Creed III

Por Varios Autores

EE.UU., 2023, 116′
Dirigida por Michael B. Jordan
Con Michael B. Jordan, Tessa Thompson, Jonathan Majors, Phylicia Rashad, Mila Davis-Kent, Florian Munteanu, Selenis Leyva, Spence Moore II, Tony Bellew, Michelle Davidson, Wood Harris, Thaddeus J. Mixson. 

Más allá del mito

Por Marcos Ojea & Rodrigo Martín Seijas

MO: es un lugar común en casi todas las críticas que aparecieron últimamente, pero cuando uno se propone hablar de Creed III, es imposible no mencionar la ausencia de Rocky. Como le dice un periodista a Adonis en la segunda película, antes de la primera pelea con Drago: “es difícil no advertir quién no estará en tu esquina esta vez”. Acá tenemos a Michael B. Jordan haciéndose cargo de la saga, de la misma manera que lo hizo Stallone en su momento. Aunque sí, es cierto: pese a que aquella primera Rocky la dirigió John G. Avildsen, el material le pertenecía a Stallone. El caso de Jordan es distinto, pasar de ser solo intérprete a dirigir y, en cierto modo, “adueñarse” del personaje y de la franquicia. Y se nota esa voluntad por separarse, por generar algo propio a partir de algo que ya todos conocemos y queremos. Se nota desde lo formal, pero también desde el enfoque que le da a Adonis, considerando esa gran ausencia a su lado. La cuestión es sí esa apuesta por diferenciarse funciona o no.

RMS: coincido, hay una voluntad explícita por diferenciarse, por darle un marco de autonomía a Adonis Creed, y no solo respecto a Rocky (a quien apenas se nombra), sino también respecto a Apollo Creed. Es decir, es una película que busca dejar atrás el legado paterno-filial por partida doble, anulando al padre adoptivo y al biológico. Y no está mal como gesto, porque lo cierto es que un poco la historia de Rocky se había cerrado en Creed II. El tema es que para mí ese proceso narrativo no termina de funcionar del todo, básicamente porque cómo están delineados los caminos de los personajes. En cierto modo, Creed III es la película sobre Adonis, pero también sobre ese antagonista llamado Damian (Jonathan Majors), que es como un espejo deforme de Adonis. Pero ambos son personajes hechos más desde el discurso hablado que desde las acciones y los gestos.

MO: eso último es una de las cosas más llamativas de esta película. Es, sin dudas, la más hablada y explicada de las tres Creed. Hay una intención por darle un status mítico de boxeador a Adonis, lo vemos pelear en Sudáfrica como Muhammad Ali, escuchamos de boca de periodistas que lo destacan como un icono del deporte, pero eso nunca se llega a sentir. Lo sabemos porque lo dicen. En cuanto a Dame, pienso que es interesante construir un personaje que se relacione con el pasado de Adonis, pero corriéndose del vínculo paterno filiar, el de sangre y el adoptivo. Y es algo que también le da más contexto a Adonis, o por decirlo de otra manera: le permite la posibilidad de una historia de fondo que tiene más que ver con Adonis que con Creed. Con ese pibe salido de un reformatorio que conocimos en la primera película, y que después desapareció. Pero lo que en aquella película se entendía desde la fisicidad y el movimiento, acá necesita ser explicado de manera reiterada, como es el caso de la secuencia con ellos adolescentes y la policía, sobre la que se vuelve un montón de veces. Coincido en que la historia de Rocky ya estaba cerrada en Creed II, y valoro la apuesta por hacer algo nuevo acá, pero tanto a Adonis como a Jordan se los siente perdidos, todavía incapaces de hacer un camino propio.

RMS: creo que en esas dificultades que encuentra la película para transmitir lo que les pasa a los protagonistas desde la fisicidad hay un germen que tiene que ver con el cine del presente. Un cine que necesita explicitar todo desde el habla y con remarcaciones ideológicas constantes. Si bien la saga de Rocky tuvo su momento ultra-político con la cuarta parte y el enfrentamiento con Ivan Drago -que era un choque con la Unión Soviética-, luego Stallone supo aprender que lo que definía al personaje no era su ideología o el contexto socio-económico, sino su recorrido como héroe de su propia historia, de su propio aprendizaje. En Creed III hay un ideologismo subyacente relacionado con lo racial, con esta cuestión de cómo las coyunturas condicionan a las personas que es un poco tirada de los pelos, pero que además termina imponiéndose a ese género casi indestructible que es el deportivo. Creo que eso también pasa porque hay un espectador y una crítica con cada vez más predisposición a elogiar una obra solo en base a su mirada discursiva/ideológica/social, sin prestar atención a lo estético, porque encima conoce cada vez menos de ese aspecto. No dejó de sorprenderme una crítica en Variety, muy elogiosa, que decía que buena parte del relato funcionaba como una remake de Cabo de miedo: ¿acaso ese crítico vio Cabo de miedo? Porque Creed III es lo menos parecido a ese gran film de Martin Scorsese.

MO: voy a tener que buscar esa crítica, porque sí, Creed III nada tiene que ver con el cine de Scorsese. Es interesante lo que decís con respecto a cómo la película se piensa desde un lugar de presente absoluto, atravesada por cuestiones que incluso van en detrimento del cine de deportes, que es uno de los grandes baluartes del cine norteamericano. Pienso en el rol que ocupan, o que pretenden ocupar, los artistas negros del mainstream. Y es inevitable pensar también en Ryan Coogler, el director de la primera Creed, que en su momento parecía ir por un lado y después de las dos Pantera Negra se desbarrancó hacia otro lugar, uno más subrayado y preocupado por el mensaje. En definitiva, no sé si está mal que un tipo como Jordan se haga cargo de esas cuestiones coyunturales, pero en lo que respecta al cine como, una vez más, movimiento, le termina jugando en contra. Hasta el último tercio, donde medio de repente decide ser una película integrada a una herencia ineludible, la historia parece ir por otro lado. Y si una película, ya sea de Rocky o de Creed, falla en el retrato deportivo, estamos en problemas. Ahí es cuando uno empieza a notar las inconsistencias, sobre todo las relacionadas al mundo del boxeo, que en la primera Creed intentaban ser más realistas y ya en la segunda se alineaban un poco a esa fantasía pugilística que viene desde Rocky; este mundo donde solo parece haber tres o cuatro boxeadores disputándose un único título mundial. Pero eso es algo que los espectadores aceptábamos, porque la atención estaba puesta en lo humano, en la superación, en la redención. Y si hay algo que a Michael B. Jordan le cuesta un montón, es dotar de humanidad a sus personajes y por extensión a toda la película.

RMS: sí, creo por eso que la ausencia no es solo de Rocky, sino también de Stallone como una figura que preservaba la pertenencia a un rincón del clacisismo que tenían las dos primeras entregas de Creed, con sus virtudes y defectos (la primera creo que es mucho más lograda). Algo tiene que ver Coogler, un realizador que desde Pantera Negra parece cumplir más con un rol de vocero político que de cineasta. Pero también Jordan, que me parece que se piensa a sí mismo como un sucesor de Sidney Poitier y Denzel Washington, pero al que todavía le falta un montón para aspirar a eso, aunque lo cierto es que el Hollywood actual está buscando precisamente eso. Coincido en ese desajuste en la puesta en escena del boxeo respecto al resto de la saga, aunque pueda ser una búsqueda válida. Pero claro, no hay humanidad suficiente en los personajes como para que podamos empatizar con ellos. Creo que el resumen de esos problemas se da con la resolución del conflicto principal, que es un lavarse las manos para echarle la culpa al sistema, un “bueno, acá no ha pasado nada, nosotros no somos malos, si nos equivocamos fue porque las instituciones nos llevaron a eso”.

MO: en lo personal, me dio la sensación de que todas estas cuestiones que le achacamos a Creed III podrían no molestar tanto si se tratara de una película independiente y no una película de Rocky/Creed. O quizás si molestarían, porque no dejan de ser conflictos del cine del presente, pero cuando se trata de una saga que siempre sostuvo un compromiso con los espectadores, el “daño” es peor. Y no hablo desde un lugar purista, porque como ya dijimos, la apuesta de Jordan por diferenciarse en principio parecía interesante. Pero su enfoque no consigue tener peso propio. Con esto que decís de echarle la culpa al sistema, es algo que también se siente forzado, incluso con la figura de Viktor Drago. Entendemos: el conflicto era entre Apollo e Ivan Drago, y lo padecían sus hijos, sobre todo Viktor, que vivió a la sombra de su padre, criado con odio, como dice Rocky por ahí. Pero que de repente en esta película esté todo bien, porque somos todos amigos y al fin y al cabo el boxeo es un negocio… No me termina de convencer. De todos modos, si somos justos, Creed III es la peor de las Creed, pero no es necesariamente una mala película. Las decisiones formales son discutibles, sobre todo las de puesta en escena en el combate final, pero representan un riesgo. Hay un interés genuino de parte de los responsables por edificar un legado propio, como el mismo Adonis, pero el volantazo que pegan acá los deja tambaleantes. Sin tener del todo claro hacia dónde ir y, sobre todo, sin saber aún como construir una película que no necesite a Rocky, pero que tampoco lo niegue. Veremos que nos depara la saga, que imagino va a continuar.

RMS: estoy de acuerdo en prácticamente todo lo que decís. Es cierto que posiblemente no molestarían tanto los defectos si estuviéramos hablando de una película por fuera del mundo de Rocky y Creed. También que los intentos de Jordan y Coogler no dejan de ser válidos y muestran una voluntad de construir una visión propia dentro de ese universo boxístico, retomando cierto sesgo social y político que ha caracterizado a otras obras del género deportivo. Pero todo termina siendo un tanto apresurado, medio cocinado a las apuradas, sin una real consistencia que les brinde humanidad a los personajes. Y con una gran dificultad para resolver los conflictos: lo que pasa con Drago que vos mencionas es bastante inverosímil. Creo que la franquicia, justo en su momento de mayor consenso y éxito, ha entrado en un camino que no sé si es del todo positivo.

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