como el sistema no se purga de esos movimientos regurgitantes, lo que queda es una mezcla entre algo viejo que no terminó de asimilarse y algo nuevo que no ha terminado de instalarse. En esta dirección de cosas el cine de Ali Abbasi se mueve con cierta familiaridad. A mitad de camino entre las formas de la modernidad cinematográfica y una cierta plasticidad volcada a los géneros tradicionales (en particular el policial en este caso como también en Border), con Holy Spider lo que lleva adelante es una de las ya clásicas muestras de eso que el cine contemporáneo hace tan repetidamente: encontrar cosas y ponerlas a discutir sin saber muy bien qué hacer con ese encuentro.

En Holy Spider estaba la posibilidad de la metáfora hundida en el cine de género para hablar sobre el horror del discurso de estado proyectado sobre los habitantes y la criminalidad de sus acciones. Pero afortunadamente Abassi no va por ese lado tan previsible. Al mismo tiempo juega con el registro casi neorrealista de las calles nocturnas de una ciudad relativamente pequeña pero que funciona como sinécdoque de una locura mayor. Pero tampoco se trata de un film social tranquilizador de conciencias y señalador de horrores (algo que hace, pero tampoco es su objeto de interés superior). La pregunta que se nos impone cuando vemos Holy Spider ya no es la pregunta frente a un artefacto extraterrestre como lo era Border, sino que es una pregunta elementalmente pragmática, como si todo el sistema de la película no se decidiera a contar una de las varias cosas que promete, pero cuando se da cuenta es demasiado tarde y debe terminar el trámite. Porque si algo percibimos detrás de esas imágenes que oscilan entre lo desagradable (la sordidez de las muertes y el detalle de la pobreza del contexto en el que suceden) y lo obvio (el comentario inevitable sobre el machismo medieval de la teocracia en la que la periodista-heroína debe moverse para llegar hasta el final del caso) es que la película parece no saber muy bien cuál es su toma de posición, entonces opta por rotar y moverse de los lugares de confort (algo que ayuda por momentos, pero en otros vuelve a toda la narrativa muy estirada).

Holy Spider está filmada correctamente (con lo bueno y lo malo de esa frase), tiene un puñado de ideas (en particular con el uso de los planos generales asi como con el color como contrapunto entre las mujeres y el universo machista que las rodea, expresado en magenta y verde como duelo de color), inquieta e incomoda (algunos crímenes, algunos climas, algunos momentos aislados, el final), pero nuevamente (como ya había sucedido con Border) sentimos la presencia de la especulación, sentimos la ausencia de una mano que apunte hacia un horizonte. Es, curiosamente, una película temerosa. Y como tal reniega de cualquier cosa que se parezca a un riesgo real. Parte y reparte para todas las esquinas. Y en algún momento la pega. Pero lo que prevalece es la sensación de que no hay interés por llevarnos a ningún otro lado que no sea persistente molestia de declararse prescindente de observar y asumir una posición. Por eso, detrás de la belleza de sus planos, lo que también reconocemos es el fin de el cine como un lugar en el que el riesgo, alguna vez, supuso una aventura. Y no un proceso de especulaciones para quedar bien con cada una de las partes involucradas.

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