La ira de Dios

Por Amilcar Boetto

Argentina, 2022, 98′
Dirigida por Sebastián Schindel
Con Juan Minujín, Macarena Achaga, Diego Peretti, Monica Antonopulos, Guillermo Arengo, Romina Pinto, Ornella D’Elía, Germán de Silva

Porno

Tanto fotográfica como compositivamente, la estética de La Ira de Dios es la de mostrar todo.  Contrariamente a lo que de un thriller se espera, la película de Schindel no tiende ni al fuera de  campo ni al contraste, sino a la planitud (quizás a excepción del departamento de Luciana y de  algún exterior-noche). En el devenir narrativo el montaje se apura en mostrarnos todos los elementos que componen la escena, incluso algunos que son detalles tan particulares que uno asume que Schindel deja para construir cierta intriga narrativa (el ejemplo más claro de esto es aquel momento del  fotógrafo insultando porque el guardaespaldas de Kloster no lo deja pasar).  

Si la incertidumbre es la pasta con la que todo thriller moldea el mundo que representa, en La Ira de Dios todo esto se invierte. Debido a que todo nos es dicho y anticipado, sin lugar alguno a la ambigüedad, lo que se nos revela no es producto de la transparencia del clasicismo. Ni una cosa ni la otra. Ni el arte de la invisibilidad enunciativa ni el de la ambivalencia. Ni el pasado representa algo difícil de acceder, ni el futuro algo que nos genere intriga; todo está cosechado en las primeras dos escenas, y el resto es una repetición de lo que ya sabemos. A qué juega La Ira de Dios?

Contrariamente a lo que uno podría imaginar, esta insistencia con que todo se sepa, tampoco está en favor de la construcción del mundo de la película, sino que genera una hipertrofia informativa en el espectador. Como si le película quisiese que tengamos esa información en la cabeza y no mucho más, nos lo muestra, de la forma más obscena posible para que no nos quepa duda de lo que nos quiere transmitir y no construye más alrededor de eso, como si un plano detalle alcanzará para que podamos reducir a un personaje a su perversión (una escena recuerda a esta banalidad narrativa tal como lo hacía Campanella en El secreto de sus ojos: la película resuelve la relación entre Luciana y Kloster con dos planos detalles subjetivos de él mostrando la bombacha y el corpiño de ella, y un breve momento donde él la intenta besar). 

Un caso paradigmático del exceso informativo lo expone la escena del asesinato de la niña. Para narrar ese  momento Schindel elige un recurso algo más sofisticado como es el sonido   fuera de campo y un travelling out en el pasillo de la casa. Pero al instante el director se desentiende completamente la idea que había tenido para narrar esa tragedia. De manera pornográfica muestra a Peretti levantando el cadáver de su hija sin que sepamos, realmente, cuales fueron las intenciones detrás de ese plano. Schindel pensó que no habíamos entendido que la niña murió o simplemente quiso mostrar el cadáver de un niño de manera gratuita? La inconciencia de los recursos logra, una vez más, desproveer a la narración del efecto que el fuera de campo puede llegar a provoca.

Comenzamos hablando de La Ira de Dios como un thriller. Acaso, luego de pensar un poco mejor las cosas, pudimos habernos equivocado. Porque está mucho más cerca del porno de lo que podíamos sospechar en un inicio.

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