A beautiful day in the neighborhood

Por Rodolfo Weisskirch

EE.UU., 2019, 108′
Dirigida por Marielle Heller
Con Tom Hanks,  Matthew Rhys,  Chris Cooper,  Susan Kelechi Watson,  Noah Harpster, Tammy Blanchard,  Wendy Makkena,  Enrico Colantoni,  Sakina Jaffrey, Maddie Corman,  Crystal Lonneberg,  Maryann Plunkett,  Michael Masini

El héroe que necesitamos

En El caballero de la noche (Christopher Nolan, 2008), el personaje del comisionado Gordon expresa que Batman no es el héroe que Ciudad Gótica merece, sino el héroe que la ciudad necesita. Al ver la última película protagonizada por Tom Hanks y a la luz del presente… ¿cuál es el héroe que cada uno de nosotros necesita en el día a día?

Después de la exitosa repercusión del documental Won’t You Be My Neighbor?, de Morgan Neville, el público estadounidense se volvió a enamorar de Fred Rogers, el conductor de uno de los míticos programas infantiles de la televisión norteamericana. Personaje estimado y querido por varias generaciones (incluso a la altura de las creaciones de Jim Henson), Rogers es el creador de un estilo didáctico y moralista, pero genuino y al mismo tiempo, adulto, serio, solemne, que no subestimaba la inteligencia de su público.

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En 1998, un reconocido periodista de la revista Enquire tuvo la tarea de concretar un artículo sobre el perfil heroico de Rogers. Y la mejor manera que encontró para ejemplificar la impecable personalidad del conductor infantil fue transparentando el carácter paternalista del objeto de estudio, y la forma en la que Rogers ayudó al redactor a salir adelante en su vida privada en un momento de crisis sentimental.

El film de Marielle Heller, la misma directora de las también inéditas en el mercado local, The Diary of a Teenage Girl (2015) y Can You Ever Forgive Me? (2018), apunta a una radiografía de la personalidad de Rogers a través de los ojos de Lloyd Vogel (Matthew Rhys), un galardonado periodista cuyos reportajes buscan desprestigiar a los personajes investigados. Nihilista, frío y poco sentimental, Vogel acaba de ser padre. Pero al mismo tiempo debe enfrentar el reencuentro con su propio progenitor, al que no ve desde la muerte de su madre. El conflicto padre-hijo, entonces, ocupa el centro de la narración de Heller. Lloyd no perdona el abandono del padre, específicamente en medio de la enfermedad de la madre. Por eso cuando la figura paternal busca la redención, el protagonista decide ignorarlo, aún con un previsible deterioro de su salud.

Es a través de la mirada cálida -y los consejos casi terapéuticos de Rogers- que Vogel intenta atravesar la transición de hijo rencoroso a padre primerizo, en la búsqueda de una reconciliación entre sentimientos y profesionalismo. Heller decide no realizar biopic lateral relegando a Rogers a una posición secundaria. Sin embargo es a través de este lugar opaco (en el sentido de estar a la sombra del protagonista), que el personaje gana en relevancia y en carácter heroico-emotivo. También el espectador puede construir intelectualmente la personalidad de Rogers, que más allá de intentar demostrar que él mismo, quizás, no fue un padre ejemplar, porque sus propios hijos, siempre vivieron a su propia sombra (incluso Rogers tiene mucha ira contenida que libera sutilmente con su piano) el conductor infantil es un héroe. Pero no se trata de un héroe infantil o puerilidad. Rogers es también un héroe para el protagonista del film.

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Probablemente sea más fácil decir que Heller pretende ser clasicista y apelar a la economía de recursos con herramientas honestas (algo que en parte es verdad), pero A Beautiful Day in the Neighborhood no deja de caer en todos los lugares comunes y clisés de este tipo de relatos. Hay demasiado cálculo y equilibrio en el tono de Heller. Previsible, efectista y sentimental. La cuota de humor es obvia, los momentos dramáticos no son desbordantes, los golpes bajos no son repentinos. Es tan clásica en estos aspectos, que hasta las interpretaciones son medidas. Si bien Rhys cumple con su rol protagónico con sordidez pero sin matices, son los veteranos Chris Cooper -con su empática interpretación de padre redimido- y el aplomo de Tom Hanks quienes sobresalen. Es el carisma del protagonista de Forrest Gump, justamente, aquello que le proporcionó a la película el atractivo real para que tuviese un estreno comercial pero también la exhibición en el circuito de festivales de 2019. No sorprende, por lo tanto, que la única nominación al Oscar haya sido para Hanks. Hablamos de un actor con una facultad innata -cinematográfica y extra cinematográficamente- para convencernos que es la persona indicada para encarnar a un ideal héroe del pueblo. 

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Hanks es el hombre al que necesitamos tener al lado para levantar la estima; para que comprendamos que las segundas oportunidades existen y siempre podemos ser mejores personas. No es que Hanks diseñe un personaje complejo o haga una interpretación que difiera de otros trabajos pasados, sino que porta ese mismo aura que tenía James Stewart, por ejemplo. Es imposible ver a Hanks como un villano. Aún con sus personajes más grotescos y viles (recordemos lo que hizo en El quinteto de la muerte), amamos a sus criaturas porque nos enamoramos de ellas. Hanks es el padre ideal, el vecino ideal, el amigo ideal. Hanks interpreta a Rogers, pero no deja de ser Hanks, pero en una versión más contenida y sutil que de costumbre, con el adicional de estar ayudando a un amigo a salir adelante, dándole consejos; sentándolo en un diván para que desnude sus sentimientos, y así lograr que el otro sea un buen hijo y un mejor padre a futuro.     

Con pocas ideas audiovisuales y narrativas, más allá de contextualizar al relato dentro del programa de Rogers, y de aportar separadores con miniaturas del universo de Mister Rogers’ Neighborhood, A Beautiful Day in the Neighborhood  es la demostración, de que las nobles intenciones y el clasicismo no necesariamente construyen una buena película. Lo único que se confirma, eso si, es que Tom Hanks, con su simpleza y apariencia de hombre común, no es el héroe que merecemos, aunque sí, en cambio, quizás estemos ante el héroe que el cine necesita para levantar la moral de una sociedad decaída (no importa cuando leas esto).  

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