Dossier #ContraLaCorrecciónPolítica: una introducción de mierda

Por Luciano Salgado

Un siglo de mierda

Por Luciano Salgado

El siglo XXI, sin grandes matanzas, sin genocidios en masa como nos acostumbró el tremebundo siglo XX, va camino a convertirse en un verdadero siglo de mierda. “Eh, pero qué dice, señor, no diga pavadas. El XXI es el siglo de las comunicaciones, de la paz, de la integración, de la baja de niveles de desigualdad que venían dándose en las últimas dos décadas del XX. No sea reaccionario”. No, el siglo XXI, aunque no tenga muchas de esas horribles experiencias del anterior, es un siglo que nos está cagando la vida, porque parece no haber aprendido nada ni del anterior ni del otro ni de los otros. Típico caso de las experiencias que no aprenden de la historia sino que observan a los hechos del pasado como una acumulación de anécdotas.

Necesitamos que sucedan cosas terribles para anticipar problemas que andan pululando por ahí? Seguramente el siglo que estamos viviendo logre superar esto, porque, en alguna medida, esto que experimentamos ahora ya pasó alguna vez. Porque la historia tiene ese comportamiento borgeano que le da por repetir estructuras pero no de forma cíclica, sino de forma helicoidal. No nos hace pasar exactamente por el mismo lugar, sino que nos hace atravesar el mismo eje de problemas pero desplazándonos espacio-temporalmente, para que tengamos la sutil ilusión del avance, del desplazamiento y el triunfo de pertenecer a “la generación siguiente”. Pero como esto que vivimos ya lo vivimos de otra manera, aprendamos. Y si vamos a aprender, activemos a tiempo.

El siglo XXI está sacando todos los boletos para consolidarse como un siglo de mierda porque nos vienen exponiendo a miradas reguladoras y totalitarias. Pero lo hace desde una perspectiva tan inorgánica, tan difícil de asir, que a primer vista no podemos sino disentir con cualquier amenaza de totalitarismo. No hay futuro orwelliano ni huxleyano ni de otra clase que se parezca a las antiutopias que conocemos. No hay distopía en el horizonte (amén cierta pandemia incómoda que pronto superaremos, asi que nada de “nueva normalidad”: intentemos recuperar nuestra vida en vez de bajar la guardia tan rápido), pero el horizonte es oscuro como un arcoiris. Es una oscuridad multicolor, en donde todo lo que para muchos antes era natural (la convivencia con experiencias diversas en lo sexual, en la identidad de género, en la representación étnica, nacional, social, de clase, religioso y de los tipos y clasificaciones que se les ocurran) hoy es impostado e impuesto. Pero, ojo, no hablamos de “natural” como un hecho dado, sino como un producto de tensiones y resoluciones en la historia de la experiencia humana. Es posible que la experiencia humana tienda a una regulación en los niveles de lo público pero también de lo privado? Si. Pero es una regulación habilitada por los mismos consumidores. Se llama totalitarismo. Inorgánico, pero totalitarismo al fin.

Una de las regulaciones espantosas que trae el siglo XXI es la que nos impele a cumplimentar con una serie de estatutos de lo que debe decirse, hablarse, pensarse y representarse. Y en ese avasallamiento contra la libertad, la experiencia y la sensibilidad humana (que cuenta con la empatía como proceso para acercarse entre las personas, que no necesita una tabita de equivalencias y modos de actuar) ingresa la vapuleada incorrección política, que es un mote que crece en tanto la corrección política se impone como nueva normativa. Por eso nos propusimos pensar en este dossier: la dictadura de la corrección política hace rato que dejó de ser peligro para convertirse en realidad, regulación y administración biopolítica. Por eso pensamos que este debía ser un dossier de resistencias. Un dossier que piense en los fenómenos cruzados de la corrección política y en su visibilización. Pero también pensamos que debíamos pensar en esas películas-fenómeno que nos trajeron al infierno de esa corrección. Contra esas películas veneno también hay que escribir. Pero como no queremos parecer quejosos, también habrá una tercera pata: películas “incorrectas” (mejor llamarlas liberadoras) para la resistencia y liberación. Películas que nos obligan a pensar, a sentir, a romper normas de la corrección. Ellas también tendrán lugar en este hermoso dossier.

Queremos recuperar libertades incluso contra el pensamiento homogéneo de lo que debe decirse de forma progresista? Seamos algo un poco más abarcativo y rico. Recuperar la libertad de la incorrección política, en tiempo de censura, es un acto humanista. Siglo XV. Mirá si la historia se repetirá.

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