Cuties

Por Sergio Monsalve

Mignonnes 
Francia, 2020, 96′
Dirigida por Maïmouna Doucouré
Con Maïmouna Gueye, Fathia Youssouf Abdillahi, Demba Diaw, Medina El Aidi, Esther Gohourou, Ilanah Cami-Goursolas, Myriam Hamma

A la espera de los cruzados

Cuties puede ser la última víctima de una guerra civil digital denunciada por los especialistas y expertos en redes sociales. Lectores impacientes y fáciles de manipular exigen su cancelación, sin haberla visto. Portales amarillistas avivan el fuego de la censura, con fines estrictamente políticos, en el marco de las próximas elecciones norteamericanas. Desconfíe usted de todo y busque formarse una opinión propia en un tema tan delicado, sujeto a la adulteración y el alarmismo sensacionalista. Antes de estrenarse el filme, grupos radicales incitaron su condena desde plataformas opacas como “Hazte Oír”, una de las múltiples cuentas instigadoras del odio contra la cinta, a propósito de su publicidad y de su afiche. 

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Tras su lanzamiento en el servicio de streaming de la N grandota, la operación se repite a una escala superior, bajo el impulso de dos vértices extremistas: la cruzada moral de comunidades fundamentalistas de la India, así como la manipulación de los propagadores de fake news en el ambiente de los comicios polarizados de USA. Al respecto, recomiendo la lectura de un artículo de Richard Brook titulado “Cuties, el extraordinario debut que se convirtió en objetivo de una campaña de derecha”.   

Añadiría un aspecto inquietante no contemplado en la polémica: la difusión del largometraje se inscribe en una encarnizada batalla, por secuestrar nuestra atención, entre Twitter y Netflix, dos portales enemistados y confrontados. 

Recientemente, Netflix escaló su ofensiva al transmitir el documental The Social Dilemma, cuyo argumento denuncia la ciberadicción y el problema de caer en la red de gratificación de Twitter, alrededor de su sistema para dividir la opinión pública como Facebook, con el fin de vender anuncios, alterando el curso de sufragios y toma de decisiones. Todavía sigue fresco el caso de Breixit y Cambridge Analytica, también analizados en películas de no ficción de la cadena de streaming. 

Le discuto a The Social Dillemma su parcialidad, su velada forma de apuntar al rival corporativo y su obvia omisión del esquema de negocios de Netflix, centrado precisamente en mantenernos aferrados a su programación, utilizando desde técnicas de propaganda subliminal hasta recursos clásicos de expansión narrativa de series al infinito, nada más para especular con el tiempo de privación de sueño de los suscriptores. 

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Aquí lamentablemente no hay espacio para imaginar un relato de buenos y malos, porque posiblemente los únicos perdedores seamos nosotros, mientras ellos ganan con sus enfrentamientos.  De manera previsible, la respuesta de Twitter llegó de inmediato, elevando la apuesta del golpe de estado informático contra su adversario natural. Desde Twitter se pide la cancelación de Netflix, usando como arma ideológica a la película francesa “Mignones”. Varios hashtags exigen el cierre del multimedio y la prohibición de “Cuties”. El efecto es devastador sobre las audiencias. 

La gente prefiere adaptarse al criterio de la masa, no salir del cauce de la manada y el llamado de la tribu, en lugar de pensar por sí misma. 

A riesgo de ser tildado de cualquier cosa y descalificado, debo asumir una posición orientadora, en base a mi experiencia como docente, crítico y productor de documentales con y para niños (desde mi experiencia en los talleres del Centro Goethe de Buenos Aires, cuando se me contrató para hacer la serie “Contraseña Verde”, acerca de chicos sensibilizados por el futuro del planeta y el cambio climático hasta la cobertura que realicé en el Festival Com Kids de Sao Paulo, donde realicé un documental de media hora). Créanme: conozco y respeto los protocolos de trabajo con menores de edad. Lo explico y dejo en claro, para evitar acusaciones y señalamientos infundados. En nada apruebo o relativizo la pedofilia. La considero un delito. 

En tal sentido, publiqué un análisis de Asquerosamente Rico, diseccionando su doble estándar, el de cuestionar el anillo de abuso de Jeffrey Epstein, sin eludir descripciones pornográficas innecesarias. Lo mismo ocurre en Leaving Neverland, signada por la contradicción de acusar a Michael Jackson, recreando verbalmente sus crímenes, al gusto de un espectador morboso. Así no es posible romper con el círculo vicioso de la depravación. 

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Las palabras y las imágenes tienen un peso específico en la configuración y modelación de percepciones. Por consiguiente, Luis Ospina solía exponer a los vampiros de la miseria del reporterismo televisivo, incapaces de conectar con el alma humana de sus personajes. La denuncia de la pedofilia encontró un lenguaje de sugerencias y fueras de campo en el pasado, un idioma reñido con la explotación del otro. 

Spotlight gana el Oscar por tal motivo, contando las intrigas de una investigación periodística sobre los pecados y las corrupciones ocultas de los sacerdotes de Boston, acusados de cometer abuso. En un costado diferente, el género de las lolitas fue instrumentado por Hollywood en muchas ocasiones, con alcances dispares. Kubrick adapta la novela de Nabovok, consiguiendo un resultado discreto al lado de sus obras maestras. 

Actualmente, la joven Charli DAmelio es una de las estrellas de Tik Tok, por sus bailes y movimientos pélvicos con ropa ceñida al cuerpo, generando una ola de imitadoras. El contexto ha normalizado una cultura de la sexualización en Instagram. Por supuesto, no es un asunto nuevo el de la representación de los efebos en el arte y el espectáculo. Sin ir mas lejos, HBO compartió el documental Showbiz Kids en días de cuarentena, visualizando las consecuencias negativas de exhibir a menores de edad en condiciones de vulnerabilidad. 

Dadas las condiciones del mundo, hoy me preocupa el presente y la carrera de las protagonistas de Cuties (el original Mignones fue elegido por muchos colegas para evitar quedar pegados al nombre anglosajón que despertó el escándalo, como si la mera mención vinculara directamente al problema que circuló en redes). Las mismas han sufrido una cacería de brujas, a merced de haters y trolls. Veremos cómo termina su historia. Imagino, por igual, los sentimientos encontrados de la directora, haber querido sumar una propuesta y encontrarse con un muro de incomprensión e intolerancia. 

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Por lo pronto, Cuties nos sumerge en un clásico relato de iniciación. Una chica vive oprimida en una familia musulmana de velo y represión femenina, a nombre de la tradición. Es un ambiente de califato, de estado islámico en un suburbio francés. La joven va descubriendo su sexualidad e interesándose por un grupo de chicas precoces, quienes bailan con pasos de twerking. La protagonista es el resumen de una generación definida por el influjo erótico de las redes sociales. En esta dirección, Cuties logra equilibrar su balanza en la primera media hora. Después asume un enfoque problemático, al querer quedar bien con dios y el diablo. 

Critica el impacto sexualizador de las redes, pero al mismo tiempo cosifica a sus niñas en primeros planos, convirtiéndolas en máquinas de provocación y deseo, lo cual ofende a espectadores sensibles. Es el principal foco de debate en el desarrollo del contenido. Si usted logra superar sus prejuicios, descubrirá un final humano y optimista, fuera de la caja de la explotación. 

Cuties revela a una realizadora consciente y en dominio de sus recursos expresivos. Una directora arriesgada de una generación africana de gran talento. Espero le brinden una oportunidad. El desenlace los reconciliará con una imagen digna de la niñez, tras el espectáculo y la repetición inocente de unas coreografías adultas. 

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Las protagonistas de Cuties son niñas huérfanas y segregadas. En la danza buscan un sentido de pertenencia y reconocimiento que se les escapa, que se les diluye, que les provoca alienación y más estado de incomprensión. Por desgracia, la película no resolverá el conflicto que resume. Sería mucho pedirle a una película? Quizás.

Del recorrido y el trayecto, reivindico el desenlace de una chica que vuelve a saltar la cuerda, elevándose realmente, después de sufrir decepciones y alteraciones, para hacerse mujer. Todos parecen tener un plan para ella, un plan cultural de ser esposa u objeto. La joven escoge el camino de la secularización y la libertad. La vida nunca es fácil y consiste en saber reflotar, a pesar de las confusiones y tribulaciones de la adolescencia.  

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