Elena Sabe

Por Pedro Gomes Reis

Argentina, 2023, 104′
Dirigida por Anahí Berneri.
Con Mercedes Morán, Érica Rivas, Mey Scápola, Miranda de la Serna, Marcos Montes, Marcos Ferrante, Horacio Camandulle, Rocío Belzuz, Agustina Muñoz, Mónica Gonzaga, Susana Pampín y Laura Faienza.

Apagada

El cine de Anahí Berneri supo encontrar siempre, sea cual fuera el contexto que narrara, un rasgo de luminosidad suficiente como para que la vida encontrara su camino. En este sentido, incluso aunque sus películas fueran oscuras, ásperas, complejas, en el fondo lo que prevalecía era un ímpetu vital. Eso, en alguna medida, parece haberse interrumpido en Elena Sabe, película que no tenía por qué temer al lastre que suelen cargar algunas adaptaciones literarias (Berneri ha sabido sortear ese problema holgadamente en otras ocasiones), pero en la que, sin embargo, algo se huele extranjero, otro lenguaje.

En Elena Sabe estamos frente a uno de esos policiales que, a falta de otras palabras, podemos definir como periféricos o laterales ya que son indagatorias que no son abordadas por especialistas (detectives, policías, abogados, otros) sino más bien por personajes legos, desconocedores de los procedimientos pero tozudos en su accionar, capaces de llevar adelante lo que el “sistema” en muchos casos evita por mera burocracia. Desde esa perspectiva, la premisa de la película es interesante: una mujer con Síndrome de Párkinson, con no todos sus jugadores disponibles, debe llevar adelante una investigación de lo que presume fue el crimen de su hija. Hete aquí que el problema es que Berneri es que el abrazo al género en el que la película presuntamente se inscribe (el policial) es más bien superficial, frío y estereotipado. Como correlato natural, el género que emerge es otro, el melodrama familiar. Y en esa dirección es en la que la película juega todas sus fichas…pero también donde las derrocha.

Si la leemos como policial de falsa pista, Elena Sabe no funciona particularmente bien, es cierto, El problema es que en terreno del melodrama tampoco, acaso porque el abordaje que hace del género es elementalmente costumbrista, lo que atenta contra cualquier tentativa de tensión real. De hecho el costumbrismo que propone aquí Berneri es más bien ramplón (personajes extraordinariamente estereotipados -excepto algunos secundarios-, intercambios verbales de corte televisivo -la peor televisión de la década del 90-, un marcado simbolismo en el uso del color que molesta por su redundancia, actuaciones afectadas y esforzadas), e incluso aunque a definición final se prevea a 20 km de distancia, molesta. Quizás por todo lo anterior cuando termina Elena Sabe nos quedamos con la sensación de haber testimoniado el borrador de una película que no tenía que ser de esa manera, pero que fue, insólitamente, aprobada para su estreno.

El cine de Berneri es mucho, muchísimo más que Elena Sabe. Fingiremos demencia y esperaremos su próxima película, más cerca de su obra precedente que de esta anomalía.

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